Damas y caballeros.
Es un gusto para mí
saludarlos a través del vicepresidente de nuestra
Sociedad Argentina de Corea, el Sr. Park Wan-Soo, con
motivo del Sexto Congreso Argentino de Estudios Coreanos.
Deseo agradecer, en primer lugar, a la presidenta de
la Asociación Argentina de Estudios Coreanos,
la profesora Alcira Trincheri, y al resto de los miembros
por la organización del presente evento no obstante
las adversidades; a la rectora de la Universidad de
Comahue, la profesora Teresa Vega, al decano de la Facultad
de Humanidades, el profesor Pedro Barreiro, y a la Jefa
de Departamento de Historia, la doctora Graciela Blanco,
por su incondicional apoyo para que el Congreso tenga
lugar.
Quisiera aprovechar
la ocasión para rendirle homenaje al primer presidente
de la Asociación, el profesor Jaime Silbert,
quien ha fallecido el 11 de septiembre último.
Los invito a todos a ponerse de pie y hacer un minuto
de silencio en su memoria.
*********
Muchas gracias.
Lamentamos el fallecimiento
del profesor Silbert porque, en las últimas décadas,
fue una persona que amó a Corea con pasión,
formó importantes recursos humanos y estuvo al
frente de la creación de la Asociación
de la que fuera su primer presidente, en un espacio
prácticamente virgen para los estudios coreanos
como la Argentina. Pero no solamente por ello. Lamentamos
su inesperada ausencia porque la Asociación tiene
aún inconvenientes con cuales lidiar y su rol
como sostén y pilar es más necesario que
nunca. Es por eso que su lugar vacante se siente inmensamente.
Recuerdo bien la primera
vez que lo conocí al profesor Silbert. Había
sido en octubre del 2003, en el primer congreso latinoamericano
de estudios coreanos realizado en la Universidad de
Buenos Aires, cuando se cumplían tres meses de
mi arribo al país como embajador.
En aquella ocasión
histórica, tuve la posibilidad de conocer a los
investigadores provenientes de Brasil, México,
Cuba, Chile, Perú y Argentina entre otros países
de la región. En el discurso inaugural había
propuesto la creación de una asociación
latinoamericana de estudios coreanos, para fortalecer
el lazo entre los especialistas sobre Corea. Entonces
surgió, naturalmente, la idea de formar primero
una entidad local que aglutine a los investigadores
argentinos.
Gracias a aquella
oportunidad, pude intimar con muchos profesores abocados
al tema coreano con gran dedicación, a pesar
de la realidad argentina no siempre favorable para el
fin que perseguían. Así conocí
a los profesores Carolina Mera y Pedro Krotch quienes
habían organizado aquel evento latinoamericano,
al profesor Jorge Di Masi de la Universidad de La Plata,
al profesor Eduardo Oviedo de la Universidad de Rosario,
a la profesora Liliana García Daris de la Universidad
del Salvador, a la profesora Liliana Cosiansi de la
Universidad de Tucumán, y a los profesores Jaime
Silbert, Rodolfo Molina y Jorge Santarrosa de la Universidad
de Córdoba. Y esos nuevos encuentros me llevaron
a pensar en la forma de colaborar con los investigadores
que durante tanto tiempo nadaron solitariamente a contracorriente
en su afán de estudiar Corea.
Poco después,
la profesora Mera me notificó sobre el inicio
de la primera materia en la historia de la Universidad
de Buenos Aires sobre China, Corea y Japón, y
nos invitó al profesor Silbert y a mí
a dar algunas palabras en la clase inaugural sobre Corea,
el 26 de febrero del año 2004.
Recuerdo que el profesor
Silbert habló después de mí. En
sus cortas pero elocuentes palabras, el profesor les
dijo a los estudiantes sobre la necesidad de profundizar
los conocimientos sobre Corea. Explicó que este
país se había independizado de Japón
en 1945 pero pronto fue dividida y se convirtió
en una de las naciones más pobres del mundo después
de la Guerra. En aquel entonces Argentina era un país
próspero considerado dentro de las 10 economías
del mundo. Luego señaló cómo la
relación entre ambos países se había
invertido. El profesor Silbert manifestó que
un pequeño país del tamaño de la
provincia de Chaco, sin otro recurso que sus 46 millones
de habitantes, había logrado la industrialización
y la democracia para posicionarse dentro de las 10 mayores
economías, mientras que Argentina, a pesar de
sus vasto territorio y recursos, fallaba en su meta
de alcanzar el primer mundo. El profesor enfatizaba
acaloradamente sobre la importancia de comprender las
causas de dichos hechos y fue en ese momento que pude
percibir el amor por su país y el profundo respeto
y afecto hacia Corea.
Desde aquel momento
supe que el profesor Silbert se había dedicado
más de dos décadas al estudio de un país
prácticamente ignoto en Argentina como Corea,
y que estaba preparando la traducción y publicación
de un libro sobre la historia coreana, algo que despertó
mi respeto hacia él. En abril de aquel año,
fui invitado a la Universidad de Córdoba y acepté
gustosamente. Durante la visita pude comprobar su notable
labor por promover los estudios coreanos en esa universidad,
además del interés y cariño por
la comunidad coreana en la ciudad mediterránea.
También me
enteré que diversos motivos lo impedían
visitar Corea, por lo cual llevé a cabo las gestiones
necesarias para que su viaje fuera posible. Así
fue mi vínculo con el profesor Silbert, relación
personal que se prolongó hasta terminar mi mandato
en la Argentina en febrero del 2006. Aprovecho esta
ocasión para expresar mi más sentido pésame
ante la pérdida de una entrañable persona.
Estimados miembros
de la Asociación Argentina de Estudios Coreanos
y participantes del Congreso.
Gracias a la dedicación
y liderazgo del profesor Silbert y los diferentes investigadores
aquí reunidos por fomentar los estudios coreanos
en el país, se creó oficialmente la presente
Asociación el 2 de junio de 2004, teniendo la
primera reunión fundacional en la Embajada de
Corea en Argentina y asumiendo el profesor Silbert la
flamante presidencia.
Desde entonces, la
Asociación llevó a cabo jornadas sobre
estudios coreanos en Rosario y La Plata, hasta tener
lugar el primer congreso argentino en la ciudad santafesina
el 8 de junio del siguiente año bajo la coordinación
del profesor Oviedo. Sucesivamente los congresos se
realizaron en La Plata bajo la supervisión del
profesor Di Masi, en Tucumán gracias al trabajo
de la profesora Cosiansi, en la Universidad del Salvador
con la coordinación de la profesora Rosell, en
Córdoba con el profesor Silbert, hasta llegar
a la fecha de hoy.
No me quedan otras
palabras que agradecerles a los investigadores que han
propulsado los estudios coreanos en Argentina en los
últimos seis años desde la creación
de la Asociación, la misma que se ha afianzado
no sólo como la principal en el país,
sino también como representante regional de los
estudios coreanos transcendiendo las fronteras. Esta
verdad me llega con una gran alegría y me llena
de satisfacción pensar que pude participar de
la colocación de la piedra angular del desarrollo
de los estudios coreanos en la Argentina, junto a todos
ustedes, durante mi mandato como embajador.
Hacia el año
2005, en la víspera de la realización
del primer congreso, consideré la necesidad de
un apoyo financiero duradero para que no se dependiera
exclusivamente de la ayuda gubernamental. Por eso había
invitado a los miembros de la Asociación de Empresarios
Coreanos en Argentina y les había solicitado
su apoyo, basado en la idea de que apoyar a los especialistas
argentinos sobre Corea era, al fin y al cabo, promover
la comprensión correcta de Corea por parte de
los argentinos y contribuir a la mejora de la imagen
de la colectividad coreana en el país. En particular,
había enfatizado la importancia de formar especialistas
vernáculos. Agradezco inmensamente al grupo de
empresarios por ser fieles a la promesa que me hicieran
y les pido que sigan firmes junto a la Asociación.
La Asociación
Argentina de Estudios Coreanos se halla frente a nuevos
desafíos y tareas con mira al desarrollo y la
madurez. Tal vez sean consecuencias obvias del rápido
crecimiento en corto tiempo. He sido notificado acerca
del creciente interés sobre los estudios coreanos
luego de la creación de la Asociación
y el aumento del número de estudiantes quienes
desean estudiar a este país profesionalmente.
Por ejemplo, supe que en la Universidad de Buenos Aires
hay siete estudiantes de postgrado, cuyos temas de investigación
pertenecen a los estudios coreanos, y tengo entendido
que un fenómeno similar está ocurriendo
en las universidades de La Plata, Rosario y Córdoba.
El progresivo aumento de los jóvenes coreanólogos,
el mayor interés sobre Corea y, consecuentemente,
el incremento de la demanda intelectual son fenómenos
gratificantes.
Pero, por otra parte,
también crecen los temores. Esto se debe al adverso
contexto en el que se desarrollan los estudios coreanos
en la Argentina, que se manifiesta en aspectos como
la falta de bibliografía especializada investigadores.
Para poder responder satisfactoriamente a la creciente
demanda de los estudios coreanos, es más importante
que nunca el intercambio académico entre los
especialistas argentinos, las universidades coreanas
y los institutos de investigaciones en Corea. Especialmente
es necesario apoyar el trabajo de los jóvenes
investigadores que, luego de terminar el postgrado en
el país, deseen continuar sus estudios en Corea
para una mayor especialización. Y justamente
este aspecto se ha convertido en una tarea más
que relevante para el desarrollo sustentable de los
estudios coreanos en la Argentina.
Para alcanzar estos
objetivos, es esencial el rol del gobierno coreano y
la comunidad de la misma nacionalidad en Argentina.
Es una cuestión cuya solución se halla
en la estrecha cooperación entre el Centro Cultural
Coreano en América Latina y la presente Asociación
de Estudios Coreanos. También es un tema al que
tanto la colectividad coreana como sus empresarios deben
prestarle atención, incrementando el apoyo para
los coreanólogos más jóvenes que
quieran seguir profundizando sus conocimientos. Es mi
anhelo la creación de una fundación destinada
a apoyar y financiar los estudios coreanos en la Argentina
desde una dimensión diferente.
Estimados miembros
de la Asociación Argentina de Estudios Coreanos.
Desde mi regreso a
Corea, una vez finalizado mi mandato como embajador
en marzo del 2006, estuve en contacto con los investigadores
sobre la Argentina y otros allegados para difundir esta
nación dentro de la sociedad coreana, siendo
el resultado el nacimiento de la Sociedad Argentina
de Corea en mayo del 2007. A través de esta entidad
estamos realizando diferentes actividades académicas
con el fin de dar a conocer las investigaciones sobre
Argentina, con la participación de universidades
como la de Seúl y la Hankuk de Estudios Extranjeros.
Además, procuramos ser el puente entre ustedes
aquí presentes y la sociedad coreana.
Espero que nuestra
entidad sea un estrecho colaborador de la Asociación
Argentina de Estudios Coreanos y así fortalecer
aun más la fraterna relación con todos
ustedes. En especial, deseo expresarles nuestro compromiso
para la creación de la mencionada fundación
destinada a apoyar y financiar los estudios coreanos,
tanto en materia de bibliografía especializada
como becas de estudio para la continua formación
de los futuros investigadores. Aunque es difícil
anticipar un plazo exacto, podremos hacer realidad dichos
proyectos en un futuro cercano, si logramos unir el
esfuerzo de la entidad que yo represento, la Asociación
Argentina de Estudios Coreanos, la Cámara de
Comercio e Industria que reúne a los empresarios
coreanos, las agrupaciones de la colectividad coreana,
las personas en Corea que aman Argentina como su propio
país y las distintas empresas con vínculos
en ambos espacios.
Creo que de esta forma
podremos corresponderles a los profesores Jaime Silbert
y Pedro Krotch, quienes noblemente trabajaron, a pesar
de las dificultades y obstáculos, en la promoción
de los estudios coreanos y el impulso de la Asociación
que alberga el presente congreso.
Estimados miembros
de la Asociación de Estudios Coreanos.
Este año será
de suma importancia para nuestros países ya que,
con motivo de la cumbre del G-20 en Seúl a realizarse
desde el 10 al 12 de noviembre próximo, la presidenta
Cristina Fernández de Kirchner estará
visitando Corea, un hecho histórico que se repite
después de 15 años. Es mi deseo que el
viaje de la presidenta de la Argentina sea el antecedente
para el acercamiento entre nuestros países, no
sólo en lo económico sino también
en lo cultural y académico.
En agosto pasado tuve
la oportunidad de viajar por Brasil y Argentina y fui
testigo de la fiebre por la soja proveniente de China
que estaba golpeando a Sudamérica. En esta visita,
cuatro años después de mi tarea como embajador,
pude observar el viento de cambio que sopla en la pampa
húmeda, transformando las tierras para pastura
en campos de soja.
Conocí la Argentina
cuando asumí como embajador y me enamoré
de este gran país al ir descubriendo sus recursos
naturales, su cultura, su tradición y su historia
de penas y glorias, un amor que fue creciendo con el
color del jacarandá, el sabor del Malbec y la
belleza del ritmo del tango. En mis dos años
y ocho meses como embajador, recorrí el país
de punta a punta, desde Jujuy hasta Tierra del Fuego,
siendo testigo de la grandeza de su infinita naturaleza
y los potenciales recursos todavía sin trabajarse.
En ese momento, comprendí que la Argentina era
un país imprescindible para el futuro escenario
de la reunificación de Corea, un país
que no podíamos dejar pasar. Por este motivo
propuse a mi gobierno un plan que posicionara la Argentina
como núcleo para el acercamiento de Corea a la
región del Cono Sur.
Además, sugerí
la creación del Centro de Estudios Corea-Argentina
en la Universidad de Buenos Aires y el primer Centro
Cultural Coreano en América Latina para fomentar
el intercambio cultural a priori al intercambio económico.
También creí en los potenciales beneficios
mutuos latentes en la conjunción de los abundantes
pero vírgenes recursos naturales argentinos y
los recursos humanos altamente capacitados de Corea.
De esta forma, propuse la apertura del Centro de Cooperación
para los Recursos Naturales Sudamericanos en Argentina,
con el propósito de dar a conocer en Corea las
riquezas regionales en alimento, minería y energía
y facilitar el arribo de capitales, tecnología
y especialistas desde la contraparte.
El gobierno coreano
dio lugar a estas iniciativas y estableció tres
grandes proyectos para posicionar a la Argentina como
canal de acceso regional, permitiendo el establecimiento
de las tres instituciones mencionadas entre los años
2005 y 2006. Si bien el Centro de Cooperación
para los Recursos Naturales ha trasladado su oficina
a Corea dos años atrás, afortunadamente
tanto el Centro de Estudios Corea-Argentina y el Centro
Cultural Coreano continúan consolidándose
en el país no obstante las obvias dificultades
iniciales. Espero que ambas instituciones sean ejes
de los estudios coreanos y la promoción de la
cultura coreana, a veces a través de la sana
competencia, a veces mediante la estrecha cooperación.
Es mi anhelo personal que estas dos instituciones se
consoliden como bases académicas y culturales
para promover a Corea en otras naciones hispanoparlantes
de la región, transcendiendo las fronteras políticas,
pues es ésta la manera de hacer realidad los
propósitos originales de convertir a la Argentina
como el centro para las relaciones entre Corea y América
del Sur.
Al asumir como embajador,
pude percibir que comenzaba a soplar desde la Argentina
un viento orientado hacia Asia, algo que fue creciendo
con el tiempo. Por esta razón, en cada oportunidad
que me fue permitido señalé los beneficios
para la Argentina si se tomaba a Corea como canal para
alcanzar a Asia. Corea ha sido vecino de China y Japón
durante milenios y yo tenía la firme convicción
de que era el socio más idóneo para el
desembarco de Argentina en la región asiática.
Por su temperamento, los coreanos pueden ser considerados
los "latinos" de Asia y, en este sentido,
existe una empatía entre las personas de nuestros
países, lo cual puede favorecer la convergencia
en temas económicos y empresariales. Para Argentina,
un país relativamente ajeno a Asia, la asociación
con Corea es una puerta de acceso eficaz hacia China
y Japón.
Por estas ideas mencionadas,
decidí crear la Sociedad Argentina de Corea que
se ha ido consolidando como portal para acceder a la
Argentina desde Corea y Asia. Si bien el intercambio
se ha dado principalmente a través de personas
pertenecientes a la colectividad coreana, esperamos
que la visita de la presidenta Cristina Fernández
potencie el interés sobre Corea, permitiéndonos
asumir un papel preponderante para todos los argentinos
que busquen desembarcar en Asia.
Por último,
le deseo un brillante progreso a la Asociación
Argentina de Estudios Coreanos, como médula académica
no sólo para el país sino también
toda América Latina. Ruego que la Asociación
encare con éxito los nuevos desafíos y
que lleve a cabo plenamente su papel articulador de
los investigadores e institutos dedicados al estudio
de Corea.
Además del
mayor de los éxitos para este Sexto Congreso
y el bienestar de todos, les envío desde la distancia
mi plena confianza, amistad incondicional y profundo
afecto a los miembros de la Asociación Argentina
de Estudios Coreanos.
Muchas gracias.
28 de octubre de 2010
Choe Yang-Boo
Presidente de la Sociedad Argentina de Corea
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