LAS CASAS DE MONEDA  ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR

 

III.- El siglo de las reformas

 

La nueva casa de moneda en Potosí

 

 

         Pocas veces en toda la historia de la administración virreinal americana se vio un proceso de construcción de un edificio público más desorganizado y dilatado que el de la nueva casa de moneda de Potosí.

 

         Las reformas impuestas a la amonedación por los Borbones requerían de una fábrica más eficiente y amplia que la que existía desde la segunda mitad del siglo XVI.  El primer paso en el camino de la renovación había sido la aceptación por parte de las autoridades peninsulares de la propuesta hecha por el corregidor de Potosí y visitador de sus cajas reales Ventura de Santelices y Venero para la construcción de la nueva planta de la ceca altoperuana, y la consiguiente promulgación de la Real cédula del 3 de octubre de 1750 que la autorizaba.

 

         Santelices había sido encargado en agosto de 1749 de visitar y hacer las sugerencias necesarias para que en el menor tiempo posible se iniciase la producción de monedas circulares o "esféricas" como se les llamaba entonces, y con la mencionada Real Cédula del 3 de octubre, en reconocimiento a sus acertados informes, recibió el título de superintendente de la fábrica para que efectuase los cambios requeridos. [1]

 

         La maquinaria necesaria para el cambio se encargó a las cecas de Sevilla y Madrid.  En la primera se fabricó una laminadora y dos volantes mientras que en la segunda se obtuvieron un sinfín de herramientas y equipos entre los que se cuenta un cajón con dieciocho cuños para todo tipo de monedas circulares de oro y plata.  Entre el personal enviado a Potosí se encontraban dos constructores o directores de la obra, "el sevillano José de Rivero y Herrera y el malagueño (Tomás) Camberos." [2]

 

         Aunque todo, tanto hombres como equipos, estaba listo en Cádiz para la partida en noviembre de 1750,  la llegada a Montevideo ocurrió recién en setiembre de 1752 y, según indica Glen S. Murray, quien ha estudiado minuciosamente esta etapa, no ha podido encontrar en los archivos ningún dato que justifique esta demora. [3]

 

         De Montevideo pasaron los oficiales y el material a Buenos Aires.  En esa ciudad permanecieron durante cuatro meses tiempo en el cual agotaron los fondos económicos con que contaban por lo que el capitán general del Río de la Plata tuvo que darles el apoyo monetario que requerían para poder continuar hasta Potosí, lugar al que llegaron a mediados del año siguiente.

 

         La organización de la ceca potosina debía ser "en substancia" la misma que aplicó don Andrés Morales y de los Ríos en la de Lima, es decir, debía terminar con la amonedación por cuenta de particulares e iniciar la fabricación por cuenta del rey.  La diferencia con su similar limeña era que en el caso del establecimiento altoperuano, "los oficios enajenados de la Corona" no se debían suspender sino que, por el contrario, se mantendría a los oficiales eficientes, quedando el superintendente capacitado para signar los sueldos correspondientes al menos por un tiempo indeterminado hasta que el rey lo considerase oportuno.

 

         Tan pronto Ventura Santelices recibió las órdenes para efectuar los cambios de administración hacia diciembre de 1752, se inició la acuñación a nombre del rey, y para ello tomó:

 

"…200,000 pesos para fondo de la Casa y puntual satisfacción de las barras; y aunque esto fue en ocasión que la Real Hacienda estaba estrecha por los extraordinarios consumos que tenía, no obstante se procuró, con algunos arbitrios, ocurrir a las urgencias para que quedase cumplido el orden de Su Majestad." [4]

 

         Una de las decisiones de Santelices fue la de formar autos contra la casa de Escalona que era propietaria de los oficios de fundidor y ensayador mayor  como heredera de Juan Figueroa, quien en 1750 había recibido la fundición y oficina de ensaye en perpetuidad por juro de heredad contra el pago de 62,000 pesos.  Las acusaciones que pesaron sobre la casa de Escalona eran que había estado cobrando derechos sobre los rieles y luego volviendo a cobrarlos al refundir las cizallas sobrantes; Reclamaba también Santelices que en los ensayes que se había efectuado en monedas antiguas se había encontrado muchas faltas de ley y que si no se pudieron ensayar más era porque fueron fundidas en una barra y se quemaron todas las certificaciones y papeles en que estas estaban envueltas.  Una explicación del ensayador sobre la indiscutible culpa de la casa de Escalona era que en un trienio que se acuñó por cuenta de los mercaderes hubo mermas de 3,102 marcos una onza, una ochava y dos octavas, mientras que desde 1753 a 1764, labrándose por cuenta de la Corona, había habido un aumento de 2,964 marcos seis onzas, cinco ochavas y 9 granos, con lo que concluía que "Su Majestad por lo tanto ha perdido los derechos de señoraje y Real de Aumento por defecto culpable de los tenientes del fundidor." [5]

 

         El problema de la nueva ceca comenzó con la selección del lugar donde debía establecerse el nuevo edificio. Santelices y Venero consideraba que el lugar para la nueva fábrica debía ser el mismo que ocupaba  sobre la plaza del Regocijo, al lado de las Cajas Reales, mientras que otros personajes de la villa, encabezados por el conde de Casa Real de Moneda, argumentaban que el viejo local no era aparente por estrecho, y que el nuevo edificio debía levantarse en un solar que se encontraba en la plaza del Gato. [6]  En agosto de 1753, luego de una inspección de las dos ubicaciones posibles, la decisión fue casi unánime al seleccionar el solar de la plaza del Gato por ser más amplio.

 

       Santelices no se avino a la decisión tomada y cuatro meses después informó al rey que había decidido, por razones económicas,  reconstruir la fábrica vieja y adjuntaba a su carta un plano esquemático  de la ceca de Santiago de Chile como ejemplo de lo que se podía hacer.  Según Santelices cuatro mil pesos serían suficientes para concluir la obra de remodelación.  Poco después consiguió que Joseph de Rivero y Herrera, el director de la obra, realizare los diseños para una nueva estructura en el lugar de la ceca vieja. [7]  Las investigaciones e Murray, que venimos siguiendo al tratar este tema, parecen confirmar lo que era un rumor en su época; que el interés de Santelices estaba dado por el deseo de favorecer  a un amigo que tenía unos terrenos colindantes a la vieja casa de moneda, los cuales aumentarían considerablemente de valor al momento en que la nueva fábrica necesitase expandirse.  En 1756 Rivero tuvo que abandonar Potosí por motivos de salud, y poco después falleció, pero no sin antes admitir que Santelices había destruido los documentos que apoyaban la conveniencia de establecer la ceca en El Gato, y que aunque originalmente él había estado a favor de esa ubicación había sido forzado a aceptar las decisiones de Santelices.

 

         Enterado el virrey de Lima de lo ocurrido, prefirió detener la construcción hasta tener un mejor conocimiento de la situación aunque ya se habían "echado los cimientos y levantado unas varas del muro." [8] En su relación de gobierno el conde de Superunda, quien tuvo continuos roces con Santelices y que finalmente se vio forzado a imponer su autoridad, comenta que al superintendente de la ceca aunque "le sobra viveza" esta no es siempre suficiente y:

 

"...en tres años no pudo dar un paso en la elección del sitio en que se había de fabricar la casa con las oficinas correspondientes a la labor de la moneda de cordoncillos, y después de variar muchos dictámenes  resolvió emprender esta obra en el mismo lugar donde estaba la antigua casa, tomando algunas pequeñas que lo eran contiguas y un pedazo de sitio de la Casa Real... Pero resta todo lo demás y tengo hecho juicio, tardará en aquella villa mucho tiempo la moneda circular, no obstante que las providencias que están de parte del virrey son bien prontas." [9]

 

 

         Una vez detenida la obra en enero de 1757, acusó el conde de Superunda a Santelices de haber desperdiciado ocho años y mucho dinero de la Real hacienda  sin haber logrado ningún resultado.  La nueva comisión formada para estudiar el caso coincidió en su preferencia por la Plaza del Gato y recomendaron este emplazamiento aún cuando en la construcción en el viejo local se habían consumido ya ciento treinta y cuatro mil pesos.  Se enviaron expedientes y planos a España.  Los documentos comparaban y explicaban lo poco práctico de construir la ceca sobre el viejo edificio.  Se incluyeron también los planos diseñados por Salvador Villa para el local de la fábrica en la Plaza del Gato. Debe anotarse aquí que Villa preparó los planos, sin haber estado en Potosí. en base a las medidas que se le enviaron a Lima, por lo cual no debe sorprender que el nuevo director de la obra, Tomás Camberos consideró que esos planos no eran aplicables.  En vista de la actitud de Camberos, Santelices escribió al rey pidiendo que Salvador Villa se trasladase a Potosí para encargarse personalmente de la obra. Al mismo tiempo que escribía al rey, Santelices remitió una misiva a Villa para convencerlo de que subiese a la Villa Imperial.  Villa, sin embargo, viejo ya y débil, no podía moverse de Lima por recomendación médica, lo que complicaba la situación.

 

         Desesperado por las demoras el virrey ordenó en agosto de 1757 que se iniciase la construcción de la fábrica en el terreno de la Plaza del gato de acuerdo a los planos de Salvador Villa.  Nuevamente  Santelices hizo todo lo posible para salir adelante con su preferencia e informó al rey, en octubre, que las obras del Gato eran lentas y que debía reconsiderarse la construcción en la Plaza del Regocijo por ser la solución adecuada.  Nuevamente hubo acusaciones contra Santelices, ahora en el sentido de que la razón que tenía para demorar la fabricación de las monedas circulares era por las ventajas personales que le reportaba el menor control que había en la fabricación de las moneda macuquinas, batidas a martillo.

 

         Venciendo todas las dificultades finalmente llegó a Potosí el anciano Salvador Villa en noviembre de 1758.  Podemos imaginar cual sería su asombro y desazón  cuando, luego de una primera inspección pudo Villa constatar que las dimensiones del solar de la Plaza del Gato que había recibido en Lima y sobre las cuales había elaborado los planos, estaban erradas considerablemente ya que el terreno era bastante más largo y angosto que lo indicado por lo que era necesario hacer las correcciones para adecuar el edificio a la nueva realidad, y esto significaba hacer un reacomodo orgánico de las diferentes dependencias.  Murray indica:

 

"...otro año y medio así como cantidades de materiales habían sido desperdiciados.  Villa inmediatamente detuvo todo el trabajo hasta completar los nuevos planos." [10]

        

         En noviembre de 1759, a los diez años del nombramiento de Santelices, los nuevos planos de Salvador villa fueron aprobados en Lima por el superintendente de la ceca Morales de los Ríos, y finalmente los trabajos pudieron iniciarse contando con las siguientes personas.

 

                   Salvador Villa                 Arquitecto

                   Luís Cavello                    Segundo director de obra

                   Hilario Malaber              Proveedor de la obra

                   Vicente Gareca               Proveedor de la obra

                   Francisco Gordillo          Carpintero mayor

 

         Los materiales para la construcción del edificio de la casa de moneda fueron llevados de distintos lugares y la lista de proveedores es extensa.  Luís A. Fernández, parafraseando a Modesto Omiste menciona a:

 

"Francisco Gordillo y Valentín Arosemena como carpinteros; Juan Antonio Morel, vendedor de ladrillos elaborados en Chiracoro; Luís Cabello y Juan Neish junto a Pedro José de Porras, como proveedores de madera traída de Mataca, Pilcomayo, Tomina, Pirguaní y Pomabamba.  Matías de Aro y Francisco Peñas entregaron el maderamen para las techumbres. Tipa, soto, cedro, nogal y arrayán quedarían confinadas en las venas visibles del edificio, proporcionando la zona de manquiri la firmeza de la cal en competencia con Salinas de Yocalla.  Andrés Dorado entregaba la arena de Challapampa, mientras don José Santos de la vaquera proveía las rejas de hierro de Vizcaya, modeladas en Buenos Aires.  La teja era de la región de don Diego y la piedra de las canteras cercanas a la ciudad de Potosí." [11]  

 

         En 1762 Santelices fue finalmente reemplazado por el brigadier Jaime de Saint Just, quien fuera antes gobernador del Paraguay, y así la construcción de la ceca pudo proceder sin las constantes dilaciones del corregidor conflictivo.  El nuevo superintendente tan pronto tomó posesión del cargo comunicó a la Corona del estado desastroso en que se encontraba la vieja ceca con su ineficiente producción de macuquinas, y de los atrasos en la construcción del nuevo local. 

 

         En octubre siguiente, la edad, la altura y el clima vencieron la resistencia del arquitecto Salvador Villa, quedando de allí en adelante la obra del nuevo edificio en manos de Tomás Camberos, pero como éste, al tiempo de la muerte de Villa, se encontraba abocado a la tala de los árboles necesarios para los maderámenes de la ceca en zonas alejadas de Potosí, se ocupó físicamente de la fábrica el segundo director Luís Cabello. [12]

 

         La obra continuó a diferentes ritmos, y en diciembre de 1765 el virrey Amat y Junyent informó al rey el estado en que se encontraba la casa de moneda, al tiempo que le remitió los planos actualizados para que pudiera darse una idea gráfica de los avances. Asegurábale además al soberano que pondría todo su empeño para que la construcción se terminase en el menor plazo posible.  Carlos III, preocupado por la demora requirió al virrey en octubre de 1766 que apurase las obras y que mantuviese abiertas aún las oficinas que batían macuquinas en la Plaza del Regocijo, como se venía haciendo para no perjudicar al comercio, mientras llegase el momento en que se pudiesen acuñar las piezas circulares.  En otro momento el virrey Amat se quejó de las demoras en terminar la fábrica, lo cual, según indicaba, hacía que hubiese una pérdida " de más de cien pesos diarios." [13]

 

         Es oportuno mencionar que la producción de macuquinas, que venía desde la fundación de la ceca, continuaba usando las mismas técnicas arcaicas de producción en cuatro hornazas regentadas por distintas personas:

 

"La de Diego Moreno de Villegas (denominada "La Pila") que pasó el 19 de enero de 1759 al Hospital de Belén por legado de la última heredera doña Josefa Villegas Moreno; la de los Barea, que fue luego propiedad de don Manuel Tovar y Mur; la de la familia Laredo, que les vino por sucesión hereditaria y la de los Quintanilla recibida de sus antepasados Teresa Muñoz de Céspedes y Antonio García." [14]

 

         Tomó posesión como segundo ensayador de la fábrica, y como teniente del propietario Marqués de Escalona, el otro ensayador Raymundo de Yturriaga quien marcará las macuquinas con la "Y" de su apellido y sus columnarias con la "R" de su nombre.  En el juramento hecho por Yturriaga al ser recibido por ensayador en la casa de moneda por el primer ensayador y los otros oficiales en empleados, se indica que:

 

"... su Señoría mandó se le hiciese saber al Thalla de esta real casa pusiese en las pilas y troxeles la letra Y que es la inicial de este ensayador, lo que se ejecutó." [15]

 

         La nueva hornaza de los Laredo, instalada ya en la nueva ceca, produjo macuquinas el 29 de enero de 1767, y poco después, el 15 de mayo del mismo año se pudo acuñar el primer lote de monedas circulares del tipo de "Mundos y Mares" o "Columnarias".

 

         Tan pronto estuvieron listas las primeras columnarias, se preparó un lote de muestras para remitir a la Corona.  Como era de esperar, la amonedación de macuquinas no se detuvo de inmediato ya que la acuñación de moneda circular se fue incrementando de a pocos, y la preparación del personal en las nuevas técnicas tomaba tiempo, mientras que de otro lado el requerimiento de liquidez del mercado presionaba sobre la fábrica de manera constante.  A causa de lo dicho no es de sorprender que en Potosí se produjesen al mismo tiempo, y por un plazo de tres años los dos tipos de moneda.

 

         Las volantes que se utilizaron en Potosí fueron de dos tipos, unas de Medio Cuerpo y otras llamadas de Cuerpo Entero.  Las de medio cuerpo eran unas prensas chicas con un eje vertical roscado al extremo del cual iba sujeto el cuño del anverso de la moneda.  Abajo del eje se encontraba la "maceta".  En ella se acomodaba el troquel del reverso que era el que soportaba el golpe vertical de la acuñación.  El movimiento y fuerza se lograba por un brazo terminado en dos pesadas bolas de plomo que servían de balancines, y que se giraban con violencia.  Como la base en el sistema de medio cuerpo no era solidaria de la volante, se producían frecuentes roturas de troqueles, cosa que no era tan común en las de cuerpo entero, cuya base era la continuación de la parte superior y que además estaba sujeta con garfios de bronce a una piedra para darle total estabilidad.

 

         En Potosí se comenzó la acuñación de moneda circular con tres volantes de medio cuerpo que habían sido transportadas desde Lima en 1766.  Años después, en 1772 se agregó a estas un par de volantes de cuerpo entero para terminar con la continua ruptura de los cuños.

 

         Además de las volantes, era de primordial importancia para la nueva acuñación una máquina llamada acordonadora que era la que delimitaba con un cordoncillo o laurel el borde de la moneda.  El acordonamiento fue un paso de suma importancia en la acuñación a nivel mundial por lo que éste significaba a la seguridad del usuario.  Ya decía el rey Felipe V en su ordenanza del 9 de junio de 1728 que la nueva moneda debía ser:

 

"...de figura circular, (con) un cordoncillo o laurel al canto, para dificultar por este medio el cercén y la falsificación." [16]

 

          Las monedas columnarias se comenzaron a acuñar a mediados de mayo de 1767 y el fiel Luís Cabello libró la primera partida el 15 de dicho mes.  Durante los años siguientes y hasta el 21 de noviembre de 1770, como veremos más adelante, se continuó la fabricación de columnarias en todos los valores desde medio real hasta el peso de ocho reales, y en cantidades que fueron aumentando año a año.

 

         En el segundo año de acuñación de la moneda circular se dio un caso muy curioso que dio mucho que hablar y escribir aún cuando solo se trataba de un "lapsus calami" del grabador. En 1769 se notó que habían salido a la circulación algunas piezas de ocho reales fechadas en 1768 que en lugar de la inscripción "Utra Que Unum" llevaba  "Urta Que Unum".  Tan pronto como don Pedro de Tagle y Bracho, oidor de La Plata y encargado de reorganizar el banco de Potosí y supervisar interinamente la casa de moneda, tuvo conocimiento del error, avisó al virrey quien ordenó el inmediato recojo de las monedas erradas, tarea en la debía poner todo su empeño.  Tagle por su parte dispuso, por bando, el recojo inmediato de las piezas con la inscripción "Urta por el defecto indecoroso y sustancial que padecen" y amenazando con decomiso, quince días después de la publicación de la orden, a quienes no entregasen al canje esas piezas.  En su celo Tagle incluso ordenó que se reconociesen todos los zurrones que llevaban moneda circular  para separar las malas y que se retuviesen en las Cajas Reales los reales de ocho defectuosos dando aviso inmediato al juzgado para que se les reintegren en moneda corriente.

 

         De las investigaciones quedó claro que el primer sindicado como culpable, el talla mayor José Fernández de Córdova, se encontraba enfermo al tiempo de producirse las monedas con leyenda equivocada y había fallecido el 30 de julio de 1768.  Luego se concluyó que el responsable había sido el hijo del guarda cuños Alvarez, quien por enfermedad de este estaba reemplazando a su padre y no notó el error.  Se calculó entonces que debieron haber salido a la circulación un total de diez a quince mil pesos errados. [17]

 

         Un dato curioso sobre el particular es el aportado por el guardacuños José de Iturbe quien, al declarar sobre el error "Urta que unum", y dar la precisiones mencionadas arriba, comenta que durante la enfermedad del guardacuños Álvarez, estaba él asistiendo en la moneda circular cuando notó que se estaban sellando muchos pesos con el error "Utua que unum", y que estos pesos llegaban a unos ciento veinticinco marcos por lo que de inmediato los hizo saber al fiel y:

 

"…habiéndose juntado con el Superintendente se determinó se cortasen, lo que estándose ejecutándose vino el Talla Calixto y dijo que el lo enmendaría en pocos días, lo que se verificó enmendándose el troxel y dando el arvitrio para que recogida la moneda en el círculo del cordón se bolviese a sellar, con lo qual hecha la experiencia salió bien." [18]

 

         Desde La Plata, donde se encontraba por estar enfermo, Jaime Saint Just escribió una carta fechada el 2 de junio de 1769 en la que indicaba que "la casa de moneda en lo sustancial se haya concluida, pero no las oficinas de bibiendas para los oficiales." [19]  Más adelante, durante la administración de Pedro de Tagle y Bracho hubo que limpiar y corregir algunas irregularidades para hacer habitable la sección de las viviendas como veremos luego.

 

         Saint Just fue reemplazado por Santiago de Arze, quien dispuso, el 17 de marzo de 1770, que se detuviese la producción de monedas macuquinas.  Poco después la vieja ceca se clausuró y quedó operando solo la nueva fábrica hasta que el 15 de setiembre del mismo año, por encargo del virrey Amat y Junyent, viajó a Potosí para inspeccionar el establecimiento el oidor de la Audiencia de Charcas Pedro de Tagle y Bracho, quien, considerando que el edificio aún no estaba terminado, decidió suspender la producción de moneda circular el 21 de noviembre y retornar al batido de las macuquinas. Esta actitud le traería como consecuencia, a Tagle, pesadas acusaciones.  Arze, por su parte, explicó que Tagle había actuado de tal manera aún cuando la ceca nueva se encontraba operando y lista porque pretendía, por ese artificio, ganar el mérito de haber sido él quien terminase el edificio.  Otras acusaciones relacionan la actitud de Tagle más bien a razones económicas, aduciéndose que al retornar a la moneda macuquina con el menor control que se llevaba en ellas, Tagle se había beneficiado con el desorden.  Años después y tras un juicio que duró una década, se pudo probar la culpabilidad del oidor Tagle y Bracho.

 

         Una visión diferente de las razones que hubo para detener la producción de la moneda circular, y que fue la defendida por Tagle, fue que el 29 de mayo se dispuso que solo se labrarían de allí en adelante piezas circulares, pero que estas fueron tan defectuosas que obligaron a continuar la acuñación de macuquinas mientras se podían solucionar los problemas.  También debe tenerse en cuenta que la plata agria con que se acuñaron las últimas macuquinas de Potosí, causó estragos en la calidad de la moneda por salir estas rajadas y con los cuños mal marcados, pero mucho más daño hacía esta plata agria a los balancines usados para producir la moneda circular, los cuales hacían que la ruptura de los cuños fuese constante, con su correspondiente gasto que era preciso explicar ante las autoridades a cada instante. [20] Al parecer no soportaban los cuños el trabajo que de ellos se requería y "cuantos iva entregando el talla se destruían inmediatamente."  Tagle se extiende en sus acusaciones al fiel de la ceca Luís Cabello, responsabilizándolo por la detención de la acuñación de la moneda circular, pues aunque desde que llegó Tagle como superintendente de la ceca se le habían entregado pastas de plata de mejor calidad, el desorden que existía en la fielatura había hecho que Cabello no hubiera sido capaz de producir monedas de la calidad que se esperaba de él, y había sido él mismo quien pidió la suspensión de la acuñación.  En el mismo documento en que se discuten estos asuntos, se presenta Tagle ante el virrey como la persona que había evitado el colapso total de la amonedación, ya que si Amat no lo hubiese nombrado por superintendente y él:

 

 "...no huviera precaucionado este esperado sucesso con la anticipada reposición de dos hornazas, me hubiera visto en el conflicto de no labrar moneda en dos o tres meses." [21]

 

         En carta al virrey Amat fechada en Potosí el 7 de setiembre de 1771, Pedro Tagle detalla los defectos de orden arquitectónico que encontró en el edificio de la ceca al llegar a esa villa.  Indica que de ellos solo mencionará aquellos que el virrey podría notar con solo mirar el edificio y dice que:

 

"...solo demostraré que correspondiendo a esta obra la portada de orden toscana, a más de su monstruosidad en las bolutas jónicas, elebación de módulos grandes, dislocación de los arquitrabes, introducción de reprobados lamparines, mal colocados denteles, y falta de metopas para dejarse ver los triglifos por el  de los modillones que aquí llaman medias uñas, todo ha sido una disconformidad en que reconocen aún los ignorantes en la architectura defectos tan irregulares que sensuran no haverse observado alguna de las cinco órdenes." [22]

 

         La producción de  los últimos años de macuquinas en Potosí nos permite ver que los picos más bajos en la producción se producen en 1770, año en que se detiene la producción del 17 de marzo al 21 de noviembre, y en 1773 último año de producción a martillo.

 

                            1766           3'078,985.   pesos

                            1767           2'825,784.   pesos

                            1768           3'252,222.   pesos

                            1769           3'265,823.   pesos

                            1770           1'404,140.   pesos

                            1771           2'996,298.   pesos

                            1772           3'645,240.   pesos

                            1773           1'181,782.   pesos

 

         En diciembre de 1772 se procedió a hacer un inventario y reconocimiento de la casa de moneda para lo cual se envió un crecido número de funcionarios bajo la dirección de don Pedro de Tagle y Bracho.  Fueron estos:

 

               Manuel Prego de Montaos                Interventor

                   Manuel Mozo de la Torre                  Interventor

                   Patricio Martínez                               Escribano

                   Juan de Peñarubio                             Alcalde ordinario

                   Juan Fermín Daza                             Alcalde ordinario

                   Nicolás del Valle                               Oficial Real

                   Joseph Ayarsa                                  Contador oficial real

                   Joseph García Ybar                          1er. Of. Contaduría

                   Felipe Santiago de Arze                    Contador

                   Antonio García Arias                        Of. de tesorería

                   Joseph Azcazubi                                Teniente de tesorero

                   Raymundo de Yturrieta                     Procurador de la villa

 

         Si se lee la documentación relativa a la inspección que se hizo a la ceca por encargo de Pedro Tagle, mencionada arriba, se puede notar en el recorrido que se hace de habitación por habitación, las modificaciones que hubo que realizar cuando llegó este superintendente, especialmente en la remoción de los escombros que llenaban prácticamente todos los alojamientos de los oficiales y parte de los patios.  Además hubo que hacer grandes correcciones en las alturas de la calle y los cimientos así como cambios en la disposición de las entradas y salidas de agua  de consumo, desagües y aguas de lluvia.  Estas modificaciones no se hicieron solo para evitar que las habitaciones fuesen húmedas, lo cual era uno de los graves problemas que encontró Tagle, sino aún para evitar que las aguas servidas de los conventos y hospitales entrasen a la ceca con efectos terribles.  Al tratar de este asunto el informe indica que:

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"...bertiéndose las aguas a este conducto crecido y subterraneo todas corrían para adentro de la casa de moneda por el lugar referido de suerte que no solo se hallaba perjudicado con la más dañoza servidumbre que no ha sido ni es tolerable por persona ni convento alguno en esta Villa sino expuesta a mudarse y destruirse y a dañar las cañerías de aguas limpias que entraban sobre este conducto, y así se vio muchas veces salir por las pilas y fuentes la sangre y materia de los hospitales, según lo informó al Excelentísimo Virrey de estos Reynos, el señor Tagle con fecha de diez y ocho de abril del presente año de setecientos setenta y dos. " [23]

 

         También hubo razones de orden humanitario para realizar las modificaciones que consideró Tagle necesarias, como se aprecia en el caso de las fundiciones donde la vida de los que allí trabajaban era insufrible, y de hecho se refiere a las "frecuentes muertes de los operarios", considerándose que estas se debían a "salir sudosos a los vientos".  Sobre las oficinas de fundición nos ha dejado el superintendente una descripción muy vivida:

 

"En dos o tres ocasiones que entré a las fundiciones para el referido reconoscimiento, no solo sentí, con notable detrimento de mi salud, sus perjudiciales efectos, sino que pareciéndose tales oficinas las mismas que fingen las fábulas en la navegación de Acheronte por la laguna Estigia para entrar a la fragua de Bulcano; me consideraba (como todos los concurrentes) en los territorios de Plutón..." [24]

 

 

 

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[1].- Burzio, Humberto F.  La ceca de la Villa Imperial de Potosí y la moneda colonial.  Buenos Aires 1945. p.8.

[2].- Benavides M, Julio. Historia de la moneda en Bolivia,  La Paz, Bolivia,  1972.  p.18.

[3].- Murray, Glenn.  Mechanization of the Peruvian Mints. The Coinage of El Perú.  Coinage of the Americas Conference. New York, 1988.  p.146.  Murray indica que toda la información recogida para el caso potosino es de A.G.I. Charcas 679 - 83. 

[4].- Fuentes, M.A. 1859.  Ob. cit. Tomo IV p.378.

[5].- Resumen de los Onze quadernos de la visita del Dr. Pedro de Tagle a la Casa de Moneda de Potosí. Cuaderno 12. col. part.

[6].- Es común encontrar nombres como plaza del gato; callejón del Gato; calle del gato.  En realidad se trata de una deformación de la palabra quechua "Catu" que significa mercado.

[7].- Murray, Glenn .S. ob. cit incluye copia del plano de Joseph de Rivero que se encuentra en A.G.I. Mapas y Planos: 300.

[8].- Burcio, Humberto F. Buenos Aires 1945, Ob cit. p.8.

[9].- Fuentes M.A. 1859. Ob. cit. tomo IV. p.374.

[10].- Murray, Glenn S. Ob. cit. p.149

[11].- Fernández, Luís Alfonso. La Real Casa de la Moneda.  Ed. Los amigos del Libro. La Paz, 1979 p.68.

[12].- Aunque Luís A. Fernández (1979) da como fecha del fallecimiento de Villa en Potosí el 19 de enero de 1764, Glenn S. Murray (1988) indica in su trabajo citado "In October 1763 Salvador Villa died from age and altitud related problems." El acceso y la cita de fuentes más precisas además de la fecha más reciente la de publicación de Murray nos lleva a inclinarnos por la fecha indicada por él.

[13].- Fernández, Luís Alfonso. 1979. Ob. cit. p.67.

[14].- Cunietti-Ferrando,Arnaldo. Las macuquinas de Potosí en el reinado de Carlos III.  Cuadernos de Numismática y Ciencias Históricas.  Tomo IX. N° 33.  Buenos Aires, octubre 1982. p.8.

[15].- Janson, Hector Carlos. Las acuñaciones potosinas del año 1760.  Cuadernos de Numismática etc. Tomo XII, N° 46, Buenos Aires, Junio 1985. p.4. 

[16].- Medina J.T. Ob. cit. 1919.   p.27.

[17].- B. N.P.  Manuscritos. Exp. C.2245.  1769.

[18].- Ibid.

[19].- Fernández, Luís Alfonso. 1979. Ob. cit. p.67.

[20].- Janson, Carlos y Arnaldo Cunietti-Ferrando, Las monedas macuquinas de Potosí.  Cuadernos de numismática y Ciencias históricas. Tomo XIII. Buenos Aires, octubre 1986. p.2.

[21].- B.N.P. Manuscritos. Exp, C.2602.

[22].- Burzio, Humberto F. Buenos Aires, 1945. ob. cit. p.205-207. Inserta la trascripción íntegra del informe de Tagle al virrey Amat del 7 de setiembre de 1771.  Remite al Archivo particular de la Casa Pardo en Buenos Aires donde se encuentra el original.

[23].- La ceca de Potosí. Construcción del edificio. Reconocimiento de la obra.  Traslado 18 de mayo de 1773. Copia integra del manuscrito en la Real Fábrica de Moneda y Timbre de Madrid.

[24].- Burzio, Humberto. 1945. Ob cit. p.208.