LAS CASAS DE MONEDA  ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR

 

III.- El siglo de las reformas

 

La ceca de Bogotá pasa a la Corona

 

 

          La orden de traspasar las casas de moneda de manos de particulares a las de la Corona por medio de un superintendente fue recibida por el virrey del Nuevo Reino de Granada el 13 de diciembre de 1751.  El reglamento para esta ceca era prácticamente el mismo que el que se aplicaba en las de México, Lima y Potosí, dejando siempre un margen la adecuar las peculiaridades de cada fábrica según hemos visto en el caso de la de Lima.  El teniente coronel Miguel de Santistevan fue nombrado para dirigir la Casa de Moneda de Santa Fe y encargado de llevar las disposiciones reales efectuar su incorporación. Con Santistevan viajaron desde la península el ensayador Juan de Chávez, el fiel de balanza, Juan Espinoza de los Monteros, y dos tallas, José Martín Carpintero y Francisco Benito.

 

         En vista que la ceca bogotana era poco más que una herrería, fue necesario enviar a un director de obras que se ocupase de la construcción para del nuevo edificio, así como de su implementación.  El encargo recayó en Thomas Sánchez Reziente, quien antes de embarcarse para América encargó a la casa de moneda de Sevilla todo lo necesario para poder iniciar la fabricación de las monedas de cordoncillo con el busto del soberano. Cuando el material solicitado llegó finalmente a Bogotá, lo hizo, según inventario, en  249 cajones transportados desde las riveras del río Magdalena a lomo de mula y espalda de indio por la ruta que desde Honda y pasando por Guaduas llega a la sabana.

 

         Decidido el lugar donde se establecería la fábrica, que fue el mismo que venía ocupando cuando estaba en manos de particulares como había sucedido en Lima pero no en Potosí, se inicio la construcción en 1753 con piedras y adobes, y fue esta de tan buena factura que hasta hoy está en pie.   A los seis años de su inicio la Casa de Moneda quedó terminada y a mediados de 1762 se extinguió el cargo para el que Sánchez Reziente había sido nombrado, pero su dedicación había sido tan meritorias que el rey, en agradecimiento, le mantuvo el sueldo, que era de 1,800 pesos anuales hasta el fin de su vida.

 

         Por su parte el flamante superintendente  procedió a recibir los inventarios de la ceca de manos del tesorero interino Manuel de Porras y ante la atenta supervisión de los herederos del último tesorero particular de la fábrica y del personal del establecimiento. [1]

 

         Una de las recomendaciones de Sánchez Reziente fue que se debía seguir acuñando moneda cortada como hasta entonces mientras se terminaba de construir e implementar la nueva fábrica, lo cual le pareció al virrey, junto con otras sugerencias, muy acertado.  Durante los cuatro años que se inician el 1 de setiembre de 1753 y corren hasta 1766,  Bogotá produjo piezas de oro tipo macuquino de ocho, cuatro, dos y un escudo mientras que en plata sólo se batieron cuartillos recortados.

 

         El 26 de junio de 1756 se realizó una prueba de fabricación de monedas de plata del tipo circular con siete onzas 2 ochavas de plata que produjo 32 piezas de ocho reales y el resto en cuartillos. La acuñación de moneda oro de cordoncillo, por su parte, recién se inició el 24 de diciembre de 1756, transformándose una cantidad algo superior a 307 marcos en monedas de ocho escudos.

 

 

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[1].- Barriga Villalba, A.M. ob. cit. tomo II. p.29.