LAS CASAS DE MONEDA  ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR

 

III.- El siglo de las reformas

 


Firma del ensayador Manuel Rodríguez de Carassa

 

 

Las cecas en manos de la Corona

 

         En 1746, aprovechando una enfermedad del superintendente de la casa de moneda de México, el rey comunicó a los virreyes de Nueva España y del Perú, sus planes para terminar con los problemas de la ceca limeña.  Para ello ordenó al cordobés Antonio Morales y de los Ríos Ramírez de Arellano, que pasase de Cádiz a México a hacerse cargo de la ceca de esa ciudad, para que aprendiese, con la practica, las novedades que debían ser introducidas en las fábricas monetarias peruanas.  Según las indicaciones del monarca el motivo del viaje de Antonio Morales debía ser mantenido en absoluto secreto, especialmente en Lima, porque había recibido autorización para deshacerse de cuantas personas que trabajasen en la ceca  le pareciese conveniente.

 

         Durante su estadía en México debía Morales estudiar las técnicas de la fabricación y sacar copias de todas las herramientas e instrumentos que fuesen necesarios para la nueva fábrica.  Además debía contratar a los oficiales que creyese oportuno para poder adelantar con el nuevo sistema de acuñación. Respecto a este último encargo Morales escogió a tres personas para que lo acompañasen al Perú y que fueron: el grabador Joseph de Zúñiga, quien en 1793 seguía desempeñándose como grabador mayor de la ceca de Lima; el cortador acordonador y acuñador de monedas Tomás Guiridi, a quien se le pierde el rastro después de 1753, año en que estaba en Lima entrenando a dos acuñadores locales y Alejandro Rodríguez, fundidor y acuñador, quien por no poder aplicar su arte en el Perú ya que las callanas en el Perú eran diferentes de las de Nueva España, fue devuelto a México en 1751 donde vivían su mujer e hijos porque, según se entiende de los documentos, al estar sin nada que hacer se había "enteramente relaxado en el escandalozo vicio de la lazibia como en el de la embriaguez." [1]

 

         Estaba en México Morales de los Ríos cuando se enteró del terremoto del 28 de octubre que destruyó gran parte de Lima y por completo la casa de moneda.  La noticia lo convenció de la necesidad de llevar consigo también a un arquitecto que pudiese construir un nuevo establecimiento de acuerdo a los más modernos requerimientos.  La elección recayó en Salvador Villa, constructor acreditado de la ceca de México, quien, con el correr del tiempo y una vez terminado su trabajo en Lima, fue enviado a Potosí para levantar allí un establecimiento similar.

 

         Tras permanecer siete meses en la capital de Nueva España, Morales de los Ríos se embarcó hacia Lima con el cargo de superintendente de su casa de moneda.  Tan importante era considerada su misión que el virrey de México ordenó se tuviese listo un navío especial para que transportase al flamante superintendente con su familia y acompañantes así como:

 

"Los instrumentos de fierro, acero, bronce, modelos de madera y otras cosas que, en cumplimiento de la Real Orden de Su Magestad de tres de octubre del año pasado de 1746 se han fabricado en esta Real Casa de Moneda de México..." [2]

 

            El superintendente de la ceca mexicana, Gabriel Fernández Molinillo en su carta relación del 12 de marzo de 1748 citada arriba, hace una lista detallada de los materiales enviados con Morales de los Ríos, dividiéndolos según las oficinas en: talla; de "valanza"; de fundición; de herrería.  Separa además las operaciones y los metales. Es especialmente interesante la lista de las partes enviadas para hacer las volantes:

 

"…2 usillos; 2 tejuelos; 2 brazos: uno grande y el otro chico; 2 cajoncitos; 2 macetas; 16 tornillos; 1 arpón con dos tuercas para la gargantilla; 1 llave; 1 telera; 2 machos de romper cajoncillos; 1 puente de bronce; 1 gargantilla; 2 moldes de madera de ayacahuite, cedro y nogal con 12 tornillos de fierro; 12 tuercas y una llave; 1 molde para gargantillas de dichos volantes." [3]

 

            El costo de todos los instrumentos, modelos y otras cosas que se enviaron a Lima, así como su transporte y el pago a Morales y a los cuatro oficiales que le acompañaron, llegó, según la relación de Molinillo a 35,185 pesos y 6 reales de plata.

 

         El viaje lo realizaron Morales y su comitiva en carruajes desde México a Acapulco.  De allí navegaron hasta Paita desde donde alcanzaron la capital del Perú por tierra como era lo usual hacer a causa de lo lento que resultaba la travesía la navegación desde ese puerto al Callao a causa de la dirección de los vientos y corriente marina.

 

         La entrada a Lima del flamante personal y materiales para la ceca se realizó el 25 de mayo de 1748, y dos días después Morales asumió el cargo de superintendente. Sobre el particular comenta el virrey José Antonio Manzo de Velasco en su relación de gobierno:

 

"La primera diligencia que se prevenía era la de que se apoderase el Superintendente de todo lo que pertenecía a la Casa, y expedí decreto el día 27 del mismo mes de mayo para que, acompañado de los ministros que tuve por conveniente, se ejecutase con el mayor cuidado, lo que se practicó aquel  día sin embargo, después de haber hecho inventario con las solemnidades necesarias de cuanto encontró en ella, y quedó en posesión de su ministerio." [4]

 

         El minucioso inventario que se hizo del establecimiento fue para evitar posteriores problemas que eran de esperarse ya que los antiguos propietarios de los cargos debían ser retirados de ellos lo más pronto posible para efectuar el reordenamiento requerido.

 

         Sobre las primeras actividades de Morales de los Ríos en la ceca nos comenta el doctor Moreyra:

 

"Su primera orden fue la de suspender a todos los altos funcionarios - denominados ministros - que habían servido hasta entonces, sobre todo a los que tenían oficios enajenados.  Además de separados algunos, se inició pesquisa de los manejos y remitió los autos a Su Majestad, para que, a su vista deliberase; y colocó en los puestos removidos a otros viejos servidores, por creérseles indispensables, ayudados por los nuevos oficiales recién venidos con el séquito desde México.  Mandó cesar, además, la labor por cuenta de particulares y estatuyó principiasen por cuenta de Su Majestad, lo que se publicó por bando." [5]

 

         Pasados unos días en que Morales pudo ver el desempeño de cada empleado, el virrey procedió a efectuar los nombramientos de acuerdo con el superintendente.  Para los cargos de tesorería y contaduría nombró al veedor y al proveedor del Callao, quienes habían quedado sin destino desde que se habían suprimido esas plazas.  Posteriormente se restituyeron los cargos a quienes los tenían comprados, volviendo el tesorero a su puesto y sacando al recién nombrado veedor del Callao.  El fundidor mayor, que también operaba como ensayador, fue repuesto en el oficio de la fundición, pero no se le permitió seguir como ensayador por ser estos dos empleos considerados incompatibles.  El 5 de julio de 1748, en reconocimiento a sus méritos demostrados, Morales nombró a Joseph Rodríguez de Carassa por ensayador mayor de la casa de moneda de Lima con un sueldo anual de 1,900 pesos, monto del cual debía cubrir el salario de un oficial designado por él.  La designación del ensayador recayó en su sobrino Manuel Rodríguez de Carassa y Rivas, y así pudo "alentar la íntima satisfacción de auspiciar la iniciación de su carrera al servicio de la Real Casa de Moneda, tal como  veinte años antes la iniciara él mismo bajo la protección de su tío Juan Joseph Rodríguez de Carassa y Soldevilla." [6]

 

         El virrey procedió luego a fijar los salarios de los empleados tomando como referencia los que se pagaban en México pero reduciéndolos proporcionalmente al trabajo que se efectuaba en la ceca limeña, el cual, según consideraba, era menos laborioso "por no fundirse el crecido número de marcos que en aquella".  Además, de acuerdo a las facultades que para el efecto le había otorgado el rey, mantuvo a algunos de los "ministros de los antiguos juzgándolos por precisos." [7] Al ensayador mayor Joseph Rodríguez de Carassa le correspondió un sueldo anual de mil novecientos pesos, y el primer día de junio de 1748 abrió un nuevo libro de remaches para anotar en él el resultado de sus ensayes. [8]

 

         No fue sólo el ámbito directo del establecimiento el que pasó a la nueva administración.  El nuevo orden contemplaba también que las pastas de oro y plata ya no serían compradas a mercaderes que manejaban el monopolio de los metales ante la ceca, sino directamente a los dueños, quienes al entregarlas a la casa de moneda recibirían el precio declarado en su intrínseco valor según las nuevas ordenanzas.

 

         El problema que se presentaba cuando la ceca quería comprar los metales directamente era que los dueños de las pastas exigían de inmediato el pago en monedas, mientras que los mercaderes esperaban que los metales entregados hubiesen sido amonedados.  A fin de evitar el inconveniente que siempre resultaba por la falta de liquidez de la ceca, el virrey dispuso que se proveyese de las Cajas Reales  todo el dinero que necesitase el superintendente, quedando ese dinero allí mientras no se presentase alguna urgencia que hiciese indispensable  sacarlo.  De esta manera se pudo lograr que la casa de moneda de Lima contase con la suficiente liquidez para poder operar sin angustias.

 

         El terremoto de 1746 que había dejado el edificio de la ceca totalmente destruido, fue providencial para los intereses de la Corona.  De una parte, fue posible comprar el solar a precio muy razonable por ser sólo el del terreno, pero además el temblor, al traer abajo  el edificio, hizo el trabajo que hubiese sido necesario efectuar para establecer la nueva fábrica de acuerdo "al plan que ha ejecutado Dn. Salvador Villa".

 

         Como el antiguo terreno de la ceca no era suficiente para la nueva construcción, se compraron cuatro solares vecinos  y una casa "bien labrada" para que en ella viviese el superintendente y alguna otra de las familias de los oficiales que por ley debían habitar en la ceca.  El virrey, en su relación de gobierno indica que todos los solares y la casa costaron un total de 78,162 pesos. [9] Se conoce también que el área íntegra de la ceca alcanzó los 9,120 metros cuadrados y que la primera piedra del nuevo edificio se colocó el 2 de noviembre de 1748. En el estudio hecho sobre el Dictamen del ensayador  Rodríguez de Carassa publicado por el Banco Central de Reserva del Perú, Carlos Laso indica que los planos de la nueva ceca fueron ejecutados por un profesor de matemáticas de la Universidad de San Marcos, probablemente Louis Godín a quien nos referiremos luego, y que sólo Villa supervisó la obra. [10] 

 

         En una nota sin fecha enviada por Morales de los Ríos al virrey, le remite el plano ejecutado por Salvador de Villa para la casa de moneda, solicitándole se sirva aprobarlo si es de "su gusto y satisfacción".  Una nota al margen fechada, esta si, en Lima el 8 de julio de 1748 indica "apruébase el plan propuesto para la construcción de la casa de la moneda, y el señor Juez Superintendente dará la providencia para que arreglándose a él se execute la obra." [11] 

 

         La cuenta que hizo Diego de Santa Cruz y Centeno, encargado de contabilizar el gasto de la reconstrucción de la ceca, hace ver que del 12 de noviembre de 1746 al 2 de febrero de 1747 se procedió a sacar el desmonte producido por la caída de los edificios del establecimiento, y en "construir ranchos de quincha, piezas de madera y paredes nuevas para la continuación de la fábrica", todo lo cual costó  4,036 pesos 3 1/2 reales. [12]

 

         La construcción de los ranchos de quincha sobre los escombros explica como fue posible seguir acuñando moneda inmediatamente después del terremoto.  Entre las obras que se efectuaron para adecuar la anticuada casa de moneda al sistema de acuñación moderno estuvo la de elevar el nivel del río Huatica, brazo del Rimac, para aprovechar su corriente como fuerza motriz de la maquinaria. [13]

 

         La mencionada relación de Santa Cruz y Centeno pormenoriza el proceso de reconstrucción de la ceca desde el 12 de noviembre de 1746, es decir, a los 14 días del sismo hasta el 27 de mayo de 1748, día en que Morales de los ríos se hace cargo de la casa de moneda.  Según este informe el primer director de la obra fue Ysidro Lucio, quien al 2 de junio de 1747 había sido cambiado por Cristóbal de Vargas quien recibía un salario de dos pesos, y era apoyado por su "sobrestante" Joseph Evangelista con 10 reales diarios de paga.  En junio de 1747 fue contratado el catedrático de Prima de Matemáticas y Cosmógrafo Mayor del Reino del Perú, Louis Godín para que efectuase la medición de los solares comprados para la ampliación de la ceca, trabajo por el que recibió la suma de 200 pesos. [14]  Posteriormente, en octubre del mismo año, se encargó al mercader de plata Phelipe Barba de Cabrera de la construcción de dos hornazas.  Barba se preocupó además de conseguir las maderas para la obra.  Termina su relación Santa Cruz y Centeno indicando que por decreto del Superior Gobierno, fechado el 24 de enero de 1748, se nombró por superintendente de las obras e la casa de moneda a Julián Aramburú. [15]

 

         Casi una década después de la destrucción de la ceca, el constructor Salvador Villa, en carta del 8 de junio de 1756 dirigida al superintendente Morales de los Ríos, informa que se han hecho los cálculos para la construcción de las puertas y ventanas requeridas para la casa de moneda.  Villa, siempre práctico, encontró que la mejor manera de poder fijar los costos de la obra de madera era establecer un taller de carpintería en la misma ceca. A resultas de ello pudo decir en la mencionada carta que:

 

"La ventana balaustrada con postigos, salió cada una a 6 pesos 2 reales y la puerta enrrazada a 3 pesos 3 reales, por lo que me parecería más y de mayor beneficio el que se hiciesen a estajo o como Vuestra Señoría le pareciese más conveniente y de mayor beneficio." [16]

 

         El virrey Manso de Velasco menciona en su memoria que al terminar su gobierno, hacia octubre de 1761, la "obra de la Real Casa de Moneda" estaba casi concluida a excepción de las viviendas del contador y el tesorero "en que se trabaja actualmente y se finalizan en el próximo año. [17]

 

         Los punzones para la fabricación de los nuevos cuños llegaron de Madrid el 31 de octubre de 1750.  En el trayecto, por no haber sido protegidos adecuadamente, enmohecieron al punto que no se pudieron utilizar y debió Morales de los Ríos recurrir a los que había traído desde México. [18]  

 

         El virrey, por su lado, es muy optimista al referirse a las primeras acuñaciones del nuevo tipo, anotando en su memoria que tan pronto terminaron los trabajos del molino y los tres volantes, se inició la producción, y llega a concluir que esta "salió a la perfección", opinión que sería pronto rebatida por las autoridades de la península. [19]  

 

         Las primeras monedas de oro del tipo circular con cordoncillo las envió Morales de los Ríos a España con carta del 25 de mayo de 1751, y el 8 de agosto siguiente confirmó haberse terminado la acuñación de seis mil marcos de oro que era la cantidad estipulada inicialmente.  Esta cantidad inicial fue aumentada posteriormente y al final del año la acuñación había llegado a los 13,863 marcos y tres ochavas.  Se acuñaron además algunos marcos de plata.  Dos años después una carta remitida desde Aranjuéz el 21 de mayo de 1753, acusó recibo de las dos enviadas por el virrey  así como de las muestras, y en ella se comenta el resultado del reconocimiento efectuados a las muestras.  Si bien, decía la carta, se había encontrado que las monedas estaban "bien labradas en quanto a su redondez, limpieza, lustre, tamaño y impresión", debía tenerse más cuidado en la "estampa" y en que los sellos de ambos lados se colocasen derechos para evitar que quede "el escudo o retrato ladeado".  Además, anota el documento que:

 

"…no siendo el cordoncillo que se les ha puesto el que deben tener para conseguir la uniformidad de todas las monedas de oro, se remitan al Virrey punzones del retrato, sellos, matrizes y el cordoncillo que corresponde. [20]

 

         En cuanto a la ley de estas primeras monedas de oro de cordoncillo acuñadas en Lima, indica la mencionada carta que el doblón de a ocho tiene tres quartos de grano "largos" y el de cuatro, tres cuartos de grano "escasos" por lo que se recomienda más cuidado en los ensayes y la fundición de los que se encuentran en falta.

 

         Las nuevas matrices para la moneda circular enviadas desde España por haberse enmohecido las primeras, como vimos, llegaron al Callao en dos cajones que trajo un aviso que hizo su entrada al puerto el 31 de octubre de 1751 y en la misma fecha el conde de Superunda las remitió a Morales de los Ríos. [21]

 

         En ese mismo año de 1751, el rey Fernando VI expidió en San Lorenzo una Real Cédula fechada el 12 de noviembre y dirigida al virrey del Perú, en el cual le comunicaba que el superintendente de la ceca de México, Gabriel Fernández de Molinillo, a pedido suyo, había remitido unas ordenanzas particulares -arregladas de acuerdo a las expedidas en Cazalla el 16 de julio de 1730- que se adecuaban a la casa de moneda de México y que luego de haberlas aprobado las enviaba para su aplicación en "lo que fuesen adaptables a la Casa de Moneda de esa ciudad", pidiendo se informase las modificaciones que creía necesarias. [22]

 

                   El 16 de noviembre de 1753 contestó el virreinal Soberano haciéndole saber cuales eran los puntos de las ordenanzas mexicanas que no habían sido encontradas acordes a la situación de la ceca limeña y las
que había considerado oportuno variar por convenir al Real Servicio según el estudio realizado por Andrés Morales que había sido terminado el 30 de agosto de 1753.  El rey, luego de recibir el informe del virrey, lo llevó ante el Consejo de Indias y "con lo que dijo el fiscal, y consultándome sobre ello" resolvió, entre otras cosas:

 

"…aprobar la reducción de ministros y salarios que habéis hecho para esa Casa, destinando treinta y cinco, con los sueldos de quarenta y dos mil quinientos y quarenta y cinco pesos al año, en medio de estar asignados cincuenta, con los (sueldos) de sesenta y un mil seiscientos y treinta para la de México.  ....que en lugar del millón y doscientos mil pesos que manda haya de fondo en México para el pronto y efectivo pago de los metales a sus dueños, bastará en esa capital el de quatrocientos mil... que en esa Casa solamente haya dos ensayadores en lugar de los quatro señalados para la de México. ...De que sin embargo de prevenir la ordenanza veinte y siete se labren en México, cada año, quarenta mil marcos en moneda sencilla de reales de a dos, de a uno, y de a medio, será suficiente acuñar en la de esa capital, de doce a quince mil marcos de esta especie." [23]

 

         La primera ordenanza da la lista de los ministros y oficiales con que debía contar la ceca para su adecuado funcionamiento.  Eran considerados ministros desde el superintendente hasta el fiel, y oficiales mayores: el fundidor, el guardacuños, el guardamateriales, el tallador y el primer oficial de la contaduría. [24]

 

         El cargo de fiel debía ser arrendado a mejor postor, pero como no se sabían los costos de la fielatura, el rey, en la Real Cédula del 11 de noviembre ya mencionada, dice que "hasta que se perfeccionen los instrumentos y oficinas y se averigüen formalmente los costos" se siguiese operando como hasta entonces a cargo de la Real hacienda.  A fin de conocerse el costo real se experimentó un tiempo que resultó ser más del esperado a causa de la "impericia de los operarios y lo poco que adelantaban en el trabajo diario", hasta que se llegó a la conclusión que el costo era de siete reales y medio para el oro y de cuarenta y seis maravedís y un centavo para la plata.  Cuenta el virrey Manso de Velasco en su Relación de Gobierno que sacó a remate el puesto de fiel de la ceca pero que esto suscitó un enfrentamiento entre el superintendente y el fiscal quien pretendía excluir al primero del acto de remate apoyándose en una ley.  Optó el virrey por llamar a los postores a su presencia y pedirles a uno por uno su mejor propuesta sin posibilidad de puja, lo cual, ante el temor de que los otros la hiciesen más baja, "obligó a cada uno a moderar la suya".  Una vez escuchadas las ofertas, nombró el virrey a Pablo Matute y Vargas por fiel de moneda por el plazo de dos años por haber ofrecido hacer el trabajo de fabricación de moneda de plata doble por cuarenta y dos maravedís y la sencilla por 46, y la de oro por siete reales, consiguiéndose así una diferencia notable en relación a los costos de la fabricada anteriormente. [25]

 

         A partir de 1751 la fielatura sustutiyó las hornazas existentes en la ceca de Lima, que eran las oficinas encargadas de la amonedación cuando esta se hacía a martillo.  la oficina de fielatura era la principal de la fábrica y en ella los rieles de metal eran transformados en moneda.  Esta oficina estaba dividida según las funciones que en ella se realizaban para el proceso de la transformación: Sala de laminado; de recocho; de fundición; de cizalla, de hileras, de corte y limado de discos; de blanquición, y finalmente de acuñación de monedas.

 

         Las responsabilidades del fiel incluían la reparación por su cuenta de las herramientas e instrumentos, los cuales debía entregar al terminar su contrato tal como los había recibido, excepto cuando se trataba de renovar totalmente las volantes y otras obras mayores.  Respondía además el fiel por el nombramiento y despido del personal requerido para las labores de la ceca.  Se encargaba también de la compra del carbón y aguas fuertes para el blanqueó de las piezas. 

 

         En caso de que las monedas no saliesen bien por algún motivo, el fiel estaba obligado a fundirlas y acuñarlas nuevamente a su costa sin poder hacer ningún reclamo al respecto.  Por disposición expresa de Su Majestad, el fiel debía vivir en la casa de moneda con su familia y tener llave de todas las oficinas bajo su cargo con la sola limitación de la sala de volantes, la cual debe tener dos llaves estando una en manos del fiel y la otra en las del guardacuños.  La posición jerárquica dentro de la fábrica era en asiento, voto y firma, inmediatamente después del juez de balanza.

 

         Desde la adquisición de la fielatura por Matute de Vargas en 1758, cargo que fue renovado posteriormente, ocuparon el puesto en la casa de moneda hasta el fin de la época virreinal siete personas que fueron:

 

        1.- Pablo Matute de Vargas                                    (1758/1766)

         2.- Pedro Recarte                                                      (1766/1767)

         3.- José Benito Moreyra Bermúdez de Castro        (1767/1781)

         4.- Miguel Oyague y Sarmiento                               (1781/1791)

         5.- Francisco Moreyra y Matute                              (1791/1811)

         6.- Ildefonso Antonio de Gereda                              (1811/1816)

         7.- José de Arismendi                                               (1816/1821)

 

         La incorporación de la casa de moneda a la corona se realizó definitivamente el 20 de junio de 1753.

 

 

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[1].- Ibid.

[2].- A.G.I. México 28B. Carta y Relación hecha por el Superintendente de la ceca de México don Gabriel Fernández Molinillo al marqués de la Ensenada. México, 12 de marzo de 1748.

[3].- Ibid.

[4].- Fuentes, M.A. (editor) 1859. Ob. cit. Tomo IV. p.251: Don José Antonio Anzo de Velasco, Conde de Superunda.

[5].- Moreyra Paz Soldán, Manuel. Ob. cit. p.324.

[6].- Tauro, Alberto.  Joseph Rodríguez de Carassa en la historia de la acuñación colonial.  Revista Histórica Tomo XXXIV. Lima, 1983-1984. p. 141.  Joseph Rodríguez de Carassa vino al Perú en seguimiento de su tío Juan Joseph Rodríguez de Carassa y Soldevilla, ensayador mayor de la casa de moneda de Lima, quien requirió sus auxilios y lo inició en las tareas propias de la fundición en 1729.  ver: Elias Mújica y Álvarez Calderón. Los Rodríguez de Carassa.  Revista del Instituto peruano de investigaciones Genealógicas N° 13. p. 183ss.

[7].- Fuentes. M.A. Ob. cit p.251.

[8].- Tauro, Alberto. 1983-1984. Ob. cit  p.153-154.

[9].- Fuentes, M.A. 1859. Ob. cit. Tomo IV p.253.

[10].- Dictamen de don José Rodríguez de Carassa.  Banco Central de Reserva, Lima, 1990. p.135.

[11].- Razón de las Cedulas y Ordenes dirigidas a la Real Casa de Moneda de Lima que se hayan en su contaduría. Doc. N° 40, fol.219. Col. part. Lima.

[12].- A.G.N.  Casa de Moneda.  Legajo 5, cuad. 2-008.1747.  Cuenta de  Diego Santa Cruz y centeno a la Junta de la Real Casa de Moneda, Lima, 21 de junio de 1748.

[13].- Ministerio de Hacienda, Casa de Moneda. Legislación Monetaria.  Lima, 1919. p.140.

[14].- Louis  Godin:  (París 1704-Cádiz 1760) Matemático y astrónomo. Participó en la expedición dirigida por La Condamine para medir un arco del meridiano terrestre en el Ecuador. Terminado su trabajo en Quito, que ayudó a determinar el aplanamiento polar de la tierra, pasó a Lima donde el virrey le encargó la cátedra de matemáticas de la Universidad de San Marco y el cosmografiato del Perú.  A su regreso a Europa en 1751 fue nombrado director de la Escuela de Guardiamarinas de Cádiz.  Tuvo ocasión de soportar y estudiar los efectos de los terremotos de Lima de 1746 y de Cádiz de 1755.

[15].- A.G.N.  Casa de Moneda. Legajo 5. Cuaderno 2-008. 1748.

[16].- Razón de la Cédulas y Ordenes dirigidas a la Casa de Moneda de Lima que se encuentran en la contaduría.  Carta de Salvador Villa a Andrés Morales de los Ríos. Lima 8 de junio de 1756. Col. part.

[17].- Fuentes, M.A. (1859). Ob. cit. Tomo IV p.255.

[18].- Medina, J.T. Santiago 1919. Ob. cit.  p.165. Medina cita la carta del virrey Conde de Superunda al marqués de la Ensenada del 13 de noviembre de 1751.

[19].- Fuentes, M.A. Ob. cit. Tomo IV p.253.

[20].- Razón de las Cédulas etc. citado. fol. 19 a 21.

[21].- Archivo del Museo Numismático del Banco Wiese Ltdo. Lima, Perú.  (en adelante A.N.B.W.) Carta del virrey al superintendente de la casa de moneda. Lima, 31 de octubre de 1751.

[22].- Ordenanzas para el gobierno de la labor de moneda de oro y plata que se fabricaren en la Real Casa de Lima. Formadas por las establecidas para la de México en lo que son adaptables y arregladas en lo que no lo son a lo resuelto por Su Majestad en Real Cédula de 11 de noviembre de 1755.  Lima, 1788. En adelante Ordenanzas 1755.

[23].- Ordenanzas 1755. Real Cédula dada en Buen Retiro el 11 de noviembre de 1755.

[24].- La lista completa es: 1 superintendente; I contador con 3 oficiales; 1 tesorero con 3 oficiales; 2 ensayadores; 1 juez de balanza con 1 ayudante; 1 fiel de moneda; 1 fundidor mayor con 4 guardas de vista; 1 fundidor de cizallas con 1 ayudante; 1 guarda cuños con 1 teniente; 1 guardamateriales; 1 tallador con 1 oficial y 1 aprendiz; 2 contadores de moneda; 1 portero marcador de barras para la sala de libranza; 1 portero para la puerta de la calle; 2 guardas de noche; 1 maestro cerrajero; 1 escribano; 1 merino o alguacil del juzgado.  Da un total de 36 a diferencia de los 35  autorizados finalmente en la R.C. del 11 de noviembre de 1755, lo que debe indicar que en la R.C. mencionada no estaba considerado el superintendente.

[25].- Fuentes, M.A. 1859. Ob. cit. tomo IV, p.255.