LAS CASAS DE MONEDA  ESPAÑOLAS EN AMÉRICA DEL SUR

 

III.- El siglo de las reformas

 


Medalla de fidelidad a Carlos IV (Huancavelica)

 

Las Juras y monedas de Carlos IV

 

 

         Cinco meses antes de terminar su gobierno, le tocó a Teodoro de Croix presidir las fiestas con las que en Lima se juró fidelidad al rey Carlos IV quien sucedió en el trono a su padre Carlos III tras su fallecimiento ocurrido el 14 de diciembre de 1788.  El 10 de octubre de 1789, engalanadas las plazas públicas se procedió con la ceremonia de juramentación.  En un momento dado:

 

"…derramó primero su excelencia y después el Alférez Real. copioso número de monedas de las que se habían hecho sellar para que se conservase eterna la memoria de este solemnísimo acto." [1]

        

         Las medallas de jura a las que se hace referencia en la nota superior, tienen el diámetro de las piezas de los pesos de ocho reales, y llevan de un lado las armas reales y la inscripción CAROLUS IV D.G. HISP. ET IND. REX. y en el reverso el escudo de la ciudad de Lima coronado y flanqueado por las columnas de Hércules con la inscripción PUBLIC. FIDELIT JURAM D. 10 OCTOBRIS 1789.  En la parte inferior sobre las olas marinas que están entre las columnas aparece, dividido en dos el nombre CROIX.

 

         Otras ciudades del virreinato también mandaron acuñar medallas para celebrar la jura de fidelidad a Carlos IV.  Así, el 12 de diciembre de 1789, se presentó ante el superintendente de la ceca el señor Gregorio Guido en representación del intendente de Tarma a solicitar la acuñación de doscientas medallas que serían repartidas en esa ciudad el 25 de diciembre, fecha que se había fijado para proclamar al nuevo soberano.  El superintendente informó de inmediato al talla Joseph de Zúñiga y al Fiel Miguel de Oyague para que procediesen a la fabricación de las piezas requeridas. [2]  Las medallas de Tarma se hicieron con el mismo anverso que las de Lima y en el reverso se les colocó la inscripción "VIVA EL REY" y bajo ésta el nombre "GALVEZ" correspondiente al intendente de Tarma Juan María de Gálvez y Montes de Oca, y el nombre de la ciudad "TARMA".

 

         La tercera ciudad peruana que mandó acuñar medallas de fidelidad a Carlos IV fue Huancavelica, centro minero de gran importancia por ser de allí de donde salía el mercurio para procesar la plata de Potosí y otros centros plateros del virreinato.  La medalla en cuestión presenta un retrato del rey en el anverso y en el reverso unas montañas estilizadas, que son el escudo de la ciudad, rodeadas de la leyenda en Latín que significa "Me lleven así todos, como me sustenta Huancavelica." [3]

 

         Si eso ocurría en lo medallístico, en lo monetario sucedió que al llegar las noticias de la muerte de Carlos III en 1789, ya se habían acuñado monedas a su nombre con esa fecha, y en vista de que aún no se tenían los punzones con el retrato del nuevo Soberano, se optó por continuar la amonedación con el retrato de Carlos III cambiando solo el numeral a "IIII", situación esta que continuó hasta la llegada de los nuevos cuños con el busto del nuevo rey, iniciado ya el año 1791.

 

         En 1793, gobernando el Perú el virrey Francisco Gil de Taboada y Lemos, el precursor de la independencia Hipólito Unanue, quien destacó en tantos campos del saber, publicó una "Guía Política, Eclesiástica y Militar" en la que nos ha dejado una lista exhaustiva de los empleados de la ceca, incluyendo a algunos ya retirados. Baste mencionar aquí al superintendente


        Joseph Larriba, el talla Joseph Zúñiga y los ensayadores Ignacio Zenón Gálvez y Juan Martínez Rosas.  También menciona Unanue que el total de sueldos pagados en la Real Casa de Moneda sumaban 48,0009 pesos. [4]

 

         El Mercurio Peruano, órgano de la Sociedad Amantes del País, fue un periódico bisemanal publicado en Lima desde 1791 a 1795.  En él los intelectuales más destacados de la época expusieron sus ideas sobre el Perú dentro de la visión propia del mundo ilustrado en que vivían. El Mercurio se ocupó tres veces de la casa de moneda, colocando en sus páginas cuadros conteniendo la compra de metales y la producción de la fábrica.  En el número 158 del 8 de julio de 1792, apareció la "Razón de lo acuñado en la Real Casa de Moneda de esta Capital en los años de 1790 y 1791."  En este cuadro se especifica y separa la plata comprada en minas de la macuquina ingresada para su fundición y transformación nuevamente en moneda.  Es interesante notar que los montos de la plata de minas se mantiene casi igual en los dos años: 3'711,681 pesos y medio en 1790 y 3'784,631 pesos 4 reales y medio en 1791, mientras que los montos de macuquinas prácticamente se duplican de 92,517 pesos y medio real a 160,073 pesos cinco reales y medio.

 

         El 8 de agosto de 1793 aparece la segunda referencia a la ceca publicada por el Mercurio. En ella se presentan cuadros de la producción mes a mes, separando las acuñaciones de oro a las de plata, resultando que aunque el oro solo se labró entre enero y julio alcanzó 694,824 pesos y la de plata que se acuñó a lo largo de todo el año tuvo resultados muy superiores a los años anteriores faltándole poco para alcanzar los cinco millones con un total de 4'896,000 pesos. Finalmente, en el número 327 del Mercurio, correspondiente al 20 de febrero de 1794, la tabla da razón de las compras y acuñaciones de 1792 y 1793 haciendo notar que en 1793 se produjo en plata unos 384 mil pesos más que el año anterior y en oro unos 48,000 pesos de menos.

 

         La macuquina, cuyo retiro era considerado como una necesidad prioritaria para sanear la moneda del virreinato, hacia el papel, de otro lado, correspondiente al que le tocaba a la moneda provincial en la península, ya que al no poder ser exportada cubría, al menos parcialmente, las necesidades del circulante para las operaciones internas.  Su recojo y fundición, por ello,  supuso una reducción del giro comercial dentro del virreinato y a medida que se procedía de acuerdo a ley, su falta se fue sintiendo cada día más.  Años después, en las Cortes de Cádiz, el diputado peruano Salazar introdujo el 31 de agosto de 1812 una propuesta para que se acuñase moneda provincial en el Perú.  En su exposición  Salazar dijo, refiriéndose al retiro de las macuquinas:

 

"Antes de la extinción de la plata cortada, llamada moneda macuquina, verificada en la época fatal de la visita general y Superintendencia de Hacienda de don Antonio Areche, contaba el Perú con veinte millones de pesos fuertes, que circulaban por todo el reyno, y no pudiendo ser extraídos daban un fomento considerable a su prosperidad y a su riqueza." [5]    

 

         Explicó en su ocasión el diputado que con la desaparición de la macuquina solo quedaron cuartillos y medios reales, no encontrándose siquiera muchas piezas de un real, lo que se agravaba por no cumplirse la acuñación de "doscientos cincuenta mil pesos fuertes que en plata menuda estaba ordenado se amonedase." [6]

 

 

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[1].- Medina, José T.  Medallas de proclamaciones y juras de los reyes de España en América. Quarterman Publications Inc. Boston , 1973.  (reedición fascimilar de edición original de Santiago de Chile 1917).

[2].- Archivo Nacional del Perú . C.M. 15,52  Leg. 686. 1789.

[3].- Medina, J.Y.  1973 Ob. cit. p. 143 y 202..

[4].- Unanue, Hipólito. Guía Política, Eclesiástica y Militar del Virreynato del Perú para el año 1793.  pp.42 a 45.  Hay edición fascimilar preparada por COFIDE en Lima en 1985, con prólogo y apéndices de José Durand.

[5].- Durand Flores, Guillermo.  El Perú en las Cortes de Cádiz.  Colección documental de la Independencia del Perú.  Tomo   p.546

[6].- Ibid.