Historia Antigua - Universidad de Zaragoza - Prof. Dr. G. Fatás

NOTAS SOBRE LA RAZA

La palabra raza es polisémica y ambigua y se usa en distintos sentidos por biólogos, historiadores, geógrafos, sociólogos, demógrafos, filólogos o políticos. Algunos grupos a los que se llama razas son meramente lingŸísticos y su parentesco reside sólo en su comunidad de lengua, como en el caso de las llamadas aria y semita. Otras razas son supuestas para explicar un hecho que así se entiende mejor: por ejemplo, una serie de características genéticas; es el caso de la llamada raza nórdica. Se aplica también a grupos meramente nacionales o culturales ("razas" escocesa, irlandesa, española). Legalmente puede haber "razas" convencionales que naturalmente no existen, como la caucásica, afroamericana o hispana, la cual alude en los EE. UU. lo mismo a sujetos centroamericanos que caribeños, sudamericanos o filipinos. Y hay "razas" arqueológicas, como la etrusca, la hitita o la ibera, o religiosas, como la judía, que incluye a individuos de variadísimas procedencias biológicas.
Para la taxonomía biológica, la raza designaría una división humana inmediatamente bajo el nivel "especie". Pero muchos científicos afirman que los grupos biológicos humanos no deben ser entendidos como "razas", ya que la especie tiene un denominador común genético idéntico, con muy pequeñas variaciones. Toda la especie, en rigor, formaría una sola raza, debiendo aplicarse a sus variedades otra denominación, pues los rasgos diferenciales no son biológicamente significativos. La tendencia hoy es hablar de divisiones, variedades, grupos o linajes genéticos. Otro término supletorio, pero también susceptible de ambigŸedad, es el de "etnia" o "grupo étnico". El uso actual predominante es el de aplicarlo a grupos que se distinguen más bien por rasgos culturales o políticos, como sucede con las "etnias" albanesa, croata, eslovena o vasca, para las cuales, en ocasiones, se usa incorrectamente la expresión con el sentido biológico de raza. Un término que parece asentarse es el de "población", que se usa para aludir, por ejemplo, a grupos como el esquimal, el lapón o el micronésico.
Las razas llamadas geográficas o continentales son poblaciones homogéneas en algún aspecto y que ocupan un territorio amplio. Se trata, también, de una denominación imprecisa, a la que no puede atribuirse un significado "fuerte", plenamente genético. Por oposición, se habla de "razas locales" y "microrrazas", para designar agrupaciones humanas más o menos naturales cuando se supone que han protagonizado un aislamiento geográfico y reproductivo que les ha hecho conservar ciertas diferencias genéticas, siempre de tipo secundario. No se emplea ya con sentido genético la clasificación cromatoderma ("razas" negra, amarilla, blanca, cobriza).
En lenguaje culto es inapropiado asignar un valor conceptual pleno y fuerte al término "raza", tan ambiguo, y con frecuencia usado para denominar una realidad de grupos humanos que se percibe con claridad, pero que es dfifícil de definir o delimitar, incluso a sabiendas de que se trata de una realidad compleja y biológicamente mixta, como sucede con las llamadas "razas" vietnamita o ganesa que no existen como tipos biológicos originarios o antiguos.

Raza y lengua

Antaño se supuso con grueso, aunque explicable error, que las lenguas estaban determinadas por rasgos genéticos de la anatomía del aparato fonador del grupo originario. Mayor verosimilitud puede tener una hipótesis más neurológica, sobre la que se han hecho experimentos, partiendo de la base de que las lenguas tienen un solo origen común. El lenguaje no se hereda, sino que se aprende, pero hay correlación visible entre grandes familias lingŸísticas y "razas" geográficas, lo que se explica por razones históricas. Dentro de un área lingŸística, las subáreas colindantes muestras con frecuencia características parecidas (por ejemplo: Dinamarca, Alemania, Holanda, Bélgica flamenca) que pueden indicar un origen biológico común para sus hablantes antiguos: eso sucede con los fineses, que eran distintos de sus restantes vecinos escandinavos, o con los indios navajo de Nuevo Méjico y Arizona, cuya lengua y biotipo son canadienses. Pero la perspectiva histórica debe estar siempre presente: el árabe, a través del Corán, ha penetrado en grandes áreas de África y Asia sin aportación genética grande, sobre todo como lengua de cultura escrita. Más cerca de la extensión de los grupos originarios estará, por eso, el árabe hablado, que se ha extendido menos. A veces, pero no siempre, la lengua hablada es más reveladora de la extensión del grupo originario, aunque medidas culturales pueden acabar con la situación diferenciada y enterrar para siempre y en poco tiempo una situación secular, como sucede con la implantación del vascuence unificado, que borrará en pocos años las diferencias entre los ocho grupos tradicionales. La variedad de situaciones es muy grande en circunstancias de similar apariencia. Por ejemplo, los fineses presentan distancias genéticas relativamente grandes con los otros escandinavos; pero los celtohablantes de Irlanda, Escocia y Bretaña presentan menos distancia genética que lingŸística con sus vecinos anglófonos.

Raza e inteligencia

Es común creer que el grupo ajeno es inferior en numerosos rasgos. Por sus costumbres y creencias, resulta anómalo, sospechoso, raro y, a menudo, es percibido como inconveniente y estrambótico. Los vencedores militares han descrito con frecuencia al vencido como bárbaro, débil, supersticioso y menos inteligente. En suma, como inferior. Muchos grupos colonizadores han explicado su propia victoria en razón de su superioridad, más o menos innata, sobre grupos incapaces e infantilizados, cualitativa y hereditariamente diferentes, incluso faltos de "alma humana". Históricamente, es la actitud dominante y puede denominarse "etnocentrismo". En los primeros años del siglo XX, las primeras "pruebas de inteligencia" clasificaron la de los estadounidenses por grupos de procedencia, con un resultado que colocaba en cabeza a los ingleses, luego a escoceses, germanos y escandinavos, seguidos a distancia por los inmigrantes más tardíos: irlandeses, europeos orientales y balcánicos e italianos; al final iban hispanos y asiáticos. Después se descubrió que las pruebas y sus resultados estaban en directa relación con el conocimiento de una lengua concreta (el inglés) y con la cultura dominante. Hoy, las pruebas llamadas de inteligencia, más refinadas, aunque lejos de alcanzar lo que algunos pretenden de ellas, revelan grupos "raciales" que ofrecen muy altos resultados, como los emigrantes asiáticos, antaño clasificados en los últimos lugares. Ocupan, en cambio, puestos muy bajos los anglosajones cuyas familias o grupos se han depauperado.

El de inferioridad cultural o de inteligencia es un concepto muy relativo. Pueblos "incultos" o estúpidos para la cultura industrial, han tenido la inteligencia de adaptarse para la dificilísima supervivencia en el frío, el desierto o la jungla, medios muy hostiles que exigen un gran conocimiento de las respuestas adecuadas a clima, fauna y flora hostiles a la supervivencia humana.


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