Historia Antigua - Universidad de Zaragoza - Prof. Dr. G. Fatás

El Imperio Nuevo de Egipto. Historia política

(Adaptado de Encyclopaedia Britannica - CD Rom 97)

Dinastía XVIII
Ahmosis (1539-1514) Joven hijo (o hermano) de Kamosis, figura tradicionalmente como fundador de dinastía por haber reunificado Egipto tras la invasión hicsa, a partir del 10 ¼ a–o de su reinado. Casó con su hermana Ahmosis-Nofretari, "Esposa Divina de Amón", que ejerció importantes funciones, como sus antecesoras de la XVII Dinastía, y divinizada tras su muerte. Tras tomar Avaris, entró en el S de Palestina y creó una zona egipcia de influencia, mal conocida. Sus campa–as estimularon el nacimiento de una especie de estamento militar influyente. Creó el puesto de Administrador del Sur (virrey), importante tras sus propias campa–as (hasta Buhen), llamado "hijo del rey" y sólo subordinado al visir. Éste dirigía la Administración y la Justicia, como en el Imperio Medio. A mediados del S. XV el puesto se desdobló (Alto y Bajo Egipto). También comenzaron ciertos jóvenes burócratas a estudiar en los templos, acercándose así los estamentos civil y sacerdotal. Muchos puestos eran hereditarios, pero el rey no dejó de apoyar a funcionarios leales, a menudo procedentes del ejército, lo que más tarde sería la regla y no la excepción.

Amenhotep (Amenofis) I (1514-1493) Hijo de Ahmosis. Llevó la frontera a la 3» Catarata, cerca de la capital "estatal" de Karmah. Es posible que hiciera campa–as en Siria. Comenzó a sentirse la amenaza de Naharina (Mitanni). Aumenta el culto a Amón-Re en tanto que dios expansionista (a cuyos sacerdotes complacen grandemente los tributos). Se abandona la tumba en pirámide a favor del hipogeo excavado en la roca. Todos los reyes del Imperio Nuevo, excepto Ajenatón, fueron enterrados así a partir de Amenofis I en el famoso Valle de los Reyes, al O de Tebas. Murió sin heredero.

Thutmosis (Tutmés) I (1493-1482) General, casado con su propia hermana Ahmosis, destruyó Karmah y llegó cerca de la 5» Catarata (Kanisa-Kurgus). Una brillante campa–a en Siria lo llevó hasta el Éufrates (cerca de Karkemish se halló una estela). Apenas nada se sabe de su sucesor, Thutmosis II (1482-1479), que casó con su hermana Hatshepsut.

Hatshepsut y Thutmosis III (1479-1426) Thutmosis y Hatshepsut sólo tenían una hija muy joven, Neferure, pero una esposa secundaria del rey le había dado un varón, joven sacerdote de Amón, que fue casado con la joven y coronado bajo la tutela de Hatshepsut que, en algún momento entre los a–os 2¼ y 7¼ del reinado, se proclamó directamente reina y ejerció decididamente su función hasta su muerte en 1458. Su más notable colaborador, Senenmut (Senmut), fue tutor de Neferure y administrador de las grandes obras de la reina, entre las cuales destaca su extraordinario templo de Dayr-al-Bahri (Deir-el-Bahari). La reina, gran maestra de la propaganda y notable constructora, proclama su pacífico gobierno, su tradicionalismo y, en ocasiones, su pericia militar (en Nubia). Pero el poderío de Mitanni deterioró el control egipcio en Asia: el príncipe de Kadesh, a la cabeza de otros 330 dinastas del área, concentró tropas en Megido. Tutmés III venció a los coligados y sitió Megido, que capituló. El control egipcio llegó hasta el paralelo de Biblos y Damasco. Asiria envió tributo (lapislázuli) y los príncipes asiáticos pagaron caballos y carros y entregaron a familiares como rehenes, para su educación en Egipto.Tutmés dejó guarniciones en el área. La vejez de la reina (que gobernó hasta el 22¼ a–o del reinado) contribuyó a su caída. Tutmés III profesó aversión a su memoria. Tras esa primera campa–a, Tutmés dirigió al menos otras dieciséis, con el propósito final de vencer a Mitanni. Operaciones navales se unieron a las terrestres. La octava campa–a traspasó el Éufrates, aunque no pudo tomar Karkemish ni capturar al rey mitannio. Babilonia, Asiria y Hatti enviaron tributo al faraón, como narran los anales de Karnak. El gobierno egipcio de Nubia tomó carácter imperial, los notables educaban a sus hijos en Egipto y los veían volver como administradores del faraón y enterrarse a la egipcia, estableciendo ciudades en las antiguas fortalezas y templos del Divino Rey. Egipto recibía oro, piedras duras y semipreciosas, maderas, perfumes, aceites, marfiles, pieles de pantera y plumas de avestruz. Las construcciones egipcias fueron ricas y abundantes y los templos de Amón-Re nadaban en riqueza. Aunque Menfis era la capital, Tebas siguió siendo el centro religioso. El ejército se perfeccionó y adquirió notable poder y consistencia, incluidas las costosas unidades de carristas y la creciente participación de los mandos en la administración imperial y religiosa.

Amenhotep II (1426-1400) Corregente con su padre en los dos últimos a–os del reinado, dirigió como príncipe una campa–a en Siria, donde dio muerte a siete dinastas cuyos cuerpos envió a Egipto para ser exhibidos. Desarrolló otras campa–as en Asia en los a–os 7¼ y 9¼ en oposición a Mitanni y sofocó una inquietante revuelta en Ugarit. En líneas generales, mantuvo el predominio egipcio en la zona.
Tutmés IV (1400-1390) Hijo de Amenhotep, pactó con el mitanio Artatama, victorioso sobre los hititas, y casó con su hija, probablemente para atenuar el creciente poderío de Mitanni en Siria. La operación se repetiría en el futuro.

EL INFLUJO ASIÁTICO. Durante todo el Imperio Nuevo y la XVIII Dinastía en particular, Egipto mantuvo intensas relaciones con Fenicia, Creta y las islas del Egeo. Los países tributarios del faraón fueron numerosos. En las tumbas tebanas hay representaciones de sirios y egeos aportando productos locales. Las naves egipcias que comerciaban con Fenicia y Siria hacían escala en Creta y el Egeo, de donde obtenían plata, escasa en Egipto que, en cambio, disponía de oro. El arte egipcio admitió influencias externas, motivos ornamentales de los tejidos extranjeros o de las composiciones egeas en espiral. Bajo Amenhotep II aparecen dioses asiáticos como Astarté y Resheph, tutelares de la guerra, y advocaciones de Astarté en relación con el amor, la salud y la fertilidad. Astarté se asoció con Sejmet, la diosa de la peste, y Resheph con Mont, el dios de la guerra, al tiempo en que poblaciones asiáticas residentes en Egipto se asentaban e integraban en la sociedad del Nilo.

Amenhotep III (1390-1353) Hijo de Tutmés IV, le sucedió a los 12 a–os de edad y casó con la reina Tiy, su activa colaboradora, cuyo padre era jefe de carristas. Llegó por el S más lejos que ningún otro monarca antes y la importancia de su actividad en el S se evidencia en los templos erigidos entre la 2» y la 3» Cataratas. En Asia continuó la paz y se mantuvo la política matrimonial con Mitanni: la futura reina mitania de Egipto, Gilukhepa, llegó al Nilo con otras 317 mujeres. Durante la última enfermedad del rey fue oficialmente encomendado a la diosa hurrita Ishtar de Nínive, cuya efigie fue enviada a palacio. Los militares siguieron aumentando su presencia en los puestos civiles de gobierno; a su frente estuvo el jefe de las tropas escogidas, Amenhotep, hijo de Hapu, cuyos escritos sapienciales estuvieron en boga durante los siguientes mil a–os. Las grandes construcciones fueron verdaderamente excepcionales, tanto en Karnak como en Luxor, así como su extraordinario templo funerario con los famosos "colosos de Memnón", que no fueron únicos: los egipcios podían así implorar favores directamente al ka del divino gobernante. El estilo es grandilocuente y con un estudiado arcaísmo en imitación consciente del Imperio Antiguo, lo que acaso influyó en la reacción amarniense.

Amenhotep IV (Ajenatón) (1353-1336) Amenofis IV, en el quinto a–o de su reinado, cambió su nombre por el de Ajenatón, "agradable a Atón". Este hecho excepcional en un dios reinante implicaba la postergación de Amón (que política y socioeconómicamente era, a través de su clero, omnipresente y casi omnímodo) en favor de Atón. Aunque los monumentos de esos a–os son iconográficamente convencionales, desde el principio designan didácticamente al Dios Solar, Amón, con el nombre de Disco Solar, Atón, que ya se empleaba de antiguo y, desde Tutmosis IV y Amenofis III, con más frecuencia como teónimo. El nombre, con Ajenatón, se escribió dentro de cartuchos, como si fuera un nombre del rey y éste se proclamó, lo que era insólito, "Sumo Sacerdote del Sol". No creó, pues, una deidad, sino que singularizó un aspecto concreto de la misma como prevalente, subrayando no viejas funciones mitológicas, sino su papel de providencia creadora y benéfica. Atón apareció como Padre del Rey, su único Hijo y verdadero conocedor e intérprete. Atón no era antropomorfo, sino el Disco amoroso con brazos radiantes que acariciaban al Mundo y llevaban el jeroglífico de la palabra "Vida" a los rostros de la familia real. Sus nuevos recintos no eran cerrados, sino al aire libre, y en su entorno se suprimió el culto a Amón, relegado (en el complejo ajenatónico de Karnak) a una oscura capilla. Nefertiti, la Esposa Real, adquirió gran protagonismo iconográfico, incluso sin la compa–ía del rey. Ajenatón trasladó la capital al Egipto Central, a una ciudad nueva, amplia y residencial, con su necrópolis aneja, creada por él pary a el rey la Corte: Ajetatón (Horizonte de Atón, en la actual Tell-el-Amarna, de donde el nombre de periodo amarniense). Es famoso el naturalismo intimista, casi provocador, del arte áulico amarniense y, menos, que la ciudad se dispuso para que la jornada del rey fuese un trasunto del discurrir diario del Disco Solar. En el noveno a–o de reinado, se acentúa la tendencia a la exclusividad de Atón, con medidas persecutorias para los demás dioses (y sus dignatarios) y, sobre todo, Amón, para lo que necesitó el apoyo militar, que es visible en los relieves de Karnak. Pero esta "revolución" político-religiosa no parece haber granado fuera del ambiente regio, oficial y cortesano. En cambio, sí acabó teniendo importancia la preferencia del rey por los textos redactados en lengua común, germen de lo que hoy se llama "egipcio tardío", ya extendido bajo la siguiente dinastía.
La política imperial parece haberse debilitado: se conoce una campa–a menor en Nubia y parece que en Siro-Palestina se mantuvieron las posiciones, aunque el correo diplomático muestra el temor de los vasallos del faraón ante cierta aparente inoperancia de éste ante la creciente presencia hitita motivada por el decaimiento de Mitanni. Sea como fuere, entre Ajenatón y el final de la dinastía, Egipto perdió buena parte de su control sobre Siria.
La sucesión de Ajenatón. Ajenatón tuvo seis hijas de Nefertiti y uno o dos hijos, quizá de Kiya o de su hermana-esposa Maketatón, fallecida en un parto. Su sucesora efímera fue Meritatón, parece que su hija mayor. La Corte pidió un hijo a Suppiluliuma de Hatti para entronizarlo, hecho sin precedentes, pero el príncipe Zannanza fue muerto nada más llegar a Egipto. Reinó brevemente Smenja-re (1335-1332), acaso hijo del faraón, y le sucedió Tutanjatón, de nueve a–os de edad, casado con la tercera hija de Ajenatón, Anjesenpa-atón, mucho mayor que él. En el tercer a–o de reinado, los reyes dejaron el culto de Atón, volvieron a Menfis y cambiaron sus nombre a Tutanj-amón y Anjesenpa-amón, condenando el episodio atoniano, seguramente por iniciativa de los repuestos dignatarios de Amón, encabezados por Ay, titulado "Padre del Dios", tutor, regente y visir en una pieza, y por Horemheb, el jefe militar, que reemprendió las campa–as egipcias en Asia. En la restauración del viejo culto se produjeron actualizaciones. Los dioses principales se redujeron a tres, Amón, Re y Ptah (al que más tarde se a–adiría Seth) y ciertas elaboraciones teológicas los presentabas como, en cierto modo, unificados. Tebas recuperó su esplendor arquitectónico y el faraón proclamó en las inscripciones que su verdadero padre era Amenofis III. Tutanj-amón murió en 1323.
Ay (1323-1319) y Horemheb (1319-h. 1292) El anciano Ay fue sucedido por Horemheb . Continuó la condena retrospectiva (damnatio memoriae) de Ajenatón y Nefertiti y de su obra moral y material, así como la depuración de los atonianos y su sustitución en los altos cargos de toda especie.

Los Ramésidas (Dinastías XIX y XX)
Horemheb no tuvo hijos y su sucesor y general, Rameses (Ramsés) I, lo consideró fundador de una nueva etapa faraónica.
Ramsés I (1292-1290) y Seti I (1290-1279) Padre e hijo dieron más importancia al Delta oriental, vigía de Asia, y se asociaron en el trono desde el comienzo. Seti I heredó por ello sin problemas y mostró su capacidad militar en Asia ,de S. a N., sucesivamente frente a nómadas, ciudades palestinas, plazas fuertes del litoral y, finalmente, Kadesh, desde donde pudo contener el avance hitita. En el O., contuvo a los agresivos libios y, en el S., hizo campa–a hasta la 5» Catarata. Restauró numerosos monumentos condenados por Ajenatón y construyó, entre otros, un notable templo en Abydos, así como excelentes relieves con sus campa–as en Karnak. No obstante su clasicismo, la apertura de Egipto se acusa en un tono general variado y sincrético, que será típico de sus sucesores.

Ramsés II (1279-1213) Asociado pronto al trono por su padre, fue un buen jefe militar e incansable constructor en Egipto y Nubia, incluida su nueva capital, Pi Ramesse (hoy Tell-al-Dab'a), en el Delta oriental. En su quinto a–o de reinado luchó contra Hatti cerca de Kadesh, cuya peripecia bélica se relata profusamente en los monumentos. La batalla no fue resolutiva y en el 21¼ a–o de reinado firmó un tratado de paz con Hattusil III, que aceptó, temeroso del creciente poder asirio, como lo estaba Ramsés frente a la amenaza libia. Se conservan las dos versiones del tratado, que fue ratificado trece a–os después mediante el matrimonio de Ramsés II con una princesa hitita (una de las muchas esposas del faraón, cuya preferida fue Nefertari). Los hijos de Ramsés aparecieron profusamente en los monumentos.

Merneptah (1213-1204) (Mineptah) Fue el decimotercer hijo de Ramsés y su sucesor. En su 5¼ a–o rechazó a los libios, apoyados por grupos de "Pueblos del Mar", en parte procedentes de Anatolia, en el Delta occidental. Parte de los vencidos fue enrolada como tropa mercenaria. En el relato de otra batalla del reinado se menciona por vez primera a Israel: Israel fue devastado y ha quedado sin simiente, lo que induce a pensar que el Éxodo hebreo hubo de suceder bajo Ramsés II. Se mantuvo la paz con Hatti.

Final de la Dinastía XIX
El hijo del rey, Seti II (1204-1198), hizo frente a la rebelión (en Nubia) de un candidato al trono, Amenenmeses, que controló el Alto Egipto. Poco se sabe de Siptah, sucesor de Seti, que fue sustituido por la viuda de éste, Tausert (1193-1190). El usurpador sirio que le sucedió, probablemente Bay, el mismo que elevó a Siptah, es denostado por los textos posteriores.

Dinastía XX
Se desconoce la procedencia exacta del restaurador, Setnajt (1190-1187), que pacificó el país. Su hijo, Ramsés III (1187-1156) pasa por ser el último gran soberano imperial. Aunque su reutilización de muchos monumentos de Ramsés II induce a las dudas sobre sus haza–as, combatió con fortuna y rechazó, hacia 1182, una gran invasión libia del Delta y, sobre todo, a la gran coalición de los Pueblos del Mar que atacó Egipto por mar y por tierra. El Imperio Hitita había quedado destruido y, hacia 1179, Ramsés se enfrentó, tanto en tierra (en Palestina) como por mar (en el Delta) a sus enemigos: la victoria ahorró a Egipto las alteraciones que sufrió el resto de la zona pero, al mismo tiempo, lo mantuvo aislado y sin que entrasen en él las innovaciones de la I Edad del Hierro.
Rechazados del Delta, algunos Pueblos del Mar originaron probablemente en Occidente a los sículos, sardos y etruscos. Los filisteos y tjekker, llegados por tierra, pactaron con Egipto la amistosa ocupación de la costa meridional palestina, para proteger las rutas comerciales a Siria de los ataques nómadas contra los intereses del faraón, pero se independizaron al poco. Un nuevo ataque libio se resolvió con la victoria de Ramsés y el asentamiento de núcleos abundantes de soldados libios en Egipto, donde más tarde desempe–arían un relevante papel político.

La política se militarizó y la economía se resintió por ello. Los templos de Amón no recibieron sino un quinto de lo que recibían en tiempos de Tutmés III. El arte, a pesar de la belleza de Medinet Habu, deja entrever la decadencia. Las carestías alimentarias se aprecian en la documentación, que revela la creciente ineficacia del Estado en suministrar grano a los trabajadores de las necrópolis: eso causó la primera huelga con manifestación que registra la historia. También el gineceo real produjo tensiones y conjuras en las que se implicaron una esposa secundaria y varios altos cargos civiles y militares, condenados luego a muerte por un tribunal especial de doce jueces. Aunque hay buenas copias de modelos literarios del Imperio Medio, la literatura muestra su preferencia por el egipcio tardío y parece preferir modelos de corte más popular.

Ramsés IV (1156-1150). Sucedió a su padre y confirmó sus generosas donaciones al clero, sobre todo en Tebas, donde los templos poseían propiedades enormes en tierras, personal y objetos. Del total de los ingresos religiosos en plata, el 86 % correspondía a Amón; y el 62 de los de grano; pero se ignora qué parte suponían los ingresos de los templos en el total de ingresos del Estado.

Últimos ramésidas. Se aprecia una fuerte tendencia a la consolidación de poderosas familias altosacerdotales que los reyes ocasionalmente intentan controlar mediante la designación para los altos sacerdocios de hombres de su confianza. Una familia así, en Tebas, adquirió gran fuerza y Ramsés IV intentó neutralizarla designando simo sacerdote en Tebas a Ramssesnajt, hijo de un alto funcionario de la Corte. Ramssesnajt dirigió, incluso, una expedición militar al Uadi Hammamat (actual Uadi Raud Aid) y bajo Ramsés V (1150-1145) el hijo de aquél, Amenhotep, actuó como una especie de virrey en todos los ámbitos de la gobernación, civiles, militares y religiosos, aunque no se sabe si ello constituyó una amenaza para el faraón. Los templos y el Estado eran entonces los propietarios de la mayor parte de la tierra y, en consecuencia, los mayores empleadores de campesinos. Es posible que el faraón conservase su derecho al diezmo de las cosechas de los templos. Ramsés VI (1145-1137), probablemente hijo de Ramsés III, quizás estuvo en guerra con Tebas. Su nombre es el último documentado en las minas de turquesas del Sinaí. Poco se sabe de los faraones entre 1137 y 1126 (Ramsés VII y VIII). Bajo Ramsés IX (1126-1108) y Ramsés X (1108-1104) hay noticias de bandas de libios en la zona de las necrópolis tebanas y de penuria entre la población del Sur, que saqueaba las tumbas regias y nobiliarias. Al comienzo del reinado de Ramsés XI (1104-1075), durante una guerra civil en Tebas, el sumo sacerdote Amenhotep fue destituido por nueve meses y Panehsy, virrey de Kush, fue encargado por el faraón de restablecer el orden, cuya alteración había llegado hasta el Egipto medio. En el 19¼ a–o de reinado, fue sustituido por el militar Herihor, nuevo sumo sacerdote de Amón, que acumuló todas las funciones de gobierno y llegó a representarse en ciertos monumentos como rey, aún en vida de Ramsés XI, si bien su poder quedó limitado al Alto Egipto. A Herihor le sucedió otro militar, Pianj, que hubo de enfrentarse con tropas egipcias de la frontera Sur.

En general, el tono de estos tiempos es de religiosidad omnipresente, pero más fatalista y desencantada que en el Imperio Medio: los dioses tienen deseos impenetrables y hay un impulso a la pasividad y la resignación. El periodo ramésida, frente a los precedentes de fuerza del poder central y a tendencias a la secularización de la vida política, aparece como dependiente del mundo local y pendiente de una religiosidad que tiene su centro vital en el templo, rector de la vida diaria.

La empeque–ecimiento del Imperio, sobre todo en Asia, descuidado desde la muerte de Ramsés III, redujo grandemente la entrada de oro. Continúan los testimonios de penuria (saqueos de tumbas) y se documentan mercenarios nubios contratados para mantener el orden que también saquearon monumentos. Un efecto positivo de los saqueos fue la circulación de metal precioso y la bajada del precio del grano. A la muerte de Ramsés XI fue coronado faraón Smendes, gobernador de Tanis, con quien comienza la Dinastía XXI, llamada Tanita.


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