Historia Antigua - Universidad de Zaragoza - Prof. Dr. G. Fatás

SOBRE CANAÁN

Cananeo (perteneciente o relativo a Canaán) no es término unívoco ni fácil de delimitar, lo mismo que el de su territorio. Para la tradición judía, Canaán debe su nombre a su homónimo Canaán, hijo de Cam, hijo de Noé. Esta tierra fue "prometida" por Yahvé a los sucesores de Abraham /"Gran Padre" de los israelitas). La tierra de Canaán es anterior a su ocupación por los hebreos y los cananeos eran sus habitantes originarios, tampoco todos autóctonos, con una fuerte componente amorrita. Este es el campo semántico reducido y aparece en textos mesopotámicos, egipcios, fenicios y bíblicos. En un sentido más laxo, Canaán alude a veces al conjunto siropalestino entero, o bien sólo a su zona más próxima al Mediterráneo (desde el Jordán y el Orontes hacia el O) o tan sólo a esa franja pero sólo desde Acre hacia el N (es decir, con la exclusión casi total de Israel). Los amorritas la ocuparon, desde el NE, y constituyeron su elemento principal. Otras poblaciones, más efímeras (egipcios, hicsos, hurritas, neohititas), dejaron su impronta, lo mismo que los nómadas hapiru o apiru, grupo mal identificado y heterogéneo a quienes numerosos historiadores tienen como antecedente inmediato de los hebreos, de los cuales los israelitas históricos serían una rama.

Después del 1250 a. C., en este mundo amorrita, ya intensa y largamente matizado por otras culturas, un ambiente "cananeo meridional" resultante recibe a los israelitas, que merodean por su futuro solar, en las zonas montañosas y del S, poco antes de que la costa sea ocupada por un pueblo micénico, procedente verosímilmente de Creta, que acabó danto nombre al país: los peleset de las crónicas egipcias, palestinos o filisteos de la Biblia. En el litoral meridional de Canaán crearon cinco ciudades (entre ellas, Ascalón y Gaza), federadas de forma mal conocida. Las luchas de los "Caudillos" (Jueces) y de David de Israel en el cambio de milenio tuvieron como objetivo arrebatar tierras a cananeos y filisteos. Desde entonces, la Biblia identifica Canaán con el solar ocupado por Israel, la "tierra prometida" por "Dios" a "su pueblo". La historiografía mantiene el valor general de lo "cananeo" como algo más amplio y, sobre todo, con un sentido cultural preciso, cuyo rasgo principal es ser el resultado de la actuación, hasta entrado el I Milenio, de diversas influencias sobre la base semita amorrita dominante a la que se añadirá enseguida la trascendental aportación de los arameos (antiguos ahlamu). En este sentido, fenicios y arameos occidentales pueden ser considerados cananeos, lo mismo que los habitantes de Canaán o que los hebreos, una vez que su cultura adquiere los rasgos típicos del área (a partir de David e intensamente bajo Salomón). No obstante, la Palestina interior toma rasgos distintivos a causa de dos circunstancias peculiares: su mayor cercanía de Egipto y el temprano monoteísmo hebreo.

Tras la caída del Imperio Hitita, algunos territorios del N de Siria, sobre todo en el interior, se convirtieron en pequeños "principados" (se les denomina "neohititas") y, en su mayor parte, fueron ocupados paulatinamente por los arameos, del mismo modo que lo estaba siendo Babilonia. Los reyezuelos arameos y neohititas de Siria del Norte crearon una tradición cultural y política menos dependiente de los arcaicos modelos mesopotámicos, más ágil y adaptable. Las fuentes escritas son muy escasas, incluso en los yacimientos excavados, por el amplio uso que los arameos hicieron del papiro, tan perecedero; el texto bíblico es, en ocasiones, la única fuente disponible, con todas sus limitaciones. Entre estos pequeños Estados arameos se conocen Samal (capital, Sendyirli), la importante área del Éufrates regida por Carquemish, de gran valor como plaza caravanera y dominada por el Imperio Nuevo Asirio, Bit Adini (cap. Til Barsip), Harrán (como la anterior, aramea y anexionada por Asiria) y Guzana (en el río Jabur). En el valle del Orontes fueron importantes Hama, aramea desde el s. XI, y Damasco, el reino más importante, a menudo cabeza de las coaliciones cananeas (incluido Israel) contra Asiria, que se apoderó de ella bajo Sargón II (720). Las deportaciones masivas ordenadas por asirios y neobabilonios contribuyeron a arameizar fuertemente Mesopotamia, incluso en lo lingŸístico, situación que ya era estable cuando advino el Imperio Persa. La actividad marítima de las ciudades fenicias, a menudo al servicio de los poderes imperiales dominantes (Egipto y Asiria, sucesivamente), extendió rasgos de la cultura cananea por todo el Mediterráneo. La tradición greco-fenicia menciona la fundación de Gadir (Cádiz) por la ciudad de Tiro en el año 1100 y, después, la de Cartago (Qart Hadasht, Tunecia) en el 814. Las importantes excavaciones de Ugarit (hoy Ras Shamra) han mostrado numerosos rasgos de la cultura cananea desconocidos hasta hace relativamente poco, tanto sobre el origen de la lengua y del alfabeto (cuyos grandes difusores fueron los fenicios, nombre que es griego, no arameo) como sobre el pensamiento religioso. El cananeo es un antecesor del hebreo, no al revés. El nombre del dios cananeo principal coincide con el del dios bíblico: El, término que en hebreo significa Dios y forma parte de la abundante onomástica hebrea que lo alude (Israel, Ismael, Ezequiel, Miguel, Gabriel, Luzbel, etc). El gran dios cananeo El delega potestades menores en Baal (principal de sus dioses delegados, vinculado a la lluvia y la fertilidad), Hadad, Reshef, Kozar, Asheráh y Astarté, diosa de la fecundidad.

Los arameos adoptaron viejas divinidades cósmicas tradicionales, pero acabaron por preferir las suyas locales, como Kamós de Moab (aparece en una estela junto a Yahvéh de Israel). Surgen, no sólo en Israel, videntes inspirados, como Balaam (Números 22; pero, también, en una inscripción de Tell Deir Alla) y un lenguaje que también tomará prestado la Biblia: el mensaje que Baal Shamain dirige a Zakkur de Hamath (Siria central), durante un duro asedio militar: No temas, porque Yo soy quien te ha dado el reino y Yo te libraré de los reyes que te asedian. Así nació la "escritura sagrada", que fijaba indeleblemente la palabra misma del dios propio. Los jefes carismáticos fundadores de naciones serán una referencia mayor, como prueba la tradición bíblica (aunque no sólo ella), unida a la nueva visión del mundo y la vida que presenta a los dioses revestidos de un carácter personal y salvador, y no sólo como entidades universales poco implicadas o preocupadas por la vida del hombre. También es novedad la función relevante de personajes históricos (o presentados como tales: los Patriarcas, en el caso hebreo), fundadores de tradiciones que acabaron por ser verdaderas religiones, y tan distintos de los ya inverosímiles Gilgamés de Uruk o Daniel de Ugarit.


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