Protagonista: el Niño Fidencio
TODOS LOS CAMINOS LLEVAN AL EXTASIS
El milagro es 1a explicación inocente
e ingenue del misterio real que habita en el hombre, del poder
que en él se disimula.
Pier Paolo Pasolini
¿Cuáles son los límites
de la sacralidad en medios de intensa privación? Ni los
siglos de cristianismo y de racionalismo, ni el guadalupanismo
político y la religión que es instrumento del decoro
y baluarte del capital, ni la secularización extensa, han
evitado que millones de mexicanos sólo confien en espíritus
y curanderos, conciban la llegada del Nuevo Milenio en formas
portentosas, se entreguen a convicciones remotas o insospechadas,
se adhieran a grupos que son familias ampliadas, y adquieran fervores
proselitistas en ambientes rurales o de marginación urbana
(aunque también en otras clases hay adeptos del abanico
de creencias religiosas). En México y en América
Latina se reproduce densamente el universo de mitos, rituales,
centros sagrados, emociones carentes de frenos sociales, peregrinaciones
anuales a santuarios insospechados, prácticas especialísimas,
relatos maravillosos, santorales al margen del santoral, personajes
carismáticos. A esta nación del milenarismo y la
religiosidad popular se le aísla bajo el título
de "supersticiones", y no se le concede ninguna de las
prerrogativas de la Nación por excelencia, laica o de "religiosidad
ya habitual".
El iluminado de Dios
Un gran ejemplo del mesianismo enlodado y curandero:
el taumaturgo a quien se llamó el Niño Fidencio.José
Fidencio deJesus. Constantino Síntora, uno de los veinticinco
hijos de Socorro Constantino y doña Mari del Tránsito
Síntora. Fidencio nace el 13 de noviembre de 1898 (de acuerdo
al acta) en el rancho de Las Cuevas, municipio de Iránuco,
Guanajuato, y muere en Espinazo, Nuevo León, en 1938. (El
festejaba su cumpleaños el 17 de octubre.) Desde la infancia,
él se distingue por su apego al rito católico y
por sus dones sorpresivos. El solitario y melancólico monaguillo
de Acámbaro, que sólo tiene como amigo al cura,
le adivina el pensamiento o el futuro inmediato a sus compañeros
de juego, y recibe por ello sorna y golpes. (En nuestros días,
Fidencio hubiese sido un "psíquico" altamente
pagado.)
Huérfano desde muy niño, Fidencio
estudia hasta tercer año de primaria y trabaja de mozo
y cocinero ron la familia del señor López de la
Fuente, excoronel villista que administra ranchos. "Le gustaba
hacer trabajo de cocina, pero sobre todo ayudar en los partos
y lavar ropas sucias de parturientas". En 1921, la familia
sc traslada a Espinazo, población ferroviaria, y se lleva
a Fidencio, caya vida controla. De los López de la Fuente
Fidencio obtiene un trato "familiar": golpes, azotes
y, según algunos, explotación económica.
A los veintinueve años, en 1927, el
Niño (sinónimo de "alma pura") es ya el
curandero de la región, circundado de testimonios de gratitud:
mineros sanados luego de un derrumbe, un enfermo de várices
a quien "no habían podido atender en Nueva York,
extracción de tumores, curación de parturientas,
atención a leprosos. En poco tiempo el mocito de voz afeminada
es el centro de la vida de Espinazo. "En los programas de
la kermes -cuenta don Marcelino Fraire Arreola, vecino de Hidalgo,
N.L.- se había anunciado que asistiría el Niño
Fidencio. ¡Llegó como si trajeran a Cristo! Cuando
se acabó la función pública dijerón
que si querían tocarlo a Fidencio y nos trasladamos a una
sala del Palacio Municipal. Fidencio bebió y cantó
cinco o seis canciones. Era bueno para cantar, cantaba con voz
de soprano. Dos muchachas lo tenían abrazado y le daban
la cerveza en la boca y le prendían el cigarro." (El
Niño Fidencio y el fidencismo.)
Un mesianismo que se ignore. Es curioso advertir
cómo en la leyenda fidencista se desdibuja el tema principal:
el carácter de Cristo-denuestraépoca
de Fidencio, El, ávido de ver reproducida su imagen, adopta
diversas poses que sugieren ámbitos divinos, sea en el
lugar de la Virgen de Guadalupe bendiciendo, o de Sagrado Corazón
de Jesús, o vestido de lino cargando la cruz, o rezando
junto al enfermo a la manera de un cuadro antiguo, o aplastando
al demonio. Sin embargo, obtiene al morir las bendiciones eclesiásticas
y no se le considera fundador de una nueva religión sino
santo milagrosísimo de la catolica.
A la contradición aparente la vigoriza
la humildad Fidencio, que siempre admite su ignorancia y se confieza"un
iustrumento en manos del Altísimo". El corresponde
a la religiosidad popular que funde inovaciones y heterodoxias,
y amalgama dioses aztecas y santos de la cristiandad, espiritualismo
y culto mariano, mesianismo revolucionario y Catecismo del Padre
Ripalda, la Santa de Cabora y la Ieyenda de San Felipe de Jesús.
Nada le es extrano a esta mezcla incesante, y 1a jerarquía
católica, así deteste a curanderos y mesías
campiranos, rara vez se les opone de modo abierto. Por eso, ni
el carácter "blasfemo" de sus fotos, ni la notoria
irregularidad de su proceder, le acarrean a Fideneio mayores problemas
con la Jerarquía que se desentiende de ese caudillo de
peregrinaciones, con sus propias monjas ("Esclavas de Fideneio"
o "Esclavas del Niño") y sus propios sacerdotes
(los "cajitas").
El círculo y el corral
Casi de madrugada, Fidencio inicia el tratamiento
de enfermos, luego de elegir la noche anterior los casos que lo
ameritan. Hay días especializados pare enfermos "de
los ojos, de la piel, locos, para operar", y las curaciones
se hacen en distintos lugares. En el patio (teairo y clínica),
un letrero a la entrada:
NO SON POBRES LOS POBRES
NO SON RICOS LOS RICOS
SOLO SON POBRES LOS QUE
SUFREN UN DOLOR.
A Fidencio lo rodea la devoción exasperada
y con frecuencia se le pasea en hombros o se le traslada como
si fuera un palio. Cada semana llegan a Espinazo trenes colmados
de lisiados y cancerosos y parturientas y leprosos y desahuciados
de toda índole. Decenas de miles acuden al "círculo
de las curaciones" al corral al leprosario nombrado la "Colonia
de la Dicha". Miles lo observan sanando en la azotea de la
casa en un vagón de ferrocarril en el cerro incluso en
la tina de baño. El Niño es curandero de tiempo
completo y él sostiene que aun si duerme o dormita atiende
enfermos. Es incansable no come por periodos de 48 o 72 horas
"todo el mundo lo seguía y el que estaba más
cerca se curaba". Asi trabaja doce años poseído
por el misticismo en donde no hallan cabida la reflexión
o el goce verbal concentrado en el cumplimienro del deber en respuesta
a gratitudes y admiraciones. Es casto ("soy virgen como Cristo")
y desinteresado: perderia el "don de curar a la gente"
si fornica o cobra por sus intervenciones. (Si alguien desea hacer
un donativo se aplica al sostenimiento de enfermos.)
Una colectividad enferma ante la promesa de
salud. El sufrimiento es la clave del fidencismo y para el caso,
del mesianismo clásico. "Nací para sufrir"
repite el Niño y las decenas de miles de enfermos no curados
y leales al fidencismo relatan la otra parte: la transformación
merced a la fe del sufrimiento impuesto en sufrimiento gozoso.
Muchísimas curaciones fallidas no terminan en rabia contra
el "estafador" porque en estos casos la felicidad anula
o neutraliza la indiferencia ante los hechos materiales y la "emoción
cósmica" asume las formas del entusiasmo y la libertad
(ver el estudio clásico de William James, The Varieties
of Religious Experience, de 1907).
Los metodos del Santo Niño
Fidencio curandero múltiple. El ensaya
muchos métodos. Algunos de ellos:
Hidroterapia: el Niño baña durante
días a los enfermos de sífilis ceguera o lepra.
A los sarnosos los envía a bañarse en las aguas
sulfurosas de "Puerto Blanco". A los dementes los levanta
en la madrugada y los azota luego los baña en el Charco.
Los peregrinos aún hoy se bañan en "el Charco
Sagrado" Se llama "Agua de Niño" a la usada
por Fidencio para bañarse. Al líquido se le considera
medicinal por ser objeto de la contaminación santificante.
Telepatia: el Niño diagnostica a simple
vista y jamás solicita para el diagnóstico análisis
o radiografías
Logoterapia: un "psicoanálisis
primitivo" El paciente da cuenta de sus valores y metas.
kineterapia: el Niño columpia a paralíticos
mudos y dementesntes.
Medicina psicosomática: los enfermos
debían orar antes de la terapia. Para Fidencio la enfermedad
y el pecado son contiguos Al eliminarse lo segundo la salud vendrá
por añadidura
Meloterapia: Fidencio canta mientras cura (y
llora conmovido. Las canciones predilectas: La hija del penal,
Las cuatro milpas, La norteña y La Rielera).
Imposiciones de pies y manos: él suele
poner en hilera a numerosas personas y camina sobre sus vientres.
Impactoterapia: el Niño arrojaba sobre
la muchedumbre, desde una azotea o prominencia las frutas y huevos
que le obsequiaban. La muchedumbre se agolpa creyendo que si el
proyectil toca al miembro enfermo se curarán; el tomatazo
guayabazo o manzanazo lanzado por el Niño equivale a una
bendición. "Durante horas teníamos que subirle
cajas y más cajas de manzanas, naranjas, toronjas y huevos..."
También Fidencio provoca choques psicológicos en
el paciente dejándolo en la jaula de un puma (sin dientes
y garras). Según los testimonios, esta terapia resulta
infalible con los sordomudos. A lo anterior, agréguense
la cirugía y la exodoncia y el uso de yerbas y remedios
de la tradición popular.
La llegada del Presidente Calles
Al conjunto de ritos y esperanzas lo solidifica
la fe en un hombre siempre febril, ascético, manejado por
"impulsos divinos", sin mayor sentido de la realidad,
pero con la aguda necesidad de servir y obedecer, gobernado por
un código de pureza de vida. El modelo se repetirá
cuantiosamente, pero ninguno de los santones locales y regionales
de los años siguientes, se aproxima al magnetismo de Fidencio;
ni siquiera El Mago Leonardo Alcalá en la Ciudad de México
de los años cuareatas, obtiene la perdurabilidad del Niño,
a quien ayudan sus características personales (el aspecto,
la voz, la generosidad), su capacidad de influir en las mujeres,
su eficacia en buen número de casos. También los
ámbitos deserticos de Espinazo y su característica
de "ciudad tomada" por el hambre devocional consolidan
estados de ánimo
Al místico lo señalan los lazos
muy comunes entre la exaltación religiosa y la marginacidn
social. Afirma Fidencio: "Que porque el hombre para llegar
a Dios necesita sentir el hambre y la sed y estar bajo el sol,
bajo el cielo, entre la tierra, entre la propia miseria y pobreza,
entre el cansancio y el sudor de sus demás hermanos; que
Dios no asiste a 1ugares lujosos ni perfumados, que Dios no se
acerca con gente que por su vanidad y arrogancia son meticulosos
con sus ropas y sus carnes. (En El Niño Fidencio, de Manuel
Terán Lira ).
Un punto culminante de la Ieyenda: Plutarco
Elías Calles, presidenie de la República, visita
a Fidencio E1 8 de febrero de 1928, Calles, deseoso de librarse
de padecimieatos muy dolorosos, llega a Espinazo, acompañado
entre otros por el general Juan Andrew Almazán, el gobernador
de Nuevo León Aarón Sáenz y el alcalde de
Mina, Dámaso Cárdenas. Se le recibe con el Himno
Nacional y los fidencistas agregan acto seguido su propio himno
La hja del penal:
iAy, Virgen del Consuelo, ven!
Ayúdame a salvar mi bien,
porgue mis penas son mis dolores.
iAy Virgencita, sálvalo!
que quiero su cariño ser
y el preso eterno de sus amores.
Calles, el anticlerical furibundo, y Fidencio,
el monaguillo, se encuentran. El Niño le da al presidente
"tratamiento especial", un brebaje de rosas de Castilla
en miel de abeja, le unta una pomade hecha con "jabón
y tomate" y lo venda. Según testigos Calles le declara
a Fidencio: "Tú eres el único que me dice la
verdad de lo que tengo". Luego, el presidente se pone una
túnica del Niño y sale a la plaza
La visita de Calles ratifica la cercanía
entonces palpable entre las creeneias "científicas"
y las populares. En 1928 el general Calles, en guerra contra el
fanatismo clerical y empeñado en el monopolio de la educación,
confia en un curandero casi iletrado. No hay aquí mayores
incongruencias y, como ahora, se puede ser espiritista y partidario
de la retorma agraria. Hay gran confusión entre "lo
sagrado" y "lo profano", y licenciados y generales,
incrédulos ante el dogma eclesiástico, admiten sin
reparos los "fluidos" de otras fuerzas extraterrestres.
Todo un sector crece de otra manera y acepta curaeiones divinas
sin necesidad de compartir la fe.
Esto que hacemos Santo Senor
Si la figura del Niño Fidencio persiste,
y no se extravía entre las leyendas locales, es por su
carácter genuino y por lo que tanto irritó a la
jerarquia católica: su "autosuficiencia curativa".
En la cabal prescindencia de sí, el Niño halla su
fuerza. Y el momento le ayuda: luego de la brutal acción
secularizadora de la revolución, triunfa, por anticlimático,
un santón desarmado, sin aparato doctrinario y únicamente
dispuesto a ejercer la Sanidad Divina. El se ve a sí mismo,
tipicamente como emisario de la bondad divina, o de algo más
inasible, un transmisor de las fuerzas de la Naturaleza, que Dios
ordena. El, José de Jesús Fidencio Cíntora,
no es nadie salvo cuando lo habitan los poderes ultraterrenos.
Entonces brota el don de sanidad y el derecho a exigir del prosélito
las humillaciones que fructificarán en curaciones y alivios.
Y es el poder que no distingue entre un leproso y el presidente
Calles. Si desde fuera y de acuerdo a las clasificaciones medievales,
Fidencio un "tonto sagrado", un "tonto de Dios",
el protagonista de la suprema inocencia sobre la tierra, él
para sí mismo es llana y gloriosamente un instrumento del
Altísimo. El vive entre el dolor y el detritus porque identifica
a estos elementos con Ias exigencies terrenas. Por eso se desconcierta
tanto el doctor Francisco Vela González, egresado de Harvard,
vicepresidente del Consejo de Salubridad de Nuevo León
y delegado sanitario federal, que visita Espinazo en 1930 y escribe
artículos condenatorios, en donde señala la insalubridad
del campamento de enfermos, el alto número de muertos (más
de mil cadáveres en dos años 1os enfermos graves
van allí a morir) y conclaye:
Total: Fidencio es un inocente, sufre sin saberlo
un padecimiento mental consistente en creerse iluminado y encargado
de quitar el dolor a los que sufren. Los que no son niños
inocentes son los que lo rodean y que han sacado partido de la
credulidad de las mesas incultas y de algunas no incultas. Espinazo
ha sido y sigue siendo una verguenza para Nuevo León y
para la república entera. ¿Cuando terminará
esto?
En 1930 el taumaturgo muere y durante tres
días la multitud aguarda junto al féretro a que
resucite. Desde entonces el Niño simboliza con excelencia
a un nivel de la religiosidad popular abnegada violenta en su
autoflagelación incapaz del desánimo y la desesperanza
renacida en cada culto o ritual.
La historia de Fidencio tiene que ver con esa
visión extrema de los vencidos que es la enfermedad de
la pobreza.
"Uno sufre para saber de algún
modo que está vivo"
¿Quien documenta? De modo sistemático
y lamentable sólo las revistas escandalosas atienden a
este proceso popular. Véase por ejemplo, Alarma, del 4
de julio de 1984. Dice el encabezado de la nota: "iEstafador!
Dice que es hijo de la Virgen María! ;Tima luego huye!
;Asegura curar toda enfermedad!" Y el texto:
Desde Chiapas. Se dice que es un iluminado
de Dios, hijo de María, protector de los cielos y el que
tenga fe en él y sus animalitos podrá sanar solamente
dándose unas rameadas que purifican el alma.
La gente lo sigue por todos lados que, con
marcada ingenuidad, llegan con el "maestro" pare que
los sane de los males que padecen.
En algunos lugares las autoridades no lo soportan
indicándole que con sus "ayudantes" abandone
el municipio.
Se va a otro lado y al llegar se corre la voz
para que de inmediato acudan a la limpia, el "maestro"
bendice las hojas recién cortadas para que después
se las pasen por el cuerpo de los burritos y luego al cuerpo del
enfermo. Cuando la curación termina preguntan al secretario
particular "¿Cuánto es?" Este dice: "no
es nada, hermano, porque Dios envió al maestro para aliviar
los males de la tierra, pero si quieres dejar algo para la misa
de muertos, aqui lo puedes depositar". También da
recetas con patente médico que él mismo vende.
Al acentuarse la secularización la
moda empareja a "lo sagrado" con "lo desconocido".
Si el Niño Fidencio deriva sus poderes de Dios, la curandera
Pachita, así sea muy católica, funda su credibilidad
en sus dones parapsíquicos. Entre 1928 y el día
de hoy intervienen la divulgación científica (que
deja sentimientos diversos) y la omnipresencia de los medios masivos.
Ahora, al Niño Fidencio lo acosarían de tal modo
televisión y prensa que en unas cuantas semanas la condición
espectacular haría trizas su causa.
No sucede así con sus seguidores y discípulos.
Nada más desprovisto de glamour que el mundo registrado
en la extraordinaria pelicula de Nicolas Echevarria, El Niño
Fidencio, sobre el
fidencismo en los años ochentas. Aquí,
la cámara da pormenores de la fe. Cuerpos lastrados, dolientes,
lastimadísimos. Rostros en donde sólo queda pendiente
una emoción. Expresiones recalcitrantes, tercas, endurecidas
por la monomanía. Inmersiones en el lodo. Cánticos,
Rezos, Mujeres prematuramente consumidas, inválidos, poliomelíticos,
cancerosos, esclavas del Niño, sacerdotes "cajitas".
Eso no es recuperable ni siquiera en revistas o programas de "lo
insólito". Hágase a un lado a los que simplemente
sufren, sin capacidad de atraer la proteción de la alta
tecnología.
Explotadores y creyentes sinceros, estafadores
y verdaderos taumaturgos, distorsiones de la ignorancia y actos
de videncia que reelaboran fragmentos del Nuevo Testamento. Y
por doquier, la metamorfosis de la doctrina cristiana y de sus
métodos de enseñanza en México. A la promesa
de un "Reino de Dios" y de un Milenio para la salvación
de la humanidad, heredada de la tradición mesiánica
de los judíos, millones de personas la consideran el ámbito
en que hallan simultaneamente paz ánimica, sentido de pertenencia
y sentimiento de singularidad.
A estos mesianismos no se les tome en cuenta
culturalmente, y su imagen más frecuente es la desprendida
del relato de Juan Rulfo, Anacleto Morones, con sus viejas hijas
del demonio, "vestidas de negro, sudando como mulas bajo
el mero rayo del sol" víctimas del abusivo brujo del
engañabobos Niño Anacleto. Esa imagen -perpetuada
en dos películas, El rincón de las vírgenes
de Alberto Isaac y El Profeta Mimí de José Estrada-
describe parcialmente el fenómeno, caricaturizandolo. Hoy,
perdido el fanatismo en la religión del Progreso, se amplía
la posibilidad de comprender los fenómenos populares. Quizás
tenga razón el aforista: la gente no creería en
Dios en lo absoluto si no se le permitiera creer en El erróneamente.
La mística de los márgenes
Una nueva tradición del sincretismo
combina el catolicismo como práctica de masas, la peregrinación
como meta en sí mis
ma (el viaje al santuario es la parte más
recompensante), el curanderismo, el espiritualismo trinitario
mariano y la personalidad carismática que, intente o no
fundar religiones, se use a sí misma como filtro de la
experiencia religiosa. Así, ¿qué se entiende
por "mística de la marginalidad"?. Véanse
algunos de sus representantes excelsos: Teresa Urrea, la Santa
de Cabora, el Niño Fidencio, Pachita la curandera nacida
en la zona del Silencio, el Mago Leonardo Alcalá en la
Ciudad de México, de algún modo María Sabina,
la chamana de Huautla, y en años recientes, el caso límite
de la Nueva Jerusalem, la comunidad milenarista de Michoacán
con su líder Papá Nabor. En todos estos fenómenos
se cumplen determinadas características:
*Acatamiento verbal de la Jerarquía
católica y la ortodoxia, aunque en la práctica todo
sea heterodoxo. Ante esto, la Jerarquía opta por el eufrentamienio
(Cabora) o por la indiferencia aparente (Fidencio).
*Fe en el vínculo inquebrantable entre
la vida cotidiana y la representación litúrgica
de lo ultraterreno. Todo (cielo, infierno, limbo, vírgenes,
apariciones, milagros, posesiones satánicas, posesiones
seráficas), es natural porque lo secular no existe y el
Siglo (la Hisloria) transcurre en lontananza.
*Apropiación de aquellos valores de
la fe que distancian del logro individualista. Se vive para cumplir
metas esenciales, aquellas donde la voluntad de sacrificio es
una forma de la transfiguración. En este caso, la mística
es el abandono de sí, la renuncia a las posesiones, la
balalla por los ideales primigenios (el modelo de Santa Juana
de Arco para la Santa de Cabora, el modelo de Cristo para el Niño
Fidencio, el modelo de San Pablo para Papá Nabor, el envío
de profecías, la encarnación de la naturaleza (las
operaciones y limpias de Pachita, los cantos portentosos de María
Sabina), la presunción de vivir como Dios manda.
A la mística de la marginalidad o en
la marginalidad no la afecta la falta de prestigio o de visibilidad
social; en rigor la estimula en sus afanes: la vida íntima
que florece en la pobreza o la miseria, la pasión comunitaria
del ascetismo, la renuncia al sufrimiento a través de la
expiación. En la entrega a lo abyecto se prueba la renuncia
a lo terrenal.
La mística de la marginalidad es un
enclave de la resistencia psíquica: quienes siguen a los
iluminados no entienden conceptos clave en la cultura dominante:
fanatismo, superstición, herejía, irracionalidad.
Lo que se les diga no les incomoda, están más allá
de las palabras condenatorias porque no habitan el lenguaje que
los expulsa. Esta es una ventaja de la marginalidad: no sabe cómo
se le mira y se le califica, no sabe por ejemplo que de acuerdo
a la tesis del filósofo norteamericano William James, los
milagros pueden ser también manifestaciones supremas del
autoconvencimieto. En ese ámbito, la historia de Fidencio
y de sus seguidores pertenece a la condición extrema de
los vencidos: la enfermedad en la pobreza, ese golpeteo de la
mala suerte que ampara comportamicatos abnegados, violentos en
su autoflagelación, reacios a la desesperanza, ávidos
de las resurecciones del cuerpo y del alma.
Más allá de la desesperanza empieza las letanias del niño Fidencio.