Sigal, Silvia
Historia de la cultura y del arte.
pp. 221-227


MEXICO EN LOS SIGLOS XIX y XX

3. EL MURALISMO

Con el siglo XX se inicia en México una nueva vida en el campo de las ideas, de las armas de la cultura. La Revolución mexicana influyó decisivamente en la modificación de la cultura, ésta tenía forzosamente que reconstruirse, asumir una nueva organización acorde con los principios y objetivos revolucionarios de la época. Ante esta nueva realidad, se originó un proceso de nacionalización de la cultura.

Ya desde principios de siglo el arte mexicano se encaminó hacia nuevos propósitos y nuevos objetivos, en busca de una identidad con un fuerte espíritu nacional, como lo muestra la obra de José Guadalupe Posada. Todo este fervor y entusiasmo por lo nacional que se venía gestando desde principios de siglo, estalló y se consolidó en la pintura de la Revolución en el llamado movimiento muralista, representado principalmente por José Clemente Orozco, Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, Pablo O'Higgins y Juan O'Gorman. Fue la Revolución y los cambios que de ella partieron lo que hizo posible el surgimiento y esplendor del muralismo. La pintura mural mexicana apareció en un determinado momento histórico, en que un grupo de artístas con una visión revolucionaria del arte y de la vida social comenzaron a pintar, bajo los auspicios del poder público.

Retomaron el arte popular, los retablos, los corridos, la alfarería, el folklore, el arte precolombino con sus mitos y leyendas; todo esto sirvió de gran inspiración para el arte mural revolucionario. Llevar la pintura a la calle, a los muros, insertarla en la vida nacional, educar al pueblo, expresar la vida y el sentir de México, constituyeron algunos de los principios del muralismo, de ahí la grandeza de sus obras, la riqueza de las formas, la fuerza y la intensidad de la pintura, logrando así obras magistrales en cuanto a forma y contenido; así los pintores mexicanos llevaron a los edificios públicos la historia y la ideología de un México nuevo, como lo vemos en los murales de la Secretaría de Educación Pública, Palacio de Gobierno, Hospicio Cabañas, Palacio de Bellas Artes, Escuela Nacional de Agricultura, Hospital de la Raza, etcétera.

Los muralistas buscaban afirmar la identidad nacional del pueblo mexicano; el pueblo con su historia, sus luchas y sus ideas fue el inspirador principal y protagonista de esta pintura, que fue realmente un fenómeno peculiar de la Historia y de la evolución cultural en México y al mismo tiempo, una importante aportación a la cultura universal. El muralismo es considerado como un fenómeno cultural nuevo con su propia formación histórica y con su original carácter estético.

Pero el muralismo rebasó los límites del nacionalismo, no fue solamente la expresión plástica de una ideología determinada, ni la ilustración de doctrinas preestablecidas, sino que fue un movimiento de gran envergadura, creó un lenguaje propio resultado de la fusión orgánica y armónica de lo mexicano con lo universal, creando obras magistrales, frescos monumentales, vigorosos, colosales, llenos de fuerza y color, donde se destaca el uso del espacio, la grandiosidad, la expresividad y fuerza del trazo, el dinamismo, la excelencia de las formas y el temperamento expresivo; creando obras que fueran mas allá de la ideología o de un mensaje didáctico. Su grandeza radica no solamente en el contenido sino en la forma y belleza para representar o expresar la realidad.

Dentro de este movimiento se distinguieron tres grandes artístas: José Clemente Orozco, Diego Rivera y David Alfaro Siqueiros. José Clemente Orozco recaptura lo trágico, en su obra encontramos una pasión desbocada, angustiosa, una pintura agresiva, donde la realidad aparece en su forma más descarnada, figuras contorsionadas, incendiadas de color, llenas de dramatismo. Orozco nos ofrece en sus murales una visión desencantada, llena de tensión; su obra original e intensa abrió un nuevo camino en la plástica mexicana. Entre sus obras destacan principalmente los murales del Instituto Cabañas en Guadalajara.

Diego Rivera fue en cambio un narrador formidable enamorado del mundo indígena, de la historia y de la cultura popular; en sus obras destacan siempre el júbilo y la ironía. Su obra es narrativa y pintoresca, basada en la historia, la naturaleza y las luchas de su tiempo. Sus murales más bellos se pueden apreciar en la Escuela Nacional Preparatoria, en la Secretaría de Educación Pública, la capilla de Chapingo y los del Palacio de Bellas Artes.

David Alfaro Siqueiros, poseedor de una técnica magistral, abordó simpre temas sociales y políticos; su pintura es fuerte y vigorosa, de gran dinamismo. Entre sus grandiosos murales están los del Hospital de la Raza, los de la Escuela Nacional Preparatoria y los del Polyforum Cultural Siqueiros. El muralismo tiene y seguirá teniendo una fuerte influencia en la vida cultural de nuestro tiempo.


4. MOVIMIENTOS POSTERIORES AL MURALISMO

Crear un arte nuevo en México después del muralismo, fue una labor dificil que sólo se fue logrando poco a poco gracias al trabajo de muchos artístas, quienes trataron de permitir la penetración a nuestro país de los movimientos que sucedían a nivel internacional. La resistencia a la influencia internacional en México se dio en todos los terrenos; sin embargo, tras múltiples dificultades, México se unió al panorama mundial de las artes; algunos artístas incursionaron en la abstracción, otros dentro de la figuración buscando todos nuevas posibilidades de lenguaje artístico que, reflejando la realidad nacional, permitiesen a su vez el contacto con otras culturas.

El surealismo penetró a México con la llegada de André Breton en 1939. En 1940 en la Galería de Arte Mexicano de Inés Amor, participaron artístas reconocidos internacionalmente junto con artístas mexicanos. Así estuvieron reunidas obras de Arp, Klee, Picasso, Dali, Miró, Ernst y Magritte, junto con las de Diego Rivera, Manuel Rodríguez Lozano, Roberto Montenegro, Carlos Mérida y Manuel Alvarez Bravo. Animados por esta exposición aumentaron los representantes mexicanos en esta corriente y sobresalieron Frida Kahlo, Leonora Carrington, Remedios Varo, Alicia Rahon, Antonio Ruiz, Carlos Lazo, Juan O'Gorman y Juan Soriano.

Luchando contra lo que se llamaba la "política oficial", se reunieron otros artístas que aun cuando sus obras eran diferentes entre sí, los unía una misma actitud: la necesidad de expresarse libremente. Entre estos artístas estaban Enrique Echeverría, José Luis Cuevas, Héctor Javier y Alberto Gironella. En 1949 Mathias Goeritz fundó el Museo Experimental "El Eco" promoviendo nuevas técnicas y formas en el arte.

Los jóvenes artístes con una actitud crítica frente a los artístas "oficialistas" despertaron hostilidad por parte de las autoridades artísticas mexicanas. Se creó un llamado "Museo de Arte Contemporáneo en México", cuyos integrantes eran, entre otros: Luis Nishizawa, Vicente Rojo, Enrique Echeverría, Lilia Carrillo, Woldemar Sjolander, Manuel Felguérez, Vlady y Gironella. Otro grupo lo formaron los llamados "interioristas". Este fue creado por Arnold Belkin e Icaza.

El Instituto de Bellas Artes organizó una exposición llamada "Confrontación 66", donde fue evidente la multiplicidad de tendencias que para entonces presentaba ya el arte mexicano. En la línea de la abstracción destacan artístas como Lilia Carrillo, Manuel Felguérez, Cordelia Urueta, Pedro Coronel, Vicente Rojo, Gunther Gerzo, Luis López Loza y Carlos Mérida.

Dentro de lo que se puede llamar figuración con todas sus evidentes modalidades destacan Tamayo, Alice Rahon, Remedios Varo, Leonora Carrington, Chucho Reyes, Leonel Maciel, Orozco Romero, Guillermo Meza, Pedro Friedeberg, José Luis Cuevas, Gironella, Icaza, Francisco Corzas, Vlady, Ricardo Martinez, Gilberto Aceves Navarro y Juan Soriano; como artísta intermediario entre éstos y las nuevas generaciones, la figura de Francisco Toledo es central para el desarrollo del arte mexicano.

En la arquitectura es indispensable citar la enorme importancia de Luis Barragán y Pedro Ramirez Vázquez, creador este último, entre otras obras, del Museo de Antropología e Historia de la ciudad de México.

En la década de 1970 se presentó en México la modalidad de los grupos que, teniendo en común una actitud frente al arte, compartían también la visión social y política de la realidad mexicana. Estos grupos posibilitaron la interrelación de las artes visuales con teatro, danza, literatura, cine, etc. Las fronteras entre el arte y la realidad y entre las diversas artes se fueron diminuyendo. Estos grupos replantearon también la relación entre lo nacional y lo extranjero y, sin volver a los planteamientos del muralismo, rescataron algunos de sus postulados como el de un arte para las mayorías. Entre los grupos más importantes se encontraban: Grupo Suma, Grupo Peyote, Compañia Proceso Pentágono, Taller de Investigación Plástica y Tepito Arte Acá.

Dentro de las búsquedas experimentales típicas de la década de 1970 está, por ejemplo: la "Carta Monumental", de Mariano Rivera, quien promovió una actitud de búsqueda e investigación dentro del arte. También hubo auge de "libros objeto", instalaciones happenings, etc. En la década de 1980 los artístas mexicanos regresan de alguna manera a búsquedas individuales, y aunque se pueden unir en tendencias, no se agrupan deliberadamente.

En general, en el panorama mundial, se ve surgir lo que se ha dado por llamar la transvanguardia o Nueva Imagen, en donde los estilos se mezclan y en donde figura y abstracción ya no se plantean como alternativas separadas, sino que se combinan en una nueva realidad. Un elemento importante de esta tendencia es el volver la mirada a lo nacional y al pasado histórico, mítico y religioso particular de cada país. Así, en México se ve surgir una nueva noción de "mexicaneidad" en las obras de arte que reúne el pasado prehispánico con símbolos surgidos en la Colonia y todo esto unido a la cultura popular y al pasado inmediato.