Facetas No. 99.
Enero, 1993.
USIA
Information Service.
Cultura Pop
Imágenes y Temas
La cultura popular de los Estados Unidos ha cautivado la imaginación del mundo, pero ¿en ella se transmiten o se mutilan los valores estadounidenses?
La principal exportación de los Estados Unidos no son las manufacturas, la agricultura, los productos farmacéuticos o la alta tecnología, sino la cultura popular. Más de dos tercios de las entradas que se venden en los cines de Europa occidental son para ver filmes de los Estados Unidos. Las canciones de las estrellas pop, como Bruce Springsteen y Michael Jackson, son himnos para los jóvenes de todo el mundo. Las hamburguesas y las bebidas gaseosas de los Estados Unidos se consumen en casi todas las ciudades importantes del orbe. Sin embargo la cultura pop es algo más que la simple diversión; las alusiones al estilo de vida estadounidense se convirtieron en consignas para los reformadores, en el este de Europa y en otros países que ansiaban una mayor libertad política, una economía de consumo de libre mercado y la movilidad ascendente, que son los sellos distintivos del sistema occidental.
La propagación de la cultura pop es buena para los Estados
Unidos y el resto del mundo. En fecha reciente, el Instituto Estadounidense
de la Empresa (AEI) en Washington patrocinó un simposio, con duración
de todo el día, para abordar esas y otras cuestiones. El grupo internacional
representaba una gran variedad de disciplinas -historiadores, sociológos,
periodistas, jueces, artistas y ejecutivos del mundo de la diversión-
y sus comentarios se han condensado aquí.
TODD GITLIN, profesor de sociología, Universidad de California en Berkeley: La cultura popular de los Estados Unidos es hoy la mayor aproximación posible a una lingua franca mundial, que une sobre todo a las clases urbanas y refinadas de la mayoría de los países, en una sola zona cultural federada. La cultura popular estadounidense es el más reciente de la larga sucesión de intentos de unificar al mundo. Viene a continuación de la cultura romana y de lo que se conoce como marxismoleninismo. Gracias a las compañías multinacionales, los iconos de la ideología más reciente para la unificación del orbe -o, mejor dicho, para crear una semicultura mundial- son los actores recios, como Charles Bronson, Clint Eastwood y Arnold Schwarzenegger, y con ellos el abigarrado mosaico de los anuncios de Coca-Cola.
El surgimiento de una semicultura mundial, más que sustituir a las culturas y sensibilidades locales, coexiste con ellas. Tal como lo ha dicho el investigador noruego Helge Ronning, es factible suponer que la cultura popular global, en gran parte estadounidense, ha llegado a ser -o está en vías de serlo- la segunda cultura de toda la gente. En ella se propicia cierto bilingüismo.
¿Por qué tiene éxito la cultura popular estadounidense? La explicación reside, en parte, en las economías de escala. El hecho es que los EUA pueden vender más barato que otros proveedores. Sin embargo, nadie obliga a los daneses, par ejemplo, a ver por televisión la serie "Dallas". El dominio de la cultura popular estadounidense es de tipo blando y, en cierto sentido, una colaboración. Tal cultura popular, como lo ha señalado el investigador británico Jeremy Tunstall, ha sido impulsada por un solo propósito predominante: divertir. Por esta razón, y al margen de las economías de escala, es fácil ver por qué los productos de los Estados Unidos han superado a la competencia: los de Gran Bretaña fueron elaborados en gran parte para elevar a la gente a la alto cultura, y los soviéticos se hacían con fines didácticos.
Para cuando las obras comerciales producidas en Hollywood, en Nueva York
o en la capital de la música country, Nashville, se alejan
de las costas estadounidenses, la cultura popular ya ha sido "probada
de antemano" por un público heterogéneo, que en cierto
sentido es un mercado intemacional muy vasto, pues incluye elementos propios
del gusto de otros países. Ningún competidor, en las monoculturas
de Europa y Asia, se pueden ufanar de lo mismo.
RICHARD GRENIER, periodista, The Washington Times: Por su magnitud, su valentía militar y, algo igual de importante, su ética democrática, los Estados Unidos no tienen rival en cuanto a influencia mundial. Además de la prominencia del país, parece que es irresistible el magnetismo de todo el conjunto de actitudes estadounidenses que el mundo exterior ha juzgado convincentes: optimismo, esperanza, fe en el progreso, falta de formalidad y una convicción profunda en la igualdad humana.
Por muchos decenios, esas actitudes se llegaron a arraigar en la opinión
mundial como "estadounidenses". El país vive a expensas
de su capital de tipo cultural.
REINHOLD WAGNLEITNER, profesor de historia, Universidad de Salzburgo: El éxito mundial de la cultura de los Estados Unidos es uno de los capítulos importantes en la historia del siglo XX. La americanización de la americanización de la cultura europea no fue un subproducto del éxito político, militar y económico de los Estados Unidos en la Europa de la guerra fría, sino el verdadero meollo de ese proceso. En una Europa que había sido devastada, los Estados Unidos se convirtieron en un sinónimo de la modernidad. Parecía que ellos tenían el monopolio de los códigos de la misma. Los valores anticomunistas que las fuerzas de ocupación de los Estados Unidos compartían con la mayoría de los pueblos liberados, al final de la Segunda Guerra Mundial, no da lugar a otra conclusión, sino que se trata de un caso clásico de auto-colonización. Por definición, la cultura pop estadounidense siempre tuvo un fuerte elemento de protesta contra las tradiciones y las costumbres, que la vuelve muy atractiva.
En 1987, el 79% de las exportaciones mundiales de filmes y programas de televisión provenían de los Estados Unidos; en 1991, las producciones europeas de TV llenaban sólo 20,000 horas, del total de 125,000 horas de trasmisión de todas las estaciones de TV de Europa. Casi las tres cuartas partes de los programas de computación que se usan en el mundo obedecen instrucciones en idioma inglés.
Sin embargo el término americanización acalla y
oculta más de lo que revela. El desarrollo de la cultura instantánea
del mundo moderno tiene mucho menos relación con la propagación
de las supuestas características nacionales de la gente que vive
en los Estados Unidos, que con el modo en que se ha desarrollado el sistema
del capitalismo. Así pues, el término "americanización"
se aplica al desarrollo de un orden social orientado al consumo, en el seno
de sociedades capitalistas.
STEPHEN GREENBERG, vicepresidente de Big Beat Records: No es correcta la suposición de que la cultura popular empezó con los estadounidenses, que más tarde se propagó y que hoy es una cultura mundial. La cultura es un continuum y los Estados Unidos sólo son un hito en el camino.
El rock and roll, que es una de las mayores exportaciones culturales
de los Estados Unidos, es tan híbrido del sentido europeo de la melodía
y la armonía, unido al ritmo africano. Hoy ha sido adoptado por otros,
que crean con él su propia música. La música local
siempre va a predominar sobre la estadounidense, porque a la gente le gusto
la música en su propio idioma. En cuanto a la música actual,
tal vez nos acercamos a una época en que la cultura estadounidense
será menos relevante que en el pasado. Al mismo tiempo que se ha
forjado la unidad de Europa, ha llegado también un sonido europeo.
JAMES BOWMAN, editor estadounidense del Times Literary Supplement (Londres): A través de la historia ha habido culturas oficiales y no oficiales. Los jóvenes han gravitado hacia la cultura no oficial abierta, libre y carente de estructura. Lo que llamamos la cultura popular norteamericana es cada día menos estadounidense: es una cultura juvenil internacional.
Gran parte del resto del mundo se ha tenido que plantear a últimas
fechas una pregunta que deben responder los Estados Unidos: ¿qué
hace un país cuando se vuelve rico? El consenso estadounidense después
de la Segunda Guerra Mundial fue que el país les debía brindar
a sus jóvenes varios años de ocio; alga que el resto del mundo
no se podía dar el lujo de proporcionar a su población joven.
Para los jóvenes del resto del mundo, el sueño estadounidense
es el sueño de la libertad irresponsable... y los Estados Unidos
son la patria de su revolución.
PICO IYER, columnista de la revista Time: La cultura pop hace girar al mundo y los Estados Unidos hacen la major cultura pop. Por ahora, esos productos representan sin duda la mayor fuente de ingresos de los EUA por de exportaciones, aun cuando el país sigue siendo el destino más popular en los visados de inmigrante. Cuanto más tensa o amordazada está una cultura, tanto más urgente es su apetito de todas esas cualidades que identifica con los Estados Unidos: la libertad, la riqueza y la modernidad.
Es posible que los Estados Unidos se perciban cada día más como algo redundante. Ahora que el comunismo se desintegra, la atracción del capitalismo se puede empezar a disipar. En muchas partes del mundo, existe el sentimiento genuino de que la eficiencia disciplinada de una Europa unificada y de las nuevas potencias del este de Asia, puede dejar atrás a los Estados Unidos.
Los británicos hacen mejor música, los japoneses están
macho más adelantados en tecnología, los europeos tienen un
sentido más fuerte y consciente de si mismos acerca de su herencia
estética. Sin embargo, en el mundo de las canciones, los filmes,
las imágenes, los Estados Unirlos siguen siendo la capital, y lo
serán por mucho tiempo, (pero, como lo ha dicho el novelista Gore
Vidal, esa meca no es Washington sino Hollywood). Por mucho que los EUA
padezcan una pérdida interna de fe, seguirán gozando de la
inmunidad que adquieren todas las cosas en el ámbito del mito: así
como todos suponen que los franceses elaboran los mejores perfumes y sos
suizos fabrican los mejores relojes, se seguirá pensando que los
estadounidenses edifican los mejores sueños.
JOSEPH DUFFEY, rector de la Universidad Americana, Washington:
Una [arte del atractivo de la cultura estadounidense para los pueblos de
este planeta, es que cada uno de ellos se puede ver y oír en ella.
Desde el trompetista de jazz Wynton Marsalis hasta la actriz Olympia Dukakis
y la bailarina Paula Abdul -intérpretes que representan distintos
orígenes étnicos- la cultura de los EUA es el cuerpo y la
sangre de las canciones, epopeyas, danzas y dramas de todos los pueblos
de la Tierra. A través de libros a la rústica y videocasetes,
los Estados Unidos le llevan a la gente de todo el mundo un eco distante,
pero familiar, de la música que se tocó en la boda de sus
bisabuelos y de los relatos que se han trasmitido de generación en
generación en su propia tierra.
IYER: Los Estados Unidos han llegado a ser algo así como
un signo taquigráfico para designar todo lo que es joven y contemporáneo.
El país ha sido el creador de tantas cosas a las cuales se considera
prometedoras y actuales, que se ha llegado a pensar que todo lo prometedor
y actual es estadounidense, aun cuando se trate del popular juego japonés
Nintendo para computadora. No se trata tanto de la trasmisión de
los valores estadounidenses, sino de la estrategia de mercadotecnia, la
habilidad y la reputación de los Estados Unidos. Yo crecí
en Oxford, Inglaterra, y aun en esa gran catedral de la ortodoxia y la erudición,
crecimos con el programa de TV "Beverly Hillbillies", el novelista
estadounidense Jack Kerouac y el grupo de rock; The Grateful Dead.
JOSEPH NYE, JR., director del Centro de Ciencia y Asantos Internacionales
de la Universidad Harvard: La televisión de Nicaragua trasmitía
programas estadounidenses, incluso cuando el gobierno combatía a
los guerrilleros respaldados por los EUA. En forma similar, los adolescentes
soviéticos usaban blue jeans y buscaban grabaciones estadounidenses
durante la guerra fría. Los jóvenes japoneses que nunca habían
ido a los Estados Unidos llevaban impreso en sus camisetas el nombre de
universidades norteameicanas. Es posible que los estadounidenses sean regionalistas
y estén orientados hacia el interior, pero la apertura étnica
y la cultura de su país, y el atractivo político de sus valores
de democracia y derechos humanos, son una fuente de influencia internacional
que las naciones europeas tienen en menor grado y que las sociedades comunistas
han perdido por completo.
EVERETT CARLL LADD, director, Centro Roper de Investigación de la Opinión Pública: Los valores estadounidenses primordiales forman parte de una ideología política más vasta, sobre la cual se fundaron los Estados Unidos. El aspecto medular de esa ideología es un individualismo singularmente insistente y de amplio alcance: una visión que le concede un peso sin precedente a la elección personal. La propiedad privada en la esfera económica, la democracia y la libertad con respecto al control del gobierno, en el sistema político, el progreso basado en los proplos méritos, la ausencia de rangos y la igualdad moral en la sociedad en conjunto: esos son los valores esenciales de los Estados Unidos.
En una época en que esos valores van en ascenso en el mundo entero, decir que son rasgos distintivos de los estadounidenses puede parecer un acto de inmodestia. Sin embargo no hay duda de que esos valores siguen siendo muy distintivos. Los estadounidenses están menos comprometidos con el gobierno. Ellos creen que la oportunidad individual siempre está presente y que el individuo tiene un alto grdo de responsabilidad sobre sus actos.
La verdadera pregunta no es si los valores estadounidenses son claros
y distintivos, sino si la cultura popular transmite o mutila esos valores.
WALTER BERNS, profesor de administración pública en la Universidad Georgetown: Lo que Everett Ladd considera una virtud, es decir, el individualismo estadounidense, el filósofo político francés Alexis de Tocqueville lo juzgó como un vicio. Tocqueville acuñó el término "individualismo" y lo describió como "un sentimiento maduro y tranquilo, que induce a cada miembro de la comunidad a separarse de la masa de sus coterráneos y apartarse con su familia y sus amigos. A ciencia y paciencia, él deja que la sociedad se cuide por sí misma. El indiviudalismo socava las virtudes de la vida pública y destruye todas las virtudes".
Thomas Jefferson, que siempre pensó en las generaciones futuras, dijo que la educación debe velar por que "el pueblo esté seguro, pues éste es el custodio definitivo de su propia libertad". Se estimó que la censura era útil para tal educación. La prohibición de las publicaciones obscenas tuvo el efecto de hacer posible, o por lo menos más facil, que los padres les dieran a sus hijos una educación moral, y que lo hicieran así por motives políticos. Hoy seguimos esperando que las families enseñen a sus hijos a gobernarse por sí mismos y que los preparen para participar en el gobierno de otras personas, pero al suprimir el apoyo de la ley de censura, la tarea se ha vuelto mucho más dificil para los padres. Quien no se preocupa a causa de esto y por generación nutrida por ídolos populares como Madonna, sólo se está haciendo ilusiones.
La pregunta crucial es: ¿qué se requiere de un ciudadano
en la forma de gobierno vigente en los Estados Unidos. Hoy los estadounidenses
ignoran por completo esa pregunta. Hablan acerca de las estadísticas
de exportación. Comentan que los blue jeans han llegado al
extranjero, pero no les preocupa en absoluto lo que ellos mismos están
haciendo con sus propios hijos, que serán los futuros ciudadanos
de la nación.
MICHAEL MEDVED crítico sindicado de cine: Hubo una época
en que la gente podía decidir si aceptaba o no los mensajes trasmitidos
por la cultura popular. Esta opción ya no está al alcance
de la mayoría de las familias estadounidenses, pues la persona término
medio ve la televisión 28 horas por semana y las "grabadoras"
portátiles inundan las calles de música estridente. Cuando
se habla de una situación en la que no es posible sustraerse de la
cultura y sus mensajes, se trata de una situación esenscialmente
distinta de la que hubo en décadas pasadas.
BEN WATTENBERG, columnista sindicado y miembro de número del
AEI: Sin duda hay algo de violencia, sexo y obscenidad en la cultura
popular estadounidense. No obstante, ¿quién dice que ésta
no forma parte de Los Estaclos Unidos? De hecho, otros valores estadounidenses
más importantes generalmente aceptados, aparecen también en
los filmes de los últimos 10 años más o menos: la movilidad
ascendente en Working Girl la lucha contra lo establecido en Beverly
Hills Cop, Dirty Harry, y Thelma and Louise, el pluralismo
en DrivingMiss Daisy, Jungle Fever y Grand Canyon,
el populismo en Rocky; el patriotismo en Top Gun; la tecnología
en E.T. y Back to the Future, el individualismo en Dances
with Wolves, Home Alone y Tootsie. Sería muy difícil
extirpar de las diversiones estadounidenses el carácter de lo excepcional
y eso no pasará.
GEORGE GERBNER, profesor de comunicación en la Universidad
de Pennsylvania: La mayoría de las narraciones que hoy escuchamos
no las relatan ni los padres, ni las escuelas, ni la iglesia, y en muchos
lugares tampoco el país natal o los Estados Unidos, sino un puñado
de conglomerados trasnacionales que tienen algo que vender por televisión.
Aquí son mucho más grades las posibilidades de explotación
o manipulación. Así pues no se trata de una expresión
directa de los valores norteamericanos; lo que tenemos es una operación
de mercadotecnia mundial. Eso influye profundamente en la formación
de los niños y en nuestro propio modo de concebir la ciudadanía
WILLIAM BENNETT, ex secretario de Educación de los Estados Unidos: Para responder la pregunta de si la cultura popular trasmite o mutila los valores, tenemos que saber primero en qué grado es exclusiva la influencia de la cultura popular. En la vida de una persona joven hay muchas influencias. Podremos manejar en mucho mayor grado a la televisión y a la cultura popular, si pensamos que otras instituciones están cumpliendo con sus funciones.
Nos preocupa ver que hoy muchos niños están siendo educados por la cultura popular. No hay otra influencia en la sociedad que compita con aquélla para atraer su atención. Muchas escuelas han empezado a imitar a la cultura popular, en lugar de contrarrestarla. En algunas escuelas de los Estados Unidos se inician las clases con música de rock heavy metal.
No creo que alguien pueda desear que sus hijos sean educados por la televisión.
Si suponemos que las demás instituciones de la sociedad de los EUA
noestán haciendo su parte en la división del trabajo,
entonces la preocupación por la cultura popular se intensifica aún
más.
GITLIN: No se trata tan sólo de un problema de los Estados
Unidos: es el problema de la modernidad... o, mejor dicho, eso es la
modemidad. Ésta obliga sin cesar a la gente a afrontar lo que en
muchos aspectos es doloroso, desagradable y fácil de explotar por
quienes dirigen el negocio de comercializarla. Por lo menos desde el punto
de vista histórico, su explotación [de la modemidad] ha sido
inseparable de su distribución.
DANIEL BOORSTIN, bibliotecario emérito de la Biblioteca del Congreso: Uno de los aspectos distintivos, atrayentes y misteriosamente fructíferos de la cultura estadounidense es la índole común de su búsqueda; se trata de personas en busca de su cultura y en busca de sí mismas. Es erróneo suponer que esa gente se podría olvidar de la búsqueda, sólo porque en la cultura popular hay muchas cosas que le resultan desagradables o le parecen vulgares.
Los estadounidenses necesitan hallar el modo de hacer de esa búsqueda
en común, que ha sido el esfuerzo distintivo del pueblo, algo que
sea fructífero, que les ayude a acercarse unos a otros y a descubrir
cosas que jamás imaginaron acerca de sí mismos. No la deben
usar tan sólo para reafirmar la virtud y los rasgos que les gusta
ver reflejados en su propio hogar.
ROBERT BORK, ex juez federal: Los que desean una revisión radical de la política, las normas o las ideas de los Estados Unidos en materia de méritos, creen conveniente atacar a toda la cultura. En el último cuarto de siglo, hemos vista cómo aumenta en forma pasmosa el desapego y el número de grupos que se esfuerzan por fabricar nuevos agravios. No debe ser muy sorprendente que esto haya tenido efectos adversos en la moral y en disciplina de la sociedad, y por ende en el modo en que la cultura popular nos enseña a ver el mundo.
La mayoria de los estadounidenses ni están alienados ni son radicales.
Es preciso buscar otras explicaciones. El inidividualismo singularmente
insistente y de largo alcance, que Everett Ladd analizó, ha llegado
tal vez aún más lejos y se ha convertido en un modo de actuar
y pensar totalmente distinto. Los valores de lo comunitario y del individualismo
no están en la misma balanza. Si no fuera ya demasiado tarde, yo
aprobaría la censura. En verdad hay opciones, pero ni aun en el mercado
económico le damos a la gente la libertad de elegir en todos los
aspectos.
KARLYN KEENE, directora de la revista The American Enterprise: Si
la cultura estadounidense se está corrompiendo, ¿por qué
entre los alumnos de secundaria incluidos en una encuesta reciente, el 78%
dijo que le parece en extremo importante tener un buen matrimonio y el 68%
declaró que ellos y sus amigos trabajan con tesón; y por qué
informó la mayoría que va con regularidad a la iglesia? ¿Por
qué razón afirma el 86% de los jóvenes que el sexo
premarital entre los adolescentes siempre o casi siempre es malo? Y si en
una película como The Doors se ensalza el uso de drogas, ¿por
qué sólo la cuarta parte de los jóvenes de hoy, a diferencia
de casi la mayoría de mi generación (a fines de los años
60), dice que la mariguana debería ser legalizada?
JACK VALENTI, presidente de la Asociación de Cinematografía de los Estados Unidos: Me parece que la pregunta siempre es: ¿quién fija los límites? El único árbitro de la cultura y del gusto en un lugar, debería ser la población que lo habita. No entiendo por qué podría desear alguien imponer sus propios juicios en este aspecto. Los miembros del público también son votantes, son lectores, son críticos, son padres y son maestros.
Cuando la gente me pregunta por qué ya no hacemos filmes como los de antes, siempre les contesto: ¿por qué no es hoy la sociedad como era antes? Vivimos en un mundo que cambia. Cuando la gente me dice que no le gustó este tipo de cine, yo respondo que ellos tienen en sus manos el arma más eficaz que el hombre ha conocido: no ir a ver esos filmes.
En 1991 se rodaron 614 filmes en Los Estados Unidos. Algunos eran tan
malos que fue difícil lograr que la gente fuera a verlos. Otros eran
bastante buenos. Sin embargo, ¿no es así como son también
los Estados Unidos? Una parte de lo que aquí se prodfuce es buena,
y otra parte no lo es tanto.
LADD: Walter Berns dijo que Tocqueville condenó el individualismo. No obstante, ese filósofo también lo elogió; vio el carácter individualista de la sociedad norteamericana como un gran factor de fuerza y, al mismo tiempo, como la fuente de graves problemas. Escribió que, a través de h historia, los estadounidenses tendrían que cabalgar ese corcel y debían tratar de domarlo.
En distintos momentos de la histona, muchos han sentido que el páís
no está cumpliendo muy bien su cometido de contener el lado oscuro.
Se requiere una gran energía moral para seguir manteniendo una sociedad
donde el individuo puede escoger. Cada generación tiene que encontrar
esa energía. Es tonto el de que el simple hecho de dejar al individuo
tomar sus propias decisiones, da buen resultado en forma automática.
Si los individuos escogen algo inferior a lo que debieran, ¿nos hemos
de quedar impasibles, pensando que así está bien, porque ellos
lo decidieron? No. Debemos tratar de elevar el discurso, de llevar a la
gente a un nivel más alto. Eso incluye conferencias, conversaciones
personales y nuestra propia conducta como padres. Tenemos la obligación
moral de elevar la cultura popular.
BOORSTIN: Para mí, una de las cosas que se desprenden de este simposio es una patente y notable merma de la fe en la libertad y en la sociedad libre. Parece que aqui se ha perdido la idea básica de la libertad, pues a mi juicio ésta incluye la opción de hacer filmes de todo tipo y la libertad del mercado para elegir entre las distintas ideas.
Si empezamos a dictar reglas sobre el arte y las ideas, más tarde
reglamentaremos también la economía, que desde luego forma
parte de todo eso. Tal parece que a algunas personas les preocupa más
la reglamentación de la economía, que perder la libertad de
expresar las ideas y las actitudes morales.
IRVING KRISTOL, coeditor de la revista The Public Federal Interest: La cultura popular de los Estados Unidos tiene un efecto corrosivo sobre todos los regí¦nenes totalitarios y muy autoritarios. El espiritu de esta cultura es profundamente individualista, casi anárquico, y se opone a todas Las sociedades colectivistas. En un siglo en que el totalitarismo y el colectivismo han sido refutados en teoría, y a la postre se les rechazó en la práctica, esta propensión de la cultura popular estadounidense tiene mucho de loable.
Sin embargo, ¿acaso ese poder destructivo va aparejado a un impulso constructivo de la misma magnitud? Mucha gente comprometida con algo que se llama la fe democrática, piensa que tal pregunta es irrelevante. Si se le da libre juego a ese destructivo, aconsejan, a la postre todo saldrá bien en una u otra forma esa gente no acierta a creer que algo honda y perdurablemente popular pueda ser un factor de autodestrucción para una democracia.
Para la democracia estadounidense, la cultura popular que hoy impera
en los Estados Unidos no es tanto un adorno, sine una amenaza Así
mismo, tal cultura es lo que se exporta ahora a las nuevas democracias del
este de Europa. Los EUA están exportando un principio de inestabilidad
que éstas incorporan a su existencia cultural y política.
No están exportando una alta cultura comparable, pues no tienen ninguna
que exportar. En los últimos 40 años, la cultura popular ha
subyugado a la alta cultura. Para que una potencia mundial pueda conservar
su posición, no sólo se tiene que ganar el respeto por sus
hazañas militares, sino también por su cultura.
IYER: Las jóvenes japonesas usan ropa estadounidense, comen en McDonald's y compran carteles del astro de cine Tom Cruise. Sin embargo, en cuanto se habla con ellas, se ve que sus valores y creencias esenciales son inalienablemente japoneses y siguen siendo tan misteriosos y distantes de los norteamericanos como en el pasado, del mismo modo que el californiano que come sushi, maneja un Toyota y enciende su televisor Sony, no es muy japonés que digamos.
No les hemos dado el debido crédito a las culturas que, según se supone, están siendo bombardeadas, conrompidas o socavadas. China, Japón e Inglaterra, para mencionar sólo tres, son naciones muy antiguas y tienen culturas ricas y profundas. Ninguna de ellas va a ser transfomada por la Cable News Network (CNN) o por el baloncesto de la NBA, y ninguna va a remmciar a sus 2,000 años de historia en cuanto Madonna se presente en sus ciudades.
A medida que las cosas estadounidenses se propagan por todo el planeta,
las culturas del resto del mundo están llegando a Los Estados Unidos
con la misma rapidez. Los norteamericanos se elogian sin cesar a sí
mismos, al decir que pueden tomar los aspectos útiles y en altecedores
de la cultura popular, y rechazar lo que ésta tiene de mala. Sería
conveniente que les concedieran también un poco de ese mismo poder
de discernimiento a las demás culturas del mundo.
CHARLES KRAUTHAMMER, colaborador editorial de la revista The New Republic: Estamos valorando en exceso la importancia del contenido de la cultura popular, [pero] lo que cuenta es la forma.
El efecto político decisivo de la cultura popular estadounidense consiste en anestesiar, en despolitizar. Nos hemos desorientado a cause de un caso histórico en particular el efecto de la cultura popular de los Estados Unidos en el este de Europa y en la Unión Soviética. Los jeans y la cultura del rock de los Estados Unidos tuvieron allí un efecto desestabilizador. Sin embargo, fue así porque tuvo lugar en el contexto de un sistema político cuya razón de ser consistía en politizar todas las cosas.
En cambio, en el conexto de Occidente, la política ya está
demarcada y limitada por una economía autónoma, por la religión
y por la libertad de asociación. La cultura popular es una restricción
más para el sistema político y no promueve en modo alguno
lo que se podría llamar el individualismo o los valores de los Estados
Unidos. La influencia de la música de rock en la sociedad checa bajo
los comunistas, y su influencia en la misma sociedad gobennada par Vaclav
Havel, un ex disidente que llegó a ser presidente de Checoslovaquia,
son muy distintas. En el primer caso promovió la democracia; en el
segundo no la promueve, es irrelevante y su efecto político neto
es nulo.
NYE: En el posterior a la guerra fria, vamos a descubrir que el
modo tradicional de usar el poder y la fuerza militar sigue siendo importante,
pero no suficiente. Cada día hay más problemas que no es posible
resolver de ese modo. El atractivo cultural e ideológico de un país
va a ser un factor crítico, en ese sentido, para lograr que otros
hagan lo que él propone. Se trata de un poder para bien o para mal
-yo creo que para bien- eso es lo que han hecho los Estados Unidos. La nación
tiene una cultura popular muy vasta, y cuando uso el término cultura
popular, me refiero a todos los aspectos, desde McDonald's hasta la
Universidad Harvard. El 50% de Los estadounidenses llega a la educación
superior: por eso, esta última forma parte de la cultura popular.
FRANCIS FUKUYAMA, analista de políticas en la Rand Corporation: La verdadera prueba para la cultura popular estadounidense no son las sociedades totalitarias en las que tanto impacto ha tenido, sino el Asia, que es el reto. El modo más en que la cultura popular estadounidense puede ayudar a los intereses de los EUA consiste en acabar con el déficit comercial, al trasmitir el individualismo, el consumismo y el narcisismo norteamericanos a esas sociedades asiáticas tan disciplinadas y eficientes. No se puede responder el interrogante de cuál será la influencia de los valores de los EUA, sin hacer un examen de esos valores.
Los EUA están atrapados en una crisis de alcance general, causada
par la sensación de que el individualismo ha socavado el sentido
de comunidad en todos los niveles: desde la familia hasta el centro de trabajo
y la nación. No se puede afirmar con certeza la conveniencia de que
los EUA tengan la esperanza de que su problema con Japón se desvanecerá,
cuando logren que los japoneses se asemejen más a los norteamericanos.
Así mismo, sospecho que la idea no va a dar resultado, pues en esas
sociedades hay valores intrínsecos muy firmes, que las protegen de
ese tipo de embestidas.
NYE: Es preciso distinguir entre lo que se podría llamar el mensaje formal de esos recursos culturales, y el mensaje subliminal de muchos de ellos. Una persona se puede americanizar en un lapso muy breve. El 20% de los estudiantes de Harvard son estadounidenses asiáticos. Alguien puede ir a los Estados Unidos y lograr cosas sorprendentes en muy poco tiempo. La apertura que la cultura popular estadounidense trasmite es benéfica para los intereses de la nación: no es tan sólo un fenómeno de la guerra fría.
La cultura popular no es una base suficiente, ni para la política
exterior después de la guerra fría ni para el poderío
de los Estados Unidos. El atractivo de la cultura popular para los extranjeros
no se puede separar de la calidad de la vida que disfrutan los estadounidenses
en su propio país. Los artistas deben hacer buenas obras de arte,
pero eso no significa que otros tengan que cejar en la tarea de proyectar
en el exterior la imagen de los EUA para dejarla totalmente a merced de
lo que el mercado pueda proveer.
EUGENE PELL, presidente de Radio Free Europe/Radio Free Liberty: Hace tres años la cultura popular era un mecanismo para subvertir las instituciones de la autoridad; no obstante, los intereses de los Estados Unidos han cambiado. Ahora el país se debe interesar en la conservación de las instituciones de la autoridad, siempre que éstas sean democráticas y representen economías de libre mercado.
Aun cuando se puede legislar la democracia, no es posible legislar el
comportamiento democrático. Es factible dictar leyes para tener mercados
libres, pero no se puede crear el espiritu de empresa por medio de la legislatura.
Los Estados Unidos tienen que ayudar a educar a otros pueblos sobre las
instituciones de la democracia y el rnercado libre.
ERVIN DUGGAN, comisionado de la Comisión Federal de Comunicaciones:
Si el oropel de la cultura popular se trasmite a sociedades que no cuentan
con una infraestructura de pluralismo responsable -porque carecen de una
tradición de prensa libre, por ejemplo- éstas van a codiciar
el oropel, pero no lo que más necesitan, es decir, las instituciones
dentro de las cuales es posible ser un ciudadano responsable.
BOORSTIN: El hecho de que la cultura popular no haya creado instituciones
revela una visión ingenua sobre el modo en que éstas se gestan.
No se las puede crear desde el exterior se deben desarrollar a partir de
la historia de una sociedad y sus tradiciones.
WATTENBERG: ¿Es buena para el mundo la cultura popular? Creo que sí, pero la gente lo deberá decidir por sí misma. Más que en ningún otro momento de la historia, hoy tenemos una opción para elegir.
Se dan muchas rezones para explicar el predominio cultural de los Estados Unidos su virtuosismo técnico es supremo; permite economías de escala que le imparten eficiencia; el inglés es el idioma universal; los estadounidenses tienen una demografía cosmopólita. Los cineastas europeos le podrán decir que sólo los norteamerianos saben narrar un argumento (¡y eso se dice en las regiones donde nacieron Shakespeare y Victor Hugo!).
¿Qué es la americanización? Se habla de democracia y de mercados, pero esas ideas surgieron de algo más antiguo, es decir, de toda la constelación de ideas, opiniones y valores que marchan bajo la bandera del indivudualismo. Hay quien piensa que el individualismo al estilo estadounidense es la fuerza más revolucionaria del mundo y que hoy guía tanto a la política como a la economía. Yo no le podría decir cuánto va a durar este momento extraordinario. Tan sólo puedo expresar mi intuición de que no va a durar para siempre. Así pues, llevemos a cabo la tarea mientras brilla el Sol.
Si la cultura popular es el principal para la diseminación de las ideas estadounidenses, dejemos que así sea. Sin embargo la cultura popular no lo es todo. Para ejercer su influencia, el país les debe prestar más atención a otros medios de difusión de sus ideas: inmigración, idioma, turismo, educación, comercio y radiodifusión internacional serían los primeros rubros de la larga lista.