Flemming, William
"Arte, Música, Ideas"


IDEAS: RELATIVISMO

El cambiar es lo único permanente. Esta aparente paradoja señala al mismo centro del pensamiento del siglo XX se expresa en términos filosóficos, científicos o estéticos. Ningún parámetro absoluto estático inmutahle, posiblemente pueda brindar una visión satisfactoria del mundo cambiante de hoy. Incluso los antiguos principios de matemáticas han dejado de ser considerados como verdades eternas y en su lugar, como en el arte, son ahora considerados expresiones humanas relativas, en el tiempo y el sitio de su creación. También los dogmas más firmes de los credos religiosos y las doctrinas políticas son sometidos a comentarios y modificaciones amplísimos, de cuando en cuando, de alcance mucho mayor del que sus seguidores admitirían.

El cambio de un orden estático del mundo a lá visión dinámica actuál del universo que comenzó con Copérnico y Galileo, ha barrido con todo lo que se le ha puesto al frente. Los que creen en un progreso ordenado hacia un objetivo definible, interpretan esta corriente como alguna forma de evolución; los que lo aceptan directamente, como la mayoría de los científicos, piensan simplemente en términos de cambio. Ambos concordarían con Nietzsche cuando dijo que la verdad nunca cuelga del brazo de un absoluto: por necesidad, ambos describen el mundo en términos relativos. En sus observaciones de los fenómenos físicos, Albert Einstein advirtió que en un mundo en donde todo se mueve, cualquier cálculo o predicción, para ser válido, debía basarse en la posición relativa del observador. El espacio absoluto de Newton. que era inmóvil y su tiempo absoluto, que fluía con uniformidad, ambos "en relación con cualquier circunstancia externa", tuvieron que ser desechados y substituidos por la teoría de la relatividad. Todo espacio, en el criterio moderno, se mide por la movilidad y cambio de la posición relativo, y todo tiempo por la duración de movimiento en el espacio recorrido. El mundo se transforma en un continuo de espacio y tiempo: toda la energía, la materia y los hechos guardan relación en las cuatro dimensiones de espacio y tiempo.

Los estudios que los antropólogos han hecho de la vida y las costumbres de los pueblos primitivos han demostrado la forma en que las consideraciones éticas guardan relación con las costumbres tribales, al igual que con circunstancias sociales y económicas. En el Tibet una mujer puede tener varios maridos, pues un solo hombre sería demasiado pobre para sostenerla. En Africa, algunas tribus permiten que un hombre rico tenga las mujeres que pueda mantener. Los filósofos pragmáticos, William James y John Dewey dieron una amplísima ojeada a la historia y al mundo, y llegaron a la conclusión que cuando una idea es eficaz, es válida; cuando deja de ser aplicable y activa, su verdad no es válida y es necesario buscar otra solución.

Dicho mundo relativo, en que todas las cosas parecen distintas a toda persona y a cada grupo, según las bases y el medio educativo, geográfico, histórico, étnico y psicológico, puede ser comprendido sólo en términos de muchos cuadros de referencia. Todo absolutismo como el de la sociedad totalitaria en la República de Platón,insiste en un máximo de aceptación y conformidad; un relativismo como el de la democracia moderna permite que haya muchas y diferentes imágenes del hombre. Este mundo relativo aún más, está poblado por hombres que se contemplan a sí misnios en imágenes múltiples y se expresan en una multiplicidad de estilos. Puede hallarse en el hombre proletario de Marx, que se expresa en alguna forma de protesta social y lucha por obtener el triunfo definitivo de las clases y masas trabajadoras, en él late el hombre de la selva de Darwin, golpeando sus tambores neoprimitivos y con palabras existencialistas discurriendo sobre la supervivencia del mejor adaptado. El superhombre de Nietzsche, determinado a imponer su inmensa voluntad a un mundo que no lo desea, ha sido combatido en dos guerras mundiales. La voz del hombre de Freud, con toda su psicología, se escucha desde los divanes y lienzos, al tratar de compartir sus pesadillas surrealistas con el mundo. El hombre mecánico, producto de la revolución industrial y de la época de la máquina, con paso de robot camina rumiando ideas mecanistas en su cerebro electrónico y expresando principios futuristas en su estilo mecánico; en él está el hombre científico de Einstein, todo relatividad, que traza pinturas abstractas de su mundo espacial-temporal en cortantes líneas angulosas organizadas por la perspectiva multifocal del cubismo. El arte moderno, como espejo de su mundo relativista, asume por esa razón muchas formas que reflejan una multiplicidad de imágenes humanas.

No cabe la sorpresa, pues, que este mundo que ha producido científicos que analizan y sintetizan y físicos que trabajan con la fisión y la fusión, también haya dado a luz revolucionarios que deseen destruir el orden social para reconstruirlo en forma distinta; a naciones guerreras que esperan romper en pedazos el orden internacional para construir un nuevo equilibrio del poder; a iconoclastas que se sienten compelidos a derribar ciertas imágenes por las cuales viven los hombres, para rehacer el mundo a su propia imagen, y artistas que distorsionan los objetos tangibles y les dan nuevas formas que existen solo en sus imaginaciones y en sus lienzos.

En este mundo relativo, en consecuencia, el cubista desintegra los objetos en sus pinturas para que pueda reintegrarlos en trazos de su propio albedrio. Cada pintura crea sus propias relaciones espaciales y por esta causa el espacio es relativo al espíritu y estado de ánimo del pintor, y no un absoluto como en la geometría de Euclides. Es imposible e inconveniente establecer alguna analogía precisa entre los principios cubistas y los matemáticos del espacio y tiempo. Sin embargo, cabe encontrar una relación, por más asistemática que pueda ser, en el concepto cubista de la simultaneidad de diversos puntos de vista, en la representación de objetos de manera simultánea desde varios lados, en el empleo de la perspectiva multifocal y en el énfasis simbólico de formas geométricas abstractas. Al representar los cuerpos en descanso o en etapas sucesivas de movimiento, una pintura futurista o mecanicista establece por propia cuenta un continuo de espacio y tiempo. De manera semejante, Chirico en Las Musas Inquietas (fig. 300) coloca estatuas clásicas en un espacio demarcado por un castillo medieval, una fábrica y una torre futurista para crear una imagen de tiempo en la que el pasado, el presente y el futuro coexisten en un ahora prolongado.

En música, la expenencia de la disonancia se ha emancipado de su dependencia en la consonancia, de modo que no exige preparación, anticipación ni resolución. Los parámetros absolutos de la tonalidad, la regularidad rítmica y la forma musical han cedido el paso a toda una serie de relativismos tonales. En vez de la reiteración insistente de un compás, una pártitura musical moderna puede emplear series de diversos metros en que un compás, de 4/8 es sucedido por otro de 7/8, otro de 2/8, otro de 9/8 y así sucesivamente. El mismo principio puede ser empleado simultáneamente con diversos ritmos que se escuchan al mismo tiempo, como en el tejido polirrítmico de la Consagración de la Primavera de Stravinsky. En vez de organizar la obra alrededor de un solo centro tonal, algunos compositores han empleado dos tonalidades simultáneamente en la técnica conocida como bitonalidad, en tanto que otros han ido aún más lejos y llegado a la politonalidad. Ello, a su vez, dio origen al método dodecafónico de Schoenherg, en que los 12 sonidos de la escala guardan relación. no con una tonalidad central, sino sólo entre sí. Dentro de la organización interna de la obra, la asociación de sonidos o tonos conocida como serie, puede ser ejecutada hacia adelante o hacia atrás, de manera normal o al revés, de modo simultáneo como en un acorde, o fragmentada en motivos más pequeños. El método dodecafónico preconiza el cambio y evita la repetición; su ideal es la variación constante que crea un estado perpetuo de corriente sonora.

El histórico ha dado al artista moderno un número jamás visto de estilos y técnicas modernas para elegir, desde el pasado hasta el presente. El artista del siglo XX es heredero de todas las épocas. Una exhibición de Picasso o un concierto de Stravinsky puede significar una diversidad asombrosa de estilos. Para el primero, la inspiración puede provenir de la antigua escultura ibérica, de las máscaras tribales africanas, de los frescos de los templos románicos y de las vidrieras medievales, al igual que de fuentes contemporáneas. Las pinturas de Picasso también incluyen provocativas variaciones de Las Meninas de Velázquez. La Piedad de Delacroix, y otras obras maestros que hayan arrebatado su ojo de artista. Sus medios pueden incluir dibujos a lápiz, "collages" hechos de trozos de tela y papel, cerámicas y tallas en madera, al igual que lienzos al óleó y acuarelas. Las fuentes en que abreva Stravinsky pueden ser los ritmos libres del canto gregoriano, el contrapunto disonante del siglo XIV, las óperas de Mozart y las prácticas polirrítmicas de la música tribal africana. Para estos maestros artífices, el relativismo histórico proporciona una libertad completa de elección sin la necesidad de sacrificar originalidad ni principios estéticos. En algunas muestras más recientes de pintura, la elección se ha concentrado en las características mínimas de la forma (fig. 315): su superficie plana, la forma del lienzo y el color y, con tan parcos elementos, hacer una afirmación visual completa, tan potente como la que se hallaba en los lienzos heróicos del pasado en que fueron explotados todos los elementos pictóricos de alegoría, figuras identificables, modelado, perspective y otros.

Los filósofos de la historia, como Spengler y Toytibee, a través de sus amplísimas visiones panorámicas históricas, han demostrado que el pasado aún existe en el presente vivo. Desde el punto de vista de la relatividad histórica la tradición suele ser un factor más potente que la innovación y en todas las épocas, incluida la actual, la evolución ha sido la fuerza más potente que la revolución. Muchas de las ideas y problemas del siglo XX son variaciones de antignos temas que han inquietado al hombre incluso cinco siglos antes de Cristo: los que en el pasado produjeron netas disonancias, nunca han sido resueltos; en vez de ello, han pasado de moda se hicieron caducos fueron olvidados temporalmente, o tal vez, en una forma u otra, se desvió la atención hacia los lados en vez de abordarlos de frente, o bien adquirieron nuevas formas o configuraciones. "Las ideas, como ellas mismas nunca han conquistado al mundo" señaló Romain Rolland en su novela Juan Cristobal, "sino sólo por la fuerza que representan. No se apoderan de los hombres por su contenido intelectual sino por la radiante vitalidad que emana de ellas en determinados periodos de la historia... La idea más elevada y sublime es ineficaz hasta el día en que se vuelve contagiosa, no por sus propios méritos, sino por los méritos de los grupos de hombres en quienes encarna por la transfusión de su sangre". Más importante que las soluciones o falta de ellas, han sido las fuerzas emocionales que estas nociones han generado y los frutos óptimos que han producido. Todas las ideas factibles, por último, han quedado plasmadas en las construcciones que los hombres han erigido para albergar sus actividades, las estatuas y pinturas que reflejan sus imágenes humanas, las palabras que expresan sus pensamientos más recónditos, y la música que arroja al viento sus anhelos y aspiraciones en un mundo cambiante.