Zea Leopoldo.
Antología de la Filosofía
Americana Contemporánea.
Ed. Costa-Amic.
México, D.F. 1968.
FRAGMENTOS:
Evolución de la Intelectualidad Brasileña en la primera fase del siglo XX.
Euclides de Cunha.
El supo ver, más que comprender, gracias tal vez al carácter de su personalidad extremadamente sensible -hasta enfermiza- lo que había de contradictorio en el paisaje social, político y económico de su tierra, y lo que había de paradójico, de ridículo, en la actitud de la élite intelectual de su tiempo, absorta en la contemplación de Europa. Y describió en un libro trágico la situación del hombre de sertao, el gran abandono de mi país. Reveló así, a través de las páginas de su gran libro a los letrados del litoral, sumergidos en eltransoceanismo a que se refería Capistrano de Abreu, que los abismaba en una grotesca y pasmada nostalgia, ante una cultura en cuyo proceso no habían colaborado y de la cual apenas eran meros usuarios.
Conclusiones: Joao Cruz Costa
Dos tipos pares aparentemente opuestos pero integrados en un idéntico sentido de acción, se enfrentan en la Colonia. De un lado, el jesuita, empeñado, en el sentido más amplio de la palabra, en la conquista espiritual, y el aventurero dispuesto a la conquista de la tierra y de los bienes materiales.
Con estos dos personajes nuestra amplia fachada atlántica se va a abrir a la historia. Ahí se esboza, quizá, una contradicción de nuestra historia y, también, el de los dos aspectos de la cultura en el Brasil. Se abren dos grandes y contradictorias líneas en nuestro destino: hay en una la vocación atlántica, que nos obliga a mirar hacia el vasto horizonte oceánico, a imaginar y a soñar con Europa. Y hay el sertón, que, desde el comienzo, despertó la codicia del aventurero y la curiosidad del letrado.
Cupo al aventurero y al jesuita, la fijación de la cultura europea en nuestra tierra. Uno, abrirá caminos, construirá aldeas, establecerá ciudades; el otro modelará la inteligencia brasilena.
El Perú, el Occidente y el mundo
A1 referirnos a la Cultura Occidental hemos dicho con toda intención que es formidable y sublime. La Cultura Occidental es formidable por que es la más poderosa de la tierra, y es sublime porque es la más fecunda y creadora. Gracias a la técnica sin precedentes que ha sido capaz de desarrollar aplicando los resultados del conocimiento científico, ha adquirido un poder que ha sobrepasado de manera aplastante al de cualquier otra cultura ya sea de la época actual o pasada. Pero esta técnica sólo ha sido posible porque la cultura occidental ha sido capaz de recrear la ciencia, creada por la cultura helénica, superando también de manera sobrecogedora el aporte griego. Y la creación de la ciencia supone además la creación de la filosofía, otro grandioso aporte occidental (con antecedente helénico). Pero la existencia de la filosofía supone la existencia de un gigantesco complejo de formaciones culturales característicos que hacen de la cultura occidental la más fecunda y creadora de los tiempos. Filosofía, ciencia y técnica, arte, religión, política, democracia, derecho, economía de la abundancia, concepción ciclópea del destino humano que nos ha conducido a vencer la maldición de la gravedad y a emprender la conquista del universo, he aquí la esencia de la Cultura Ocidental que no sólo permite sino obliga a llamarla sublime. Por esta razón, por su sublimidad y su fuerza arrolladora, la Cultura Occidental ha triunfado en su competencia con todas las demás culturas y ha originado el prodigioso proceso histórico denominado proceso de occidentalización. Todas Las culturas existentes, en grado mayor o menor se están occidentalizando. En relación a este proceso es indiscutible que el Perú pertenece plena y claramente a la órbita de la Cultura Occidental.
No debemos por eso equivocarnos. El Perú como Doctrina, el descubrimiento de la autenticidad y fuerza de los valores autóctonos no significa negación de los valores occidentales. Significa llana y simplemente que se ha aceptado, al lado del complejo occidental de formaciones y valores, un complejo de gran significación constituido por formaciones y valoraciones autóctonas. Este complejo es perfectamente compatible con el occidental, y es además complementario. Contribuye a afirmar más la personalidad del Perú y a dinamizar de manera avasalladora las energías creadoras y constructivas de nuestro pueblo, pero sin apartarlo de la órbita occidental; constituye, además, un proceso revolucionario, porque los grupos dominantes tradicionales no aceptaban su vigencia y lo consideraban incompatible con el complejo occidental.
Es evidente que la incorporación de un complejo de valores autóctonos al complejo de valores occidentales contribuirá a dar una fisonomía especial al Perú que se distinguirá entre los demás países de América Latina y del mundo por su carácter original y creador. Pero esta distinción será dentro del ámbito de la Cultura Occidental por la doble razón de que esta cultura tuvo, a través del proceso de la Conquista, un impacto demasiado grande en la formación de nuestro país y de que el mundo está occidentalizado.
Este proceso de integración occidentalizante de proporciones colosales es de enorme interés filosófico e ideológico y apenas comienza a comprenderse en términos adecuados. Su estudio rebasa los marcos del presente ensayo. Pero vale la pena decir algunas palabras sobre la contribución de las culturas no occidentales al proceso de integración. La Cultura Occidental constituye un complejo grandioso de creaciones humanas, pero desde su origen tiene una limitación que no sólo es de efectos negativos sino trágicos: su fuerza expansiva es tan arrolladora que atenta contra el propio sistema de valores que constituye su esencia. Este sistema culmina en los valores cristianos y humanistas sobre los cuales se erigen grandes concepciones filosóficasy sociales de Occidente.En consecuencia, la Cultura Occidental, que reconoce el valor de la dignidad humana y asciende -superando en esto a todas las demás culturas-, a una concepcion universal de los derechos del hombre, al iniciar su aventura imperialista se traiciona a sí misma y crea un callejón sin salida que amenaza destruirla y junta con ella a la humanidad entera.
Es el descalabro de dos guerras mundiales y la resistencia del mundo colonial, víctima de la traición de Europa a sí misma y, por eso, a todos los pueblos de la tierra, lo que detiene este terrible movimiento de expansión política y económica y obliga a los occidentales a tomar conciencia de la pavorosa situación histórica creada par ellos. Se origina así un movimiento ascensional del Tiersmonde, o, para hablar en trminos de Toynhee, del proletariado externo del mundo occidental en el cual los pueblos subyugados comienzan a hacerse sentir en la historia y a ofrecer aportes positivos. Se trata de un subproceso de complementación en el proceso de integración occidental, mediante al cual el Occidente comprende que sólo aceptando los grandes valores proclamados por las culturas sometidas puede cumplir realmente con las exigencies de su propio complejo de valores que, en esencia, es humanista. Así, sólo aceptando el valor de lo que antes desprecio, puede hoy día el occidental lavar la mancha de la traición a su propia cultura.
En este movimiento de integración y de aporte creador de las culturas antes subyugadas, el Perú está en condiciones de cumplir un papel de especial importancia. Porque, debido a las circunstancias que ya hemos expuesto, nuestro país ofrece una contribución de hondo sentido humanista, a través de la cual realize en forma cabal los valores que el Occidente, a pesar de que toda su cultura se centraba en ellos; jamás fue capaz de realizar ni siquiera dentro de sus propios límites.
La tradición de cooperación popular que existe en el Perú, o mejor en la región cultural andina, supera la existente en todas las demás regiones. En este sentido, puede ser un verdadero modelo para aplicarla en otros países que necesitan hacer el esfuerzo supremo de salir del sudesarrollo mediante un proceso de capitalización de emergencia. Los valores autóctonos reconocidos en el Perú, rebasan así los linderos nacionales. No sólo son complementarios del proceso de occidentalización en el Perú sino que pueden serlo en relación a vastos aspectos del proceso histórico actual. Este proceso, verdaderamente único, se caracteriza por ser a la vez una absorción y un reconocimiento de las culturas no occidentales. Una absorción porque todas ellas han tenido que aceptar no solamente la técnica sino la mayor parte del complejo de valores occidentales. Un reconocimiento porque el Occidente ha tenido que ceder ante las demandas de los pueblos sometidos y aceptar sus pretensiones de liberación. Y al ceder ante ellos se ha abierto al reconocimiento de sus grandes creaciones culturales y humanas. En el caso de la cultura Andina, el Occidente puede ahora ver en ella la expresión espontánea y ateórica de un humanismo que los europeos predicaron y no practicaron. La tradición de cooperación popular de la región andina muestra cómo los hombres de antaño que fueron conquistados y menospreciados fueron capaces de hacer lo que antes y después de ellos nadie fue capaz de hacer: organizar una sociedad sobre la base de la justicia, crear un estado que velara por sus súbditos y formar unos hombres capaces de trabajar libremente por el bien colectivo. Por eso ahora el Perú tiene algo que decir al mundo y ocupa una posición señera en el gran proceso histórico que es a la vez de integración y de liberación.
El Perú como doctrina se manifiesta, así, como una afirmación
nacional, que a pesar de existir sólo en relación a una situación
histórica determinada, irradia un espléndido mensaje de universalidad.
A través de esta universalidad el Perú inicia nuevamente una
marcha histórica ascencional.