ORO Y PLATA EN EL PERÚ DE LA CONQUISTA

 


Villa de Huancavelica (Perú), rica mina de azogue explotada desde 1560 [1]

 

1.- Inicio

 

         Pretende esta síntesis comprender como vieron los conquistadores las riquezas del Perú, y cual fue el destino que le dieron a esa fortuna aquellos a quienes les cupo la suerte de encontrarse dueños de ella. Es de interés conocer que motivó a embarcarse en la aventura de Pizarro a los hombres de la hueste perulera y a los que siguieron llegando después de haberse hecho los repartos de Cajamarca y el Cusco. El marco cronológico se encuadra entre el momento en que Pizarro recibe las primeras noticias de la existencia del Tawantinsuyo y los años inmediatos posteriores a la fundación de Lima.  A fin de terminar el proceso, sin embargo, se ha continuado, en forma muy sucinta, hasta el cambio de una economía de conquista a una economía colonial que se produce con el descubrimiento de las grandes minas de plata y el impacto que ellas produjeron.

 

         En cuanto al material usado, se ha dado prioridad a la información de primera mano dejada por los cronistas que participaron en la conquista, en especial Francisco de Jerez, y Sancho de la Hoz. El estudio se ha apoyado con frecuencia en la "Historia del Descubrimiento y conquista del Perú" del contador Agustín de Zárate, llegado tardíamente pero que, por haber sido enviado con la misión expresa de tomarle cuentas al Tesorero Riquelme, es una fuente especializada muy valiosa. Entre el material publicado por investigadores contemporáneos se han utilizado los trabajos de José Antonio del Busto; James Lockhart y Manuel Moreyra Paz Soldán. Una revisión de "Los Repartos" de Rafael Loredo ha sido necesaria aunque ese trabajo esta incorporado y ampliado en las obras antes mencionadas. Los estudios de Rafael Varón sobre los Pizarro y el concepto empresarial de la Conquista, ha permitido algunas aclaraciones sobre el uso que se dio a los tesoros peruanos. Durante los primeros años de ocupación española del mundo andino el oro tuvo presencia constante en el pensar y actuar de conquistadores y metropolitanos.  Eran los años en que Carlos V pagaba con oro sus guerras contra el turco y contra los reformados anteponiendo los intereses dinásticos a los de España. Fue una época de rapiñas y despilfarros, y como bisagra de estos dos extremos estaba el oro de los Andes.

 

         Refiriéndose a las campañas de conquista americana dice Guillermo Céspedes del Castillo:

 

" Las empresas de conquista en general fueron tan pobres en botín como habían sido en provechos inmediatos las de descubrimiento. Alguna vez aparecieron los soñados, fantásticos tesoros perseguidos con tenacidad digna de mejor causa, y a costa de peligros y trabajos casi increíbles. El rescate de Atahualpa sumó 5,720 kilogramos de oro y 11,041 de 'plata buena'; pero estos son casos excepcionales." [2]

   

         Se tratará por lo tanto en este trabajo de la excepción que fue el Perú en la conquista del nuevo mundo, y ello lo hace más interesante para tener una visión de la riqueza y de su destino.

 

         La noticia propagada por Panquiaco, hijo de un cacique de Panamá a unos soldados que se peleaban por unas piezas de oro fue el inicio de la conquista del Tawantinsuyo.  Vasco Núñez de Balboa, durante una de sus correrías por el istmo acompañado por su capitán de confianza Francisco Pizarro recibió una invitación del Cacique Comagre a visitar su tierra.  Llegados allí los españoles fueron muy bien atendidos y:

  

"...al final de la conversación el indio regaló a los blancos con algunas piezas de oro. Los españoles no pudieron refrenarse a la hora del reparto y desconfiando de las balanzas que pesaban el botín se dispusieron a defender su parte. Lo cierto fue que sobraron opiniones y discrepancias, por lo cual tras el rugir de los maldicientes se escuchó el desenvainar de los aceros, el entrechocar de los hierros y... la risa burlona de un indio espectador: era Panquiaco, el hijo del Cacique Comagre. Los soldados interrumpieron la riña y se volvieron al nativo. Este entre sonriente y conciliador, cuentan que entonces dio un puñetazo en la balanza y dirigiéndose a todos les dijo :'¿Que es esto cristianos? ¿Por tan poca cosa reñís? Si tanta gana tenéis de oro... yo os mostraré provincia donde podáis cumplir vuestro deseo; pero es menester para esto que seáis más en número de los que sois, porque habéis de tener pendencia con grandes reyes, que con mucho esfuerzo y rigor defienden sus tierras' y al decir esto señalo hacia el Sur añadiendo que allí había un mar donde navegaban otras gentes con navíos o barcos poco menos que los nuestros, con velas y remos." [3]

 

         Mientras Balboa tomaba nota de esas palabras del joven príncipe interesándose en la mención al otro mar, Pizarro "tomaba para si la noticia del País de las Grandes Balsas, cuyos habitantes tenían grandes vasos de oro en que comían y bebían." [4]

 

         El primer viaje de Pizarro fue de pobres resultados y grandes sufrimientos. Tuvo que contentarse con enviar a Nicolás de Rivera El Viejo desde el Golfo de San Miguel a Panamá para mostrar a Pedrarias el muy poco oro conseguido. Cuando a partir del segundo viaje se comenzó a encontrar oro, lo primero que se tuvo en mente fue afianzar esa primera esperanza de riquezas que les diera Panquiaco.  El oro peruano se convirtió entonces en el señuelo necesario para atraer pobladores a los nuevos territorios conquistados y así Agustín de Zárate al hablar del oro colectado tempranamente en Coaqué dice:

 

"...y de allí se envió a Panamá y a Nicaragua dos navíos, y en ellos más de treinta mil castellanos de oro, que había tomado en Coaqué (Francisco Pizarro) para acreditar la tierra y poner codicia a la gente que pasase a ella." [5]

 

         Pedro Sancho de la Hoz por su parte comenta como Pizarro dejó partir a algunos soldados de regreso a la península luego del reparto de Cajamarca porque había algunos viejos que habían ya trabajado mucho y estaban más en condición de descansar que hacer la guerra, pero agrega:

 

"...con cuya humanidad lograba que volviendo éstos diesen mejor testimonio de la grandeza y riqueza de la tierra, de manera que acudiese gente bastante para que se poblase y se acreciese;  porque en verdad siendo la tierra grande y llena de Naturales, los Españoles que en ella habían entonces eran poquísimos para conquistarla, mantenerla y poblarla." [6]

 

 

Página anterior

Página siguiente

 



[1].- Según grabado en "Colección de memorias científicas, agrícolas e industriales", de Mariano Eduardo de Rivero y Ustariz 1857.

[2].- Vicens Vives, J. (director) Historia de España y América social y económica. Vol.III. pag.339. Barcelona 1982.

[3].- Historia Marítima del Perú: Tomo III vol. 2. Siglo XVI Historia Externa, por José Antonio del Busto Duthurburu. p.34-35.

[4].- Ibid. p.34.

[5].- Zárate, Agustín de. Descubrimiento y Conquista del Perú. En Crónicas de la Conquista del Perú. Edit. Nueva España S.A. México D.F. s/f.  Libro Segundo, Cap. I p.550.

[6].- Sancho de la Hoz, Pedro. Relación para Su Magestad de lo sucedido en la Conquista y pacificación de estas provincias. etc. cap.I p.118. En Los Cronistas de la Conquista. Selección de Horacio H. Urteaga. Paris 1938.